¿Estamos recuperando nuestro peso en el exterior
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¿Estamos recuperando nuestro peso en el exterior

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Sin duda, una buena noticia para España es el nombramiento de Jorge Domecq como director ejecutivo de la Agencia Europea de Defensa a partir del próximo 1 de febrero. Un nombramiento que presenta varias claves.

La designación no ha estado exenta de polémica desde algunos países que han cuestionado, más o menos abiertamente, la excesiva presencia de países del sur en las nuevas estructuras de seguridad y defensa europeas. Este hecho abre en primer lugar la cuestión de las prioridades sobre las amenazas a las que Europa se enfrenta: islamismo radical y resurgimiento del expansionismo ruso. En ese sentido, el binomio italo-español puede indicar una prioridad sobre la primera, aunque la experiencia del nuevo responsable de la EDA en el ámbito de la OSCE pueda servir de indicador para no descuidar la situación en el este europeo.

Por otra parte, el anterior equipo dirigente Ashton-Arnould planteaba una defensa europea en torno al eje Londres-París cuyo peso seguirá jugando un papel imprescindible en el futuro, mientras que el equipo actual Mogherini-Domecq traslada el centro de gravedad a la línea Roma-Madrid. Italia y España presentan circunstancias políticas diferentes, tanto en el interior como en su acción exterior, pero ambos son esenciales para garantizar la seguridad global como principales guardianes de la frontera sur, y se espera de ellos un mayor protagonismo en el esfuerzo global.

La figura de Domecq conjuga una experiencia que no es desdeñable para el futuro de la EDA y de la defensa europea, que debe aprovechar la experiencia del nuevo director en el marco de la OTAN. Una organización que ha reclamado un mayor esfuerzo a los socios europeos que desde la Agencia se debe impulsar especialmente en el ámbito de las capacidades militares. Este aspecto, más allá del desarrollo del concepto discutido y discutible del “pooling and sharing”, podría ser la principal línea de esfuerzo, teniendo en cuenta que las acciones que se puedan emprender para una mayor cooperación no producirá efectos a corto plazo.

Las relaciones institucionales entre EDA y UE serán fundamentales para integrar adecuadamente los mecanismos de defensa en los más amplios de la seguridad, y principalmente para aprovechar los mecanismos financieros de la Unión que permitan costear parte de las carencias detectadas en aquellas capacidades con mayor aplicación a tareas de seguridad. El desarrollo industrial no será ajeno a esa relación entre ambas instituciones. Los resultados del Consejo Europeo de junio podrían dar alguna clave para la actuación futura de la EDA en cuanto a financiación y desarrollo industrial para potenciar capacidades militares esenciales.

Desde una óptica española el nombramiento responde a la línea de recuperar la presencia exterior de España en coherencia con nuestra posición en el mundo, que nos debe obligar a asumir mayores responsabilidades. La asunción del cargo, junto con la designación de España como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, recupera una línea política que se inició a principios de los 80 y lamentablemente se interrumpió entre 2004 y 2011.

Sin duda España debe ocupar papeles de mayor relieve en la escena exterior, acordes sobre todo a nuestro peso económico y a nuestra vocación internacional, en un momento en el que los ciudadanos occidentales nos estamos jugando mucho. Este debate es especialmente importante en un año electoral que presenta un horizonte incierto en varios campos, pero desde luego en este aspecto donde todavía la sociedad española no parece suficientemente madura.

El mayor protagonismo en el exterior implica por otra parte mayor presencia militar. Casualmente este año un teniente general español asumirá el mando del Eurocuerpo durante los próximos dos años, siguiendo el esquema rotatorio establecido en ese organismo. Una presencia que se añade a la Jefatura de la misión EUTM Mali. Nombramientos que por sí solos no representan más que el respaldo a la actuación profesional de nuestros militares en el exterior, que hay que enmarcar en el ámbito de la acción exterior del Estado.

Los nombramientos de profesionales españoles en puestos de responsabilidad al frente de organizaciones internacionales deben venir acompañados de otras medidas en ese marco de la acción exterior. Mayor presencia en puestos intermedios en organizaciones internacionales, presencia militar en operaciones multinacionales y, sobre todo, mayor implicación de la sociedad y continuidad en la línea política resultan imprescindibles si no queremos que la presencia puntual de responsables españoles al frente de algunos organismos se convierta en “flor de un día”.



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