La fuga del Chapo Guzmán: la corrupción mexicana derrota a la tecnología estadounidense
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La fuga del Chapo Guzmán: la corrupción mexicana derrota a la tecnología estadounidense

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En febrero del año pasado se logró la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, uno de los narcotraficantes mexicanos más buscados, después de permanecer prófugo por 13 años desde su primera fuga de una cárcel de alta seguridad en México.

La aprehensión se concretó en un lujoso edificio de apartamentos en Mazatlán, Sinaloa, y gracias a un despliegue de tecnología aplicada a defensa y seguridad de los estadounidenses que más parecía sacada de una película de ciencia ficción, por el grado de sofisticación utilizada.

Según trascendió, la captura de febrero de 2014 se dio porque el prófugo violó el silencio de telecomunicaciones que había mantenido por más de una década y decidió usar su teléfono satelital. Un avión no tripulado (UAV en inglés) estadounidense especialmente equipado para interceptación de ese tipo de llamadas captó la señal del teléfono de Guzmán, trianguló por GPS su posición exacta en Mazatlán y reconoció su voz por medio de otra tecnología casi futurista de los norteamericanos; se hicieron las comparaciones digitales necesarias, se confirmó efectivamente su identidad y posición exacta y se procedió al operativo de su captura.

Un derroche tecnológico estadounidense que no fue nada frente a la corrupción existente en México, una corrupción que favoreció una nueva fuga de Guzmán de otra cárcel mexicana de supuesta alta seguridad a principios de julio.

Junto a tanta tecnología, agentes de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA en inglés) habían suministrado en esta ocasión a la Armada de México valiosa información de inteligencia obtenida un año antes de interrogatorios a narcotraficantes capturados en Estados Unidos. Sin embargo, fue la información provista por la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) del Departamento de Seguridad Interna estadounidense al Gobierno mexicano la pieza clave para la captura de Guzmán.

Precisamente, a consecuencia de otros arrestos de narcotraficantes menores, se logró dar con el número del teléfono satelital de Guzmán y solo así fue posible detectarlo cuando este fue encendido y usado para realizar una llamada y lograr hacer el match con el sofisticado equipo de inteligencia y espionaje estadounidense.

Sin embargo, toda la tecnología del mundo no fue suficiente para dejar a Guzmán tras las rejas y bastó con la corrupción aún existente en México para que el narcotraficante quedara libre, tal y como pasó en su primera evasión, en 2001.

Ahora, se ha activado un nuevo operativo de búsqueda, en el que participa todo un bloque de países, aparte de México; de nuevo esperando por algún error del mexicano y poder interceptar alguna de sus llamadas y dar con su ubicación.

Se habla de que el exjefe de la Policía Nacional de Colombia, Óscar Adolfo Naranjo; y el general Luis Enrique Montenegro, quien detuvo a Pablo Escobar, ambos en proceso de retiro, son alguno de los expertos colombianos que participarán en la captura de Guzmán.

Las autoridades informan de que el bloque de búsqueda lo encabeza un grupo élite de almirantes de la Secretaría de Marina de México (Semar); generales de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena); oficiales de inteligencia del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y comisarios de todas las divisiones de la Policía Federal.

En el plan de captura se incluye el uso de tecnología de punta para detectar la ubicación del narcotraficante, por medio de llamadas telefónicas y familiares que se puedan encontrar cerca de él.

Interpol y Europol estarán encargados de identificar, ubicar y detener a los operadores financieros y lugartenientes que realicen actividades ilegales para la organización de Guzmán.

Pero, de nuevo, todo esfuerzo tecnológico e inversión millonaria, proveniente de los contribuyentes (sobre todo en este caso de Estados Unidos), será en vano si los controles en México no pasan por estrictos filtros y bajo garantía de probidad, para así asegurar que el delincuente permanezca en prisión y purgue finalmente sus penas carcelarias.



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