Algunas consecuencias estratégicas de los conflictos del siglo XXI 1
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Algunas consecuencias estratégicas de los conflictos del siglo XXI 1

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(Especial Ceeag para Infodefensa) A continuación se puede leer la primera parte del análisis 'Algunas consecuencias estratégicas de los conflictos del siglo XXI'. La segunda parte se publicará con posterioridad bajo el epígrafe 'Algunas consecuencias estratégicas de los conflictos del siglo XXI' (y2)

Introducción

Inicialmente es necesario señalar que la intención del presente documento de análisis es presentar al conocimiento de los profesores y alumnos del Instituto, una síntesis del contenido político y estratégico de una reciente orientación de empleo de los medios terrestres en una operación militar, para que la obtención de los objetivos estratégicos de la campaña, cumpla con la finalidad y la integralidad de los objetivos políticos en forma interagencial, combinada y obviamente conjunta, de una manera más coordinada y dirigida al dominio humano del territorio.

Con ello, se deberá buscar en las operaciones militares y derivado de las orientaciones políticas de la conducción de la guerra, el dominio humano del territorio, ya que la población humana se localiza en la tierra, no en el aire o el mar. Es, por tanto, en el medio terrestre, donde se deben focalizar las operaciones en una guerra de tipo asimétrico o con características híbridas, ya que la rápida capitulación política demostrada por el adversario ante la superioridad americana en Irak y Afganistán posibilitó el éxito militar casi inmediato, pero abrió la puerta a intensas y desgastantes operaciones posteriores, que incluso no estaban y ni siquiera fueron aventuradas por la conceptualización política que se hizo en los EEUU, a pesar de las experiencias provenientes de Vietnam y de muchas otras intervenciones de baja intensidad en Granada, Panamá, Somalia y los Balcanes.

También, es posible extrapolar y considerar ciertas experiencias provenientes de la acción militar en conflictos irregulares, que por su análisis e interpretación, demuestran la recomendación y validez de su aplicación en cualquier tipo de operaciones tradicionales o regulares, al existir una continua convergencia de sus características, cuando se debe enfrentar adversarios que deciden adoptar una forma asimétrica de empleo de los medios.

La obtención de lecciones y experiencias de los conflictos armados

Posterior al desencadenamiento y término de los conflictos armados, se generan acuerdos y arreglos internacionales para la búsqueda de una paz permanente, normalmente con la intervención multilateral de las Naciones Unidas y los organismos regionales. Además, se forjan en la opinión pública interna involucrada variadas controversias políticas referidas a los efectos que heredará la sociedad que políticamente requirió el empleo de los distintos elementos del poder nacional en el conflicto, guerra, campaña y/o acción militar, existiendo resultados y repercusiones de largo plazo de carácter multidimensional, por la violencia desatada en el país, estados vecinos o la región inmediata.

Estas secuelas sociales, políticas, diplomáticas, económicas, militares y muchas otras, perdurarán por años en la búsqueda de la recomposición internacional y la normalidad en las relaciones entre los estados o los grupos internos que se enfrentaron por la vía de las armas, para resolver coercitivamente sus diferencias o solucionar las disputas políticas sobre sus intereses vitales o de supervivencia por medio de una guerra, habiendo fallado el sistema internacional de prevención operativa, estructural o sistémica de los conflictos.

Mientras tanto, los expertos de la defensa y militares discutirán sobre las maniobras, actitudes, principios de la guerra, elementos de la conducción militar y del arte de la guerra utilizados en el campo de batalla, pero especialmente, se focalizarán en obtener experiencias y lecciones aprendidas por medio del estudio de la campaña militar, con el objeto de optimizar la forma de enfrentar exitosamente un nuevo desafío en este ámbito de las relaciones internacionales contenciosas entre los estados, con el objeto de que cuando se deba enfrentar otra vez un conflicto armado, esta acción del poder nacional total, debe resultar en la victoria política como resultante del dominio militar del o los contendores, cualquiera sea el tipo de guerra que se deba enfrentar, regular, irregular, focalizada, a gran escala, etc.

Los albores del siglo XXI, nos presentan innumerables conflictos internos o internacionales, guerras tradicionales, tecnológicas, híbridas, conflictos de 3ª y 4ª generación[1], operaciones de paz, invasiones y ocupaciones militares de alianzas y organismos regionales y diversas misiones de reconstrucción o de estabilización factibles de ser analizadas para extraer experiencias positivas o negativas, acerca del uso de los factores del poder nacional y de los medios armados en la protección de los intereses y los objetivos nacionales de potencias mundiales o medias en casi todos los continentes del mundo, siendo una valiosa fuente de investigación y de análisis.

El desarrollo de una nueva estrategia de empleo de los medios terrestres

En este sentido, el desarrollo desde el año 2013 de la Strategic Landpower, White Paper, winnning the clash of wills, por parte del Ejército, Cuerpo de Infantería de Marina y el Comando de Fuerzas Especiales de los Estados Unidos (EEUU), busca implementar mejoras en los procesos de definición de los objetivos políticos y estratégicos de la campaña en el ámbito terrestre de las operaciones, que ya han redundado en nuevas concepciones de la maniobra y empleo de estos medios nacionales, toda vez que ellos -los medios terrestres-, son los únicos que colaborarán definitoriamente al dominio humano requerido para lograr la victoria y los objetivos por los cuales se decide ir a la guerra, produciéndose una convergencia de las características y las condiciones presentes en la guerra irregular y la guerra regular o tradicional demostradas en Irak y Afganistán.

