Nuestra industria naval militar en la cuarta revolución industrial
EDICIÓN
| INFODRON | INFOESPACIAL | MUNDOMILITAR | TV
La Ventana >

Nuestra industria naval militar en la cuarta revolución industrial

|

Ahora que se reaviva la necesidad de diseñar una estrategia industrial para los astilleros públicos me parece oportuno compartir algunas reflexiones -a título exclusivamente personal- sobre este tema. Lo hago desde la perspectiva que me proporcionan los años de experiencia profesional y mi actividad en la Real Academia de Ingeniería sobre el futuro de la reindustrialización europea.

Nadie puede poner en duda el recorrido de éxito realizado por la industria naval militar española en las últimas décadas del pasado siglo. En tan corto tiempo pasamos de recibir unidades de la US Navy en su última etapa de vida operativa a convertirnos en una industria con capacidad propia de diseñar, construir plataformas navales de probada eficacia operativa e integrar en ellas los sistemas de combate más avanzados del momento. Todo ello nos permitió colocar a nuestros astilleros a un nivel tecnológico internacional y dotar a nuestra Armada con las unidades más capaces: debemos resaltar que, actualmente, todas sus unidades en servicio han sido diseñadas y construidas por la industria nacional.

El éxito no se circunscribió a dotar y apoyar a una Armada tecnológicamente avanzada, equilibrada y comparable a cualquiera de las marinas de los países de nuestro entorno. El gran éxito consistió en los logros alcanzados en exportación: tres portaaeronaves -uno a Tailandia y dos a Australia- cinco fragatas a Noruega, tres destructores a Australia, submarinos a Chile y Malasia y diversas unidades de combate menores a otros países. Contratos todos ellos que se lograron en competición con los mejores astilleros del mundo, lo que es aún más destacable. Y aunque es justo reconocer que en tan complicado camino también se cometieron errores, esta capacidad competitiva se tradujo en millones de horas de trabajo para los astilleros y para toda la base industrial que los apoya.

El modelo de éxito fue simple y eficaz, basado en tres pilares: los astilleros públicos como elemento tractor y aglutinador de todo el tejido industrial que forma este sector estratégico; la Armada como impulsora de conceptos innovadores dispuesta a apostar siempre por la industria nacional; y, por último contar siempre, caso por caso, con un socio tecnológico que garantizase el éxito y redujese riesgos. Acompañado todo ello por un sistema de financiación innovador que permitió acometer los programas de renovación de nuestra Fuerza Naval, que hubieran sido inviables únicamente con el presupuesto de la Armada.

Pero el escenario ha cambiado radicalmente en la última década. Ni el presupuesto de defensa, ni el modelo de financiación actual parece que permitan hoy mantener una industria naval militar propia con la Armada como único cliente. Por otra parte, los cambios tecnológicos y la transformación del tejido industrial que se están produciendo de manera exponencial obligan a analizar la situación y a realizar alguna consideración.

Los astilleros públicos ejercen como fuerza nuclear y aglutinante del tejido naval industrial de la defensa. Con la particularidad de que, además, son el único segmento de toda la base industrial militar bajo control público.

Dos grandes retos a corto plazo

Si queremos una Armada a la altura de lo que demandan la Defensa Nacional y los compromisos derivados de la seguridad compartida con nuestros aliados, resulta imprescindible mantener la capacidad de diseño, construcción e integración de nuestros astilleros. Recordemos que una constante histórica en España es que nunca hemos sido capaces de disponer de una Armada operativa sin contar con una base industrial nacional. Y que, desde el siglo XVIII, los programas navales siempre han sido un factor tractor de la industria.

Necesitamos, en definitiva, una industria naval militar eficiente, económicamente viable, y capaz de competir en un mercado internacional en plena evolución. En otras palabras, su futuro no puede basarse únicamente en el presupuesto de defensa: su viabilidad pasa por exportar. Y eso exige estar en la punta de lanza de la innovación tecnológica en productos y procesos.

Este sector industrial tiene dos retos importantes a corto plazo que pueden condicionar su futuro. El primero, finalizar con éxito el programa de construcción de los cuatro submarinos de la clase S-80. El segundo, acometer el gran programa de la fragata F-110. Y ya, a más largo alcance, el reemplazo de la flota anfibia. Pero la garantía de éxito pasa necesariamente por abordar en paralelo la transformación -en marcha en Cartagena- para que los astilleros evolucionen a industrias de la Cuarta Revolución Industrial.

Pero veamos que queremos decir cuando nos referimos a astilleros de la Cuarta Revolución Industrial. Voy a resistir la tentación de emplear el término astillero 4.0 por manido, pero lo que está claro -etiquetas al margen- es que hay que apostar por sacar el máximo partido a las tecnologías que nos ofrece la revolución digital para recuperar y mantener nuestra ventaja competitiva en el mercado internacional.

No creo que este sea el momento para entrar a describir lo que debe ser un astillero del futuro. Como se indicó anteriormente, el tema es explotar la gran capacidad de proceso de que disponemos hoy (recuerde el lector la Ley de Moore) y todas las herramientas informáticas comerciales que nos permiten desarrollar completamente un producto complejo (como son un submarino o una fragata), simulando la estrategia constructiva óptima y los procesos correspondientes de su cadena de valor en el dominio virtual, antes de pasar al mundo real de la grada.

Este es el paradigma “del teclado al cliente” en el que toda la cadena de valor del producto esté digitalizada. Si se me permite la burda simplificación, cero papeles.

Nueva llamada a acometer cambios

Al lector le resultará intuitivo comprender que, si bien la tecnología está disponible para implementar este paradigma, toda la empresa tiene que ser reestructurada en todos sus aspectos para apoyar dicho concepto, que pasa no por una organización diseñada de arriba abajo, sino de abajo hacia arriba, impulsada por la tecnología y con un plan estratégico que defina en qué momentos se irán incorporando nuevas tecnologías de construcción sin causar un caos productivo.

La utilización en los productos y procesos de tecnologías tales como el Internet de las cosas, el uso extensivo de Inteligencia Artificial, realidad virtual, proceso en la nube, simulación avanzada, Big Data, impresión 3D, robots cooperativos, exoesqueletos, nuevos materiales, etc. van a transformar radicalmente a los astilleros tal como los conocemos hoy y, en general, a toda la industria naval militar.

Es el momento para hacer de nuevo una llamada al papel de los astilleros públicos en las tres áreas de Cádiz, Cartagena y Ferrol como tractores tecnológicos, creadores de empleo directo e indirecto y elementos de cohesión social en sus zonas de influencia. Los astilleros han sobrevivido más de trescientos añoslos avatares de nuestra historia, son un patrimonio histórico y hoy, más que nunca, un activo estratégico industrial de la defensa. Pero la única alternativa es acometer los cambios.

Soy plenamente consciente del gran reto que ello supone pero, sencillamente, no hay otra opción que evolucionar y adaptarnos si queremos mantener este activo estratégico. Es mucho lo que esta en juego. ¡No perdamos la oportunidad y afrontemos el cambio!



Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

Recomendamos


Lo más visto