El fortalecimiento industrial, un objetivo europeo
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El fortalecimiento industrial, un objetivo europeo

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Las conclusiones del Consejo Europeo de diciembre de 2013 planteaban la necesidad de reforzar la seguridad y defensa de la Unión sobre tres pilares: política común, desarrollo de capacidades militares y fortalecimiento industrial. Los avances de los objetivos planteados se revisarán en el próximo mes de junio de 2015 y para su seguimiento se ha elaborado una hoja de ruta específica.

En el ámbito industrial se persigue potenciar el mercado interior de defensa fomentando la competitividad industrial y garantizando que todas las empresas europeas puedan operar libremente sin discriminación. Como objetivos adicionales se contemplan la necesidad de garantizar la seguridad de suministro e incluir mecanismos de financiación para proyectos tecnológicos de seguridad y defensa.

La actuación de la Unión en el plano del mercado interior de defensa se centra fundamentalmente en tareas de supervisión de la aplicación de la Directiva 2009/81 en los respectivos Estados. La Comisión debe presentar en el Parlamento Europeo antes de agosto de 2016 un informe sobre esta materia que, previsiblemente, resultará en una nueva Directiva comunitaria a finales de ese año. No es aventurado pensar que la Comisión podría adoptar mientras tanto alguna medida para insistir en la aplicación de la Directiva.

Por tanto, dos fechas importantes a tener en mente de cara al futuro inmediato: junio de 2015 y agosto de 2016. Un periodo que para España coincide con un calendario electoral que se presume importante para nuestro futuro.

Reino Unido y Francia se han convertido en los principales promotores de la competición abierta y de la aplicación estricta de la normativa europea. Al mismo tiempo han potenciado su colaboración industrial bilateral con limitado margen para la colaboración de terceros.

Los británicos han establecido un mecanismo de implicación a la industria en los procesos de planeamiento y determinación de necesidades que en otros países puede presentar problemas legales. Bajo el paraguas del “Defence Growth Partnership” no solo hacen referencia a la importancia de la industria para la seguridad nacional sino que plantean el papel de las grandes corporaciones empresariales como potenciadores del desarrollo económico y social interno. La iniciativa, presentada por el Primer Ministro Cameron, no oculta la necesidad de que la industria británica recibirá el adecuado apoyo oficial para mantener una posición de liderazgo a nivel internacional.

El caso de Francia puede resultar más claro. La ley de programación militar para el periodo 2014 – 2019 establece claramente como uno de los objetivos el desarrollo de la industria francesa de defensa. Según datos de la DGA, de un total de unos 11.500 M€ invertidos en 2013, un tercio se adjudicaron a empresas públicas francesas. DCNS y Nexter resultaron adjudicatarias de un 22% del total de ese importe. Otro tercio de las inversiones se dedicaron a ADS, Thales y MBDA. Del tercio restante 1.900 M € se adjudicaron a empresas privadas francesas. Solo un 11% del total queda realmente abierto a competición internacional. Dicho de otro modo, las empresas francesas tanto públicas como privadas reciben el 53% de las inversiones que realiza anualmente el Ministerio de Defensa francés a través de la DGA, que es el mayor inversor del Estado galo. Sin incluir en ese porcentaje los beneficios que para el tejido industrial local suponen las inversiones en multinacionales paneuropeas.

La posición alemana es ciertamente contradictoria. Por un lado el gobierno no apoya oficialmente el desarrollo de la industria de defensa. Uno de los pilares del acuerdo de la coalición en el gobierno plantea la restricción de exportaciones de material militar. Pero algunos de los movimientos de integración de empresas alemanas que se han producido en el pasado o están en curso de realizarse, pudieran tratar de eliminar tales barreras domésticas mediante su “internacionalización”, aunque fuentes del gobierno han advertido que la política de restricciones se aplicará en cualquier caso. La aplicación del artículo 346 del Tratado de la Unión, aparece en el trasfondo del debate sobre la revisión del modelo de gestión de programas. Algunos responsables alemanes plantean como uno de los problemas detectados que los proyectos en cooperación son demasiado costosos y complejos y además no proporcionan oportunamente los medios necesarios para las operaciones.

En un segundo nivel encontramos posturas intermedias como las de Italia, Polonia, Suecia y Holanda, partidarias en mayor o menor medida del impulso al mercado único pero que cuentan con importantes capacidades industriales domésticas que quieren preservar.

El resto de los miembros de la Unión pueden haberse convertido en una masa que no presentarán grandes objeciones a las decisiones de Bruselas puesto que cuentan con una industria de defensa de tamaño reducido o inexistente.

Ante esta situación España debe presentar una postura sólida. La percepción europea es que se están aplicando medidas que pudieran ir en contra de los postulados de la Directiva. Sin embargo, como reconoce la EDA, España es uno de los países europeos que más fomentan los programas multinacionales. De hecho, de las inversiones globales en los 20 programas especiales, unos 30.000 millones de euros desde 1997, alrededor de dos tercios se han realizado sobre proyectos en cooperación. Los programas navales, los únicos que en puridad se han contratado con una empresa 100% española, representan 1/5 del total de inversiones realizadas en nuestro país. Una ratio muy alejada de la que se presentan en otros casos teóricamente más europeístas.

Las recientes decisiones sobre nuevos programas están en línea con las iniciativas sobre “innovation partnership” contempladas en la Directiva 2014/24 que justifica las intervenciones de los gobiernos para fomentar el desarrollo tecnológico a nivel regional. Un esquema que pudiera reflejarse en futuras revisiones de la Directiva 2009/81 y que es similar a las iniciativas que se están abordando en otros países.

El planteamiento español no es por tanto muy diferente al de otros. Pero en nuestro caso quizás tengamos que buscar alianzas, ser más hábiles, explicar mejor las cosas y sobre todo no tener complejos.



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