Almirante Manuel Otelo Penelas, AJAL: "Las intervenciones de la Armada en el exterior han sido un éxito y la prueba es tanto su valoración en nuestro país como en la esfera internacional"
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Almirante Manuel Otelo Penelas, AJAL: "Las intervenciones de la Armada en el exterior han sido un éxito y la prueba es tanto su valoración en nuestro país como en la esfera internacional"

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25/03/2009 (Infodefensa.com) - A lo largo de los últimos veinte años en que las Fuerzas Armadas españolas han desplegado sus esfuerzos en las operaciones de paz en el exterior, cada uno de los Ejércitos ha desempeñado un importante papel según el tipo de misión que han generado nuevas necesidades de material. En el caso de la Armada, especial relevancia tuvo la actuación de sus dotaciones a bordo del ‘Galicia', ‘Pizarro' y ‘Hernán Cortés' tras las catástrofes provocadas por el huracán Mitch en Centroamérica o el tsunami acaecido en el sudeste asiático. El Almirante Jefe del Apoyo Logístico de la Armada (AJAL), Manuel Otelo Penelas, explica con detalle para Infodefensa.com cuál ha sido la importancia de estas misiones para la Armada en las pasadas dos décadas.

¿Cómo han influido las misiones internacionales en la evolución del material de la Armada?

En las últimas dos décadas, la participación de España en misiones en el exterior ha sido uno de los ejes sobre los que ha girado la política de Defensa, según se desprende de las sucesivas Directivas de Defensa Nacional (DDN) promulgadas por el Gobierno.

Al comienzo de este periodo, el material utilizado se basaba en el empleo de las unidades disponibles y del equipamiento con que habían sido construidas con respecto al proceso de obtención establecido, en un escenario estratégico bien diferente. No estaba desarrollado el actual concepto conjunto de las operaciones militares, así que, en términos generales podría decirse que los medios de la Armada eran consecuencia de sus propias decisiones y que las unidades principales se construían para el combate, de acuerdo con el escenario estratégico y el mundo bipolar existente.

Las DDNs posteriores han ido adaptándose al escenario estratégico. Desde que en la de 1996 se asumen plenamente las responsabilidades y compromisos derivados de la participación en organizaciones internacionales de seguridad y defensa, se fue consolidando la vocación de defensa de la seguridad internacional. La aportación de nuestra nación se hace fundamentalmente efectuando operaciones que prácticamente en su totalidad se realizan en el exterior y que hacen necesaria la proyección de fuerzas en escenarios alejados.

A partir del año 2005, la obtención de las unidades se logra por medio de un proceso que arranca en la DDN, continúa con la determinación por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) de las Capacidades Militares priorizadas y las necesidades de las FAS a largo, medio y corto plazo, y concluye con la obtención del armamento y material necesario, cuyo proceso dirige el Secretario de Estado de Defensa.

El impacto principal que la participación en misiones internacionales ha tenido en la evolución del material de la Armada, en línea con lo anterior, se puede resumir en:

•- Capacidad de proyección de Fuerzas en escenarios alejados (buques anfibios, BPE ‘Juan Carlos I').

•- Capacidad de Transporte de ayuda humanitaria.

•- Sistemas de Mando y Control para uso conjunto y comunicaciones satélite que los soportan.

•- Potenciación de los medios de la Infantería de Marina (medios de desembarco, helicópteros de transporte);

•- Apoyo Logístico Operativo, para garantizar el sostenimiento de las operaciones (BACs ‘Cantabria" y "Patiño');

•- Potenciación de la Acción Marítima (Sistemas de Mando y Control del Cuartel General, Buques de Acción Marítima (BAM), embarcaciones ligeras, equipos de Visita y Registro, etc)

•- Seguridad y Autodefensa (Equipos de visión nocturna, blindajes, defensa antimisil, armas de pequeño calibre para defensa asimétrica)

¿Qué material fue necesario en misiones como la del huracán Mitch o tras el tsunami en el sudeste asiático? ¿Ha sido la puesta de largo de nuestros buques anfibios?

En ambos casos, debido a la extensión de la tragedia, las necesidades eran cuantiosas y muy diversas pero el empleo de los buques anfibios resolvió en gran parte el problema, debido a su versatilidad y alta capacidad de transporte de material y personal, y su posibilidad de operar con varios helicópteros.

