La adolescencia de la Agencia Europea de Defensa
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La adolescencia de la Agencia Europea de Defensa

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La Agencia Europea de Defensa se acerca a su adolescencia. Heredera de diferentes intentos cooperativos a nivel europeo, la Agencia fue creada en 2004 tras las decisiones alcanzadas en el Consejo Europeo de Salónica de junio de 2003, como organismo bajo la autoridad del Consejo para impulsar la cooperación paneuropea en Defensa, con actuaciones en los ámbitos de desarrollo de capacidades, cooperación en materia de armamentos e impulso de la base industrial y tecnológica. Actualmente está integrada por todos los países miembros de la Unión Europea con la excepción de Dinamarca.

Con su creación se cerraba de alguna manera el círculo de diferentes iniciativas que trataban de impulsar la cooperación europea en materia de Defensa y que se inició con la declaración franco-británica de Saint Maló y continuaría con la firma de la carta de intenciones (LoI) para la reestructuración de la industria de defensa y la creación de la OCCAR. El papel de los cinco grandes países europeos en estos procesos fue determinante y conviene recordar que fue un español el primer Alto Representante para el desarrollo de la Política Exterior y de Seguridad Común.

Tras el Consejo Europeo de diciembre de 2013 (“La defensa importa”), la Agencia recibió un nuevo impulso y, a partir de enero de 2014, adopta una nueva estructura para mejorar su capacidad de promover la cooperación entre los miembros y mejorar la capacidad de gestión.

En las condiciones de seguridad actuales la Agencia debe afrontar la paradoja que plantea una situación en la que los europeos, en conjunto, afrontamos riesgos crecientes, en un marco financiero restrictivo para la seguridad y defensa, que requieren una mayor cooperación que depende de las voluntades individuales de los países. Se sigue careciendo a nivel europeo de una acción exterior en materia de política exterior y de seguridad realmente común, como la crisis de los refugiados ha puesto de manifiesto.

Algunas iniciativas planteadas por la EDA han dado resultados satisfactorios, pero a una escala limitada. Desde el punto de vista de capacidades, iniciativas como el “pooling and sharing” no han conseguido efectos realmente prácticos que potencien la capacidad de actuación militar. Con sentido realmente práctico se ha intentado conseguir acuerdos parciales entre algunos miembros sin pretender acuerdos entre la totalidad. Pero los mayores avances cooperativos se han alcanzado al margen de la Agencia. Los acuerdos de Lancaster House entre Francia y Reino Unido son un ejemplo de esta cooperación al margen. Los intentos por racionalizar la demanda en equipamiento chocan con demasiada frecuencia con intereses particulares específicos que dificultan el establecimiento de grandes programas cooperativos.

En el ámbito industrial, la Agencia ha jugado un papel secundario en los procesos de racionalización que siguen los dictados de los grandes o simplemente la lógica del mercado. Las iniciativas en el sector terrestre, o las que se están realizando en un sector tan complejo como el naval, son también prueba de que la influencia de la EDA en estos procesos es relativa.

Quizás la clave de los problemas que afronta la Agencia para convertirse en protagonista e impulsora del desarrollo de una Defensa europea común no se encuentre en la propia organización, sino en el papel que juega la Comisión Europea. En el ámbito de la cooperación tecnológica, quizás el más activo en los últimos años, el papel de la Agencia ha sido eficaz en diferentes áreas. En el marco de la Acción Preparatoria se están realizando algunos progresos en materias realmente importantes como aeronavegabilidad, gestión de tráfico aéreo o espacio, gracias a que la Comisión está abriendo posibilidades financieras para proyectos específicos de defensa. La disponibilidad de nuevos fondos de la Comisión para promover proyectos cooperativos a través de la Agencia será sin duda una de la claves para impulsar la cooperación.

La actual Agencia es un embrión con muchas posibilidades de favorecer el desarrollo de una defensa realmente cooperativa a nivel europeo, pero, para que su adolescencia sea suave, necesita tener verdadera capacidad de influencia en las actividades que desarrolla, para lo que es necesario el respaldo de la Comisión. En algunos casos, como GOVSATCOM o SESAR, con grandes implicaciones duales, ese respaldo será más fácil de conseguir. Sin duda, encontrará dificultades en la planificación común de necesidades (demanda) y en la capacidad para influir en el ámbito industrial (oferta), los dos pilares sobre los que se debe sustentar la capacidad de defensa europea.



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