Nuevas "hojas de ruta"
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Nuevas "hojas de ruta"

Banderas en el Consejo de Europa. Foto. UE
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(Infodefensa.com) Por Jordi Marsal (*) - Dentro de unos días debe darse a conocer la “hoja de ruta” de la Política Común y de Seguridad de la UE que debe desarrollar los acuerdos tomados en el Consejo Europeo del pasado mes de diciembre. En setiembre se realizará la reunión de la OTAN en Cardiff que deberá debatir sobre la nueva situación de seguridad tras los acontecimientos de Ukrania y sus consecuencias para la Alianza.

Tras la reunión del Consejo Europeo centrado en la política de seguridad y defensa de la UE se abrieron nuevas expectativas que se esperaba se concretasen más en una reunión del mes de marzo. En ella se retrasó a junio-julio la presentación de una hoja de ruta elaborada por la Alta Representante en colaboración con la Comisión y la EDA que concretase los pasos para avanzar en la PCSD, en el desarrollo de capacidades y en la industria de defensa y su mercado. En este último campo son evidentes las tensiones entre el protagonismo del Consejo, competente en este campo y la Comisión con competencias generales sobre industria y mercado europeos, así como ciertas reticencias por parte de las industrias de varios países sobre las consecuencias que podrían derivarse sobre su futuro con el temor de que las grandes industrias de los principales países pudiesen beneficiarse a costa de las de otros países.

En estos meses se ha podido observar una contradicción entre una política europea para consolidar un mercado único de defensa y en avanzar en la integración de una defensa europea y las actitudes de los países para garantizar el papel de sus industrias con medidas prácticas más tendentes a una cierta renacionalización. El temor a que no haya suficientes garantías para la seguridad de los suministros y una supeditación a las políticas de las grandes empresas ha conducido a una reafirmación de la necesaria autonomía nacional para garantizar una suficiente defensa de cada país y del mantenimiento de suficientes capacidades tecnológicas e industriales propias.

La hoja de ruta debería clarificar los pasos a dar y la existencia de suficientes capacidades que satisfagan las voluntades comunes y los interese propios de cada uno de los actores. Definir compromisos presupuestarios, avanzar en el proceso de pooling and sharing iniciado para proyectos y capacidades compartidos por varias naciones y su traducción en una mayor evidencia de que se avanza en una mayor comunitarización de la política de defensa europea son algunos de los objetivos que debe especificar y concretar la hoja de ruta.

Por otro lado en el marco de la OTAN la nueva situación creada por la crisis de Ukrania que vuelve a situar en primer plano el escenario oriental europeo y sus relaciones con Rusia, así como las consecuencias del final de la operación ISAF en Afganistán y los nuevos compromisos con este país, consecuencias significativas para el mantenimiento de la interoperabilidad de las fuerzas de los distintos países y que se intentan superar con la Iniciativa de Fuerzas Conectadas a través de un amplio programa de ejercicios reales y simulados que eviten una progresiva desconexión de la operatividad de la OTAN. Las implicaciones presupuestarias y de desarrollo de la Smart Defence son también evidentes.

Todo ello obliga a España a diseñar un marco para garantizar un nivel suficiente de autonomía y de compromiso con los aliados. Un marco de definición de cuáles son las capacidades militares estratégicas necesarias para defender nuestros intereses y en consecuencia la definición de cuáles son las capacidades tecnológicas e industriales a las que no podemos renunciar. Y al mismo tiempo definir las estrategias que nos permitan mantener u obtener todas estas capacidades. Esto quiere decir definir prioridades, garantizar un marco de financiación estable a medio y largo plazo, que permita por un lado el planeamiento de la defensa por parte de los responsables políticos y militares y la planificación de las inversiones necesarias por parte de nuestras empresas, especialmente en el ámbito de la investigación, el desarrollo y la innovación.

Este nuevo marco deberá realizarse en el marco de nuestras especificidades pero también de las nuevas hojas de ruta que se fijen en el marco de la UE y de la OTAN. Por ello se debe incidir en la medida de lo posible en la definición, el desarrollo y la aplicación de tales hojas de ruta. Nuestro intereses en el norte de África, en el Sahel y zonas adyacentes (Índico y Golfo de Guinea) no son únicamente nacionales, forman también parte de los intereses y de la seguridad europeos. Los nuevos escenarios en la Europa Oriental no deben tener consecuencias negativas para las políticas mediterráneas de la UE y de la OTAN, así como las indudables ventajas de un mercado único europeo y de la integración de capacidades industriales no deben ir en detrimento de las propias españolas, lo cual exige una coordinación de las estrategias políticas e industriales del gobierno y de las de las propias industrias. Los errores que pudiesen cometerse al inicio de las nuevas rutas tendrían consecuencias negativas que se irían incrementando a lo largo de la aplicación de las hojas de ruta.

La conciencia de estas situaciones deben también trasladarse a la opinión pública para contar con un suficiente apoyo social que permita el desarrollo de las políticas necesarias para conseguir la máxima eficacia en unos resultados que no únicamente tienen trascendencia estratégica sino también en el día a día de nuestra sociedad.

Jordi Marsal es licenciado en Filosofía y Letras (sección Filosofía) por la Universidad de Barcelona y diplomado en Altos Estudios Militares por el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN). Actualmente ocupa el cargo de Adjunto Civil al Director de este centro.

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