En apoyo de la catástrofe provocada por el huracán Mitch el ‘Galicia', ‘Pizarro' y ‘Hernán Cortés' transportaron equipamiento de ingeniería del Ejército de Tierra consistente en: puentes semipermanentes y vehículos pesados de Ingenieros, además de vehículos ligeros y ambulancias, camiones de bomberos, numerosos remolques especiales y contenedores pesados. Además se embarcaron cuatro helicópteros de la Armada y el personal de los equipos médicos, así como buceadores y equipos de Infantería de Marina para tareas de autoprotección y auxilio a la distribución de ayuda humanitaria, víveres y ropa transportada por la propia agrupación.

En zona, aprovechando el potencial del ‘Galicia', se habilitaron los dos quirófanos, UCI y enfermería, se actuó con los helicópteros para transporte, distribución de alimentos y material así como para evacuaciones médicas. De haber sido necesario podrían haberse transportado en el buque desde España 650 hombres y mujeres, que, sin incluir a la dotación, es su capacidad máxima en personal.

En el caso del tsunami en el sudeste asiático acaecido en 2005, se envía a la zona al ‘Galicia' y a una unidad de ingenieros del Ejército de Tierra, proporcionándose capacidades de asistencia hospitalaria, aeroevacuación, restablecimiento de servicios básicos y apoyo al desescombro y reconstrucción. El ‘Galicia' actuó como buque-hospital y de apoyo logístico, trasladó a bordo una unidad quirúrgica, tres equipos médicos desplegables, helicópteros, lanchas de desembarco y una unidad de protección y seguridad.

Las dos operaciones han puesto de manifiesto la valía de las modernas unidades anfibias para misiones de ayuda a la población civil en caso de catástrofes, pudiendo decirse que, unidas a sus capacidades para el combate que proporcionan el potencial de situar en tierra personal y material por medio de helicópteros y de las modernas embarcaciones LCM-1E, aún en el caso de que la zona de operaciones no disponga de instalaciones portuarias ni aeropuerto adecuado, hacen a esta clase de buques imprescindibles para cualquier armada moderna que quiera tener un papel que desempeñar en las operaciones internacionales.

Este tipo de misiones, ¿han favorecido, por ejemplo, la obtención rápida del Juan Carlos I, que además se exportará a Australia?

En mi opinión, no cabe ninguna duda. Los cometidos que tienen que desempeñar las unidades navales en caso de catástrofes naturales y operaciones de mantenimiento de la paz, pusieron de relieve la necesidad de la Armada de potenciar sus capacidades de proyección y, entre éstas, la expedicionaria y de ayuda humanitaria, para poder actuar con éxito, como se ha señalado, en los escenarios del siglo XXI. Además, cuando se tomó la decisión de construir el BPE Juan Carlos I, de los cuatro buques anfibios citados, los dos últimos estaban próximos al final de su vida operativa, lo que reforzó la necesidad de que la Armada contase, cuanto antes, con esta importante unidad al objeto de mantener la capacidad de proyección y transporte que se perderá con la baja de los anteriores.

El interés en este buque mostrado por países como Australia, que ha encargado la construcción de dos unidades a Navantia, refuerza la idea del acierto en la decisión de su obtención, fundada, sobre todo, en la diversidad de configuraciones que puede adoptar: Operaciones Anfibias, Proyección de Fuerzas, Portaaviones eventual y Operaciones de Paz.

¿Lo mismo ocurre con los nuevos buques de acción marítima, los guardacostas?

Aunque su necesidad surge como respuesta al cometido de protección de los intereses marítimos nacionales en el litoral, contribuyendo al conjunto de actividades que llevan a cabo las distintas administraciones públicas con responsabilidad en el ámbito marítimo, yo no denominaría guardacostas a los nuevos buques de acción marítima. Por su desplazamiento, alrededor de las 2.500 toneladas, su porte es semejante al de los buques que antaño se denominaban ‘Destructores'. Asimismo, por sus capacidades, pueden actuar en escenarios lejanos en operaciones internacionales de baja intensidad, así como en misiones de seguridad marítima, entre las que se podrían citar: la lucha antiterrorista, control del tráfico ilegal de armas y drogas, control de la inmigración ilegal y las de imposición de sanciones en cumplimiento de resoluciones internacionales.

Para llevar a cabo estos cometidos, la Armada debe contar con unidades con menores capacidades que una fragata, que realicen sus tareas con gran eficiencia por sus menores requerimientos de personal y mantenimiento y más bajo coste de operación y funcionamiento. Todo ello compatible con el perfecto cumplimiento de este tipo de misiones.

