El potencial mercado espacial de América Latina
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El potencial mercado espacial de América Latina

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(Especial de Infoespacial para Infodefensa) - Silenciosa pero implacable, Latinoamérica vive su propia carrera espacial. La batalla por los satcom la está ganando, por ahora, Argentina, pues, según el informe sobre la Indusria Espacial Española de la colección Perfiles de IDS, se ha convertido en el primer país de la región que diseña, construye, integra y pone en órbita su propio satélite de comunicaciones geoestacionario (GEO), el Arsat-1.

Según este artículo, el desarrollo del satélite argentino Arsal-1, que ya opera con normalidad, es el mejor ejemplo del enorme salto tecnológico que ha experimentado.

Latinoamérica en la última década en lo que al sector del Espacio se refiere. Este gran avance cualitativo queda reflejado en el gran interés que varios gobiernos del Cono Sur están demostrando por los satélites de fabricación propia y sus amplias aplicaciones, tanto civiles como militares.

El informe pasa revista a la situación en el sector espacial de los países latinoamericanos, concentrándose sobre todo en Argentina y Brasil.

Argentina

El Arsat-1, lanzado el 16 de octubre de 2014, ha sido todo un hito regional. Producido por la empresa tecnológica INVAP para la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima (ARSAT), la plataforma suministrará un amplio espectro de servicios de telecomunicaciones, transmisión de datos, telefonía y televisión por toda Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay.

Como parte de una constelación programada de tres plataformas, el Arsat-1 porta 25 transpondedores (receptores-transmisores) en banda Ku -doce de 36 MHz, cuatro de 54 MHz y ocho de 72 MHz- que proporcionarán a los argentinos y a sus vecinos Televisión Directa al Hogar (DTH), internet accesible con antenas VSAT y telefonía IP.

A nivel regional, Argentina colabora con Brasil en el Satélite Argentino Brasileño para Información del Mar (SABIA-Mar). El organismo ejecutor del proyecto será la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y están planificados los satélites de observación de la Tierra Sabiamar A y Sabiamar B, que funcionarán como plataformas multi-misión, desarrolladas por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), mientras que los principales instrumentos de la carga útil serán desarrollados y provistos por la CONAE.

Los dos satélites tendrán aplicaciones en datos ambientales y meteorológicos; estudios marítimos y costeros; detección de luces urbanas, cobertura de nieve y hielo, incendios forestales y vigilancia marítima.

Gracias a intercambios con universidades estadounidenses y con centros de investigación de la NASA han surgido empresas argentinas punteras como Satellogic, que hacen nanosatélites y buscan “democratizar el espacio”, es decir, facilitar los servicios necesarios para lanzar nano y microsatélites.

El 26 de abril de 2013, Satellogic puso en órbita, a bordo de un cohete chino, un satélite de 20 centímetros por 10 cm por 10 cm (2U) de sólo dos kilos y medio de peso que sigue girando a 450 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre, el Cube Bug-1 o Capitán Beto. Era el primer CubeSat argentino. Unos meses más tarde, lanzó desde la base rusa de Yasni al Cube Bug2 o Manolito, otro aparato de similares proporciones, y en el verano del año pasado debutó el tercer ingenio, de nombre Tita.

En cuanto a acceso al Espacio, Argentina está inmersa en el programa Tronador II, la segunda fase del proyecto de fabricación de un cohete diseñado para colocar satélites en órbitas polares y colocar cargas en órbitas bajas terrestres (LEO). El propulsor “de alta precisión” tiene como objetivo principal enviar al espacio los llamados “satélites de estructura segmentada”, un tipo de plataforma completamente innovador que investigan en el CONAE y que constaría de estructuras segmentadas y pequeñas, cada una de ellas con su propio instrumental autónomo que podrían irse ensamblando unas con otras en el Espacio o bien operando coordinadamente a modo de constelación.

Brasil

Brasil posee un importante y ambicioso programa espacial civil-militar. El desarrollo de naves de medio peso pivota sobre un acuerdo “estratégico global” suscrito en 1988 por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE) y la Academia China de Tecnología Espacial (CAST), prorrogado en 2002, para el desarrollo de plataformas de observación de la Tierra dentro del programa . Hasta el momento se han lanzado cinco dispositivos, el último, el CBERS-4, en diciembre de 2014. y se negocia la construcción de un sexto que podría ser puesto en órbita dentro de tres años.

Fruto de esta estrecha cooperación tecnológica con China, el Amazonia-1 se convertirá en el primer satélite de observación de la Tierra completamente desarrollado en Brasil tras su despegue programado para este año 2015.

Además de la familia CBERS, Brasil trabaja en un satcom de uso dual, en banda Ka y en banda X, el Satélite Geostacionario de Defensa y Comunicaciones Estratégicas (SGDC). En 2012, la empresa Thales Alenia Space Francia ganó la licitación internacional para el desarrollo de esta plataforma, que podría abrir posibilidades de negocio a empresas españolas ya asentadas en Brasil como Indra o Hispasat.

Dentro del mundo de las plataformas de pequeño tamaño, el Gobierno de Brasilia ha destina- do recursos humanos y financieros al proyecto o Sistema Espacial para Realização de Pesquisa e Experimentos com NanoSatélites. De este programa, que implica a estudiantes universitarios, salió un CubeSat 3U que esperaba turno para ser lanzado. Lo mismo le ocurría al ITASAT 1, un CubeSat 6U fabricado por el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA).

Brasil, que fue el primer país latinoamericano en emprender un programa de lanzadores allá por los años 80, está planificando actualmente el programa VLS, que contempla el desarrollo, de aquí a 2020, de dos versiones de cohetes, el VLS Alfa y el VLS Beta, capaces de poner en una órbita de 500 a 800 kilómetros de altura una masa de 200 a 800 kilos. Para ello tienen presupuestados 1.140 millones de reales (353 millones de euros).

Además, y en colaboración con la Agencia Espacial Alemana (DLR), los ingenieros brasileños trabajan en un cohete lanzador de microsatélites (VLM) con una configuración en tres etapas. Finalmente, el tercer capítulo del programa nacional brasileño de actividades espaciales pasa por la modernización del actual Centro de Lanzamientos situado en Alcántara. Para ello, crearon con Ucrania una empresa binacional llamada Alcântara Cyclone Space para realizar desde Brasil lanzamientos comerciales utilizando el vehículo lanzador ucraniano Cyclone-4.

(El artículo completo puede encontrarse en el Perfiles IDS Industria Espacial Española).



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