Además de lo anterior, en la obtención de los BAM la Armada busca racionalizar los medios y costes, reemplazando una diversidad de unidades menores y sistemas en la fase final de su ciclo de vida por una sola familia de buques basados en una plataforma y núcleo de material común, aplicando la opción de la calidad frente a la cantidad, a la vez que se potencia la habitabilidad y las condiciones de vida a bordo de las dotaciones.

Posiblemente, de contar hoy la Armada con estas unidades serían firmes candidatas para ser desplegadas en Somalia en la lucha contra la piratería.

¿Cuáles han sido las apuestas más exitosas?

En mi opinión las intervenciones de las fuerzas de la Armada en el exterior han sido un éxito y la prueba es, tanto su valoración en nuestro país como su reconocido prestigio en la esfera internacional. En general, los resultados han mostrado que tanto las nuevas unidades navales y material de la Infantería de Marina, así como los sistemas asociados, fueron conceptualmente bien concebidos, diseñados, construidos y dotados, para afrontar las nuevas misiones y dan respuesta a las capacidades que el nuevo orden internacional y el consiguiente empleo de las fuerzas demanda.

Sería muy prolijo entrar a detallar todas ellas. No obstante, y centrados en el aspecto del material, diferenciándolas por los tipos de misiones realizadas, merecen destacarse:

Operaciones de Ayuda Humanitaria. La participación en las operaciones con motivo del huracán Mitch (1998) puso a prueba la valía de las nuevas unidades anfibias clase ‘Galicia', en misiones de apoyo a la población civil en situaciones de catástrofe. Sus ya citadas capacidades y flexibilidad de operación han sido determinantes del éxito alcanzado. De su empleo en esta operación se pudieron extraer importantes lecciones aprendidas.

Operaciones de Crisis. Más recientemente, en el año 2006, la operación de despliegue en el Líbano de los buques anfibios ‘Galicia' y ‘Pizarro', de la fragata ‘Almirante Juan de Borbón' y del buque de aprovisionamiento ‘Patiño', en refuerzo de la Fuerza Provisional de Naciones Unidas allí establecida se puede considerar, desde la perspectiva logística, como un gran éxito, ya que puso a prueba la preparación y flexibilidad de la estructura logística y la capacidad de la Armada para alistar y desplegar un grupo operativo en un tiempo muy corto, y establecer tierra adentro lejos de nuestras fronteras un contingente formado por 490 miembros de la Brigada de Infantería de Marina pertrechados y apoyados, haciendo efectiva la decisión tomada por el Gobierno.

A la acertada apuesta de la clase ‘Galicia' hay que unir en esta ocasión el apoyo logístico desplazable proporcionado por el Patiño, así como el extraordinario potencial de la fragata F-100 que proporcionó la adecuada protección a la fuerza.

¿Las misiones en el exterior son las que configuran a día de hoy las futuras necesidades de material en la Armada Española?

La Ley Orgánica de la Defensa Nacional establece las misiones y los tipos de operaciones que, tanto en territorio nacional como en el exterior, pueden requerir la participación de la Armada. Además de la permanente vigilancia de los espacios marítimos, como contribución a la acción del Estado en la mar, y de las actividades destinadas a garantizar la soberanía e independencia de España y la protección de la vida e intereses de su población, la Ley incluye la participación en operaciones de mantenimiento de la paz y estabilización internacional, la reconstrucción de la seguridad, la administración y rehabilitación de un país, región o zona determinada, así como preservar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos españoles en el extranjero.

Por ello, la influencia de las misiones en el exterior en la configuración de las futuras necesidades de material es evidente. Las nuevas unidades, como el ‘Juan Carlos I' o el ‘Cantabria' han visto en sus diseños incorporadas o potenciadas aquellas capacidades que la participación en misiones internacionales han revelado más necesarias (transporte, hospital, apoyo logístico en zona, etcétera). Otras unidades como los BAM aportan la capacidad de participar en operaciones tales como lucha antiterrorista internacional, antipiratería, etcétera, a un coste soportable para nuestra economía.

En lo relativo al material, además del desarrollo de las capacidades ya mencionadas, podemos añadir:

•- Potenciación de la interoperabilidad para actuar en el ámbito de coaliciones internacionales (Sistemas de Información para Mando y Control, basados en el uso de satélites militares y civiles).

•- Unidades de Operaciones Especiales y medios para Evacuación de no Combatientes.

•- Aeronaves embarcadas y vehículos aéreos no tripulados (UAV).

En cuanto al tejido empresarial para desarrollar nuevos buques, con Navantia al frente ¿es suficiente y satisfactorio para la Armada?

En lo relativo a nuevas construcciones se continúa el camino de consolidación del cambio iniciado en los últimos años, hacia el diseño y la ingeniería de desarrollo y ciclo de vida cada vez más nacional. El esfuerzo para "nacionalizar" diseños y desarrollos tanto de plataformas como de equipamiento crítico (sistemas de combate, sensores y guerra electrónica) es grande, y hace que la obtención de las unidades y el mantenimiento de la configuración y actualización de sus capacidades sea un reto importante, cuando hablamos de unidades con ciclos de vida largos, como es el caso de los buques.

El desarrollo industrial español ha permitido ir afrontando el reto anterior en un número de áreas creciente, incrementando la participación de la industria nacional en los nuevos proyectos, y con el apoyo decidido al esfuerzo de investigación, a través de los programas de I+D+i. Así se han podido obtener los buques LPD clase ‘Galicia', las fragatas F-100, se han diseñado nuevos conceptos de unidades a medida de los requerimientos de la Defensa, como el LHD ‘Juan Carlos I' o los nuevos BAM, y se han podido desarrollar productos de innovación pioneros como es el caso del AIP para la generación eléctrica anaeróbica, a partir del bioetanol, que se instalará en los submarinos S-80.

Múltiples empresas líderes en el desarrollo de sensores, comunicaciones, informática, sistemas electrónicos, maquinaria y en muchas otras áreas de las modernas tecnologías, que producen equipos y sistemas que se integran en las plataformas construidas por Navantia, constituyen hoy en día una base industrial sólida, para afrontar las necesidades que las nuevas misiones de la Armada requieren.

No obstante, en lo referente a sistemas de armas complejos todavía queda un largo camino por recorrer para lograr desarrollos nacionales. En este aspecto nuestra dependencia del exterior es imprescindible, si bien se dispone de la capacidad de integración adecuada para incorporar todo este equipamiento sobre plataformas construidas en España.

Palabras con motivo del 20º Aniversario

Desde que en enero de 1989 las Fuerzas Armadas Españolas comenzaron su participación en las operaciones internacionales, numerosos hitos han jalonado el camino recorrido por la Armada en estas misiones. Así, en 1990 las corbetas ‘Descubierta' y ‘Cazadora' junto a la fragata ‘Numancia' constituyeron la primera agrupación naval que participó en una Operación de Paz, en aguas del Golfo Pérsico y Mar Rojo, haciendo efectivo el embargo impuesto a Irak.

Las sucesivas participaciones de fuerzas navales españolas se han producido:

•- En misiones OTAN, como es el caso de las operaciones en la antigua Yugoslavia, así como las actuales en el Mediterráneo para la lucha contra el terrorismo internacional.

•- En operaciones de la Unión Europea, como la que se está llevando a cabo contra la piratería en aguas de Somalia.

•- En fuerzas multinacionales bajo mandato de Naciones Unidas: operaciones anteriormente citadas en el Líbano, lucha global contra el terrorismo internacional y de estabilización en Haití.

•- En operaciones de ayuda humanitaria con motivo del huracán Mitch en Centroamérica y el tsunami de Indonesia.

•- Como observadores internacionales, destacados a lo largo de estos años en distintas misiones en Centroamérica, África y Europa.

Yo diría que todas las intervenciones de las fuerzas de la Armada en el exterior han sido un éxito. Así lo ponen de manifiesto los informes y opiniones de los mandos de las fuerzas multinacionales en que se ha participado y de los responsables de las organizaciones bajo cuyo mandato o resoluciones se ha actuado.

A este éxito contribuye el apoyo logístico de la Armada cuyo personal ha mostrado una permanente dedicación y esfuerzo para lograr que las unidades desplegadas estén adecuadamente sostenidas. Todos los que pertenecemos al campo de la logística nos sentimos orgullosos de contribuir a la eficacia de nuestras fuerzas desplegadas, extraer las lecciones aprendidas derivadas de la participación en estas misiones y seguir obteniendo y desarrollando los medios necesarios para posibilitar las futuras operaciones.



Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

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