En forma paralela a la iniciativa anterior, el Consejo de Relaciones Exteriores de los EEUU, declaró a comienzos del año 2013, el establecimiento de esta fuerza de tarea conjunta con los organismos ya señalados, para estudiar el desarrollo de esta innovadora teoría de empleo del poder terrestre, para lograr durante los conflictos del futuro, el cumplimiento integral de los objetivos políticos en contacto con el adversario y asegurando en todo momento la prevención de la guerra, satisfaciendo con las acciones estratégicas armadas su obtención en forma exitosa y eficiente, eliminando los márgenes y vacíos que se generaron en Irak y en Afganistán, abordándose y generando nuevas conceptualizaciones para el empleo de los medios militares y para desarrollar los planes de ambos niveles en una forma más concurrente y coordinada.

Específicamente, esta fuerza de tarea debía examinar el rol estratégico del poder terrestre, en el cumplimiento de las tareas principales contenidas en la política global y las actuales guias estratégicas para las fuerzas militares, habiéndose actualizado esta política superior con la emisión de la Estrategia militar nacional de los EEUU en junio de 2015. Además, analizar y estudiar la confluencia de los dominios humanos, terrestres y del ciberespacio para informar en mejor forma a los niveles políticos la integración del dominio humano y su efecto decisivo en los resultados de las operaciones militares. También, informar cómo optimizar las consideraciones humanas en la estrategia conjunta y específicas de las doctrinas institucionales de las diferentes fuerzas, adoptando el concepto y las consideraciones resultantes del señalado domino en las operaciones militares, como un imperativo para asegurar en mejor forma el objetivo político de la guerra por medio de las estrategias y operaciones que se estructuran en los niveles inferiores de la conducción conjunta y militar.

Este análisis del rol y empleo de los medios que operan terrestremente, debería dirigirse a la confluencia y coordinación de las fuerzas que luchan por el dominio humano en tierra y en las acciones del ciberespacio. Esta investigación debía asegurar e identificar el futuro rol de las fuerzas que operan en tierra, cómo ellas pueden contribuir a prevenir y contener los conflictos armados e identificar las razones y causas del porqué los claros éxitos tácticos y operacionales no siempre han permitido el éxito estratégico de la operación militar. Cómo reforzar la necesidad de una mayor integración, coordinación y entendimiento en la obtención de los objetivos físicos de la campaña militar, con un mejor acuerdo y consideración de la identificación de los objetivos humanos en la formulación y ejecución de las estrategias del nivel político y estratégico, con los planes operacionales y las acciones tácticas. Para terminar, expandir el diálogo alrededor de las ciencias sociales de la guerra como un hecho social de carácter intrínsecamente político y humano, en paralelo al normal estudio de las ciencias físicas y tecnológicas de las lecciones de la guerra y sus maniobras.

La disociación entre los resultados de los objetivos políticos y los objetivos estratégicos observados en el resultado de las Campañas de Irak y de Afganistán, producto del temprano término de las operaciones militares decisivas, y debido a la rápida capitulación militar de los beligerantes enfrentados, reveló una falla en la necesaria coordinación entre los resultados y efectos deseados de los objetivos de ambos niveles. Los resultados de las estrategia militar, fueron por medio de complejas estrategias operacionales y tácticas coordinadas en un alejado y complejo escenario de forma conjunta, combinada e interagencial, pero que junto a las extremas condiciones políticas, geográficas y culturales existentes, generaron operaciones de estabilización y de contrainsurgencia de largo aliento, repercusiones políticas internas y un extremo costo humano y económico para los países participantes, especialmente para los EEUU.

Se señala en los estudios estratégicos de origen norteamericano, que lo anterior se debió a que las acciones armadas tradicionales con medios aéreos y navales en forma conjunta, no lograron el dominio humano, terrestre y físico-geográfico integral en los territorios conquistados, siendo la Infantería de Marina, el Ejército y las Fuerzas Especiales, los únicos medios capaces en la continuación de las operaciones, luego de la conquista del objetivo político de guerra bélico y estratégico de la campaña, para lograr el dominio del escenario requerido por la política, ya que la destrucción tradicional o la pérdida del ímpetu y capacidad de combate del oponente, si bien es cierto inmediatamente aseguró la victoria militar, no determinó el éxito político, y por ende, se debió pacificar posteriormente el teatro de operaciones, incluso con más tiempo, más bajas y medios militares que los empleados en las acciones tácticas y operaciones iniciales.

Posteriormente, el año 2014, el comandante del Training and Doctrine Command del Ejército de los EEUU, en un simposio de la aviación militar señaló acerca de estos análisis y cambios doctrinales, que esta nueva estrategia de empleo del poder terrestre, no es una estrategia en sí, sino un concepto operacional, que incluso ya hizo variar las tradicionales “seis funciones de combate” existentes a la fecha: 1) mando tipo misión, 2) movimiento y maniobra, 3) inteligencia, 4) fuego y 5) sostenimiento y 6) protección, agregándosele a partir de ese momento, el 7), contacto con el adversario.

Esta última función de combate, tiene una directa relación con las funciones de inteligencia y de movimiento y maniobra, ya que demuestra la necesidad de mantener la continuidad de las operaciones terrestres hasta la estabilización total del territorio conquistado. Con ello, además de tener armas combinadas de maniobra y una amplia zona de seguridad y de operaciones, se incorporaba poseer operaciones especiales de apoyo a la conceptualización estratégica. Al final de sus palabras, agregó la dificultad de consensuar conjuntamente esta nueva estrategia del “landpower”, ya que “tomó 5 meses para acordar siete páginas del documento” y que el concepto requiere ser madurado, examinado y operacionalizado a futuro, lo que se ha evidenciado solamente desde un punto de vista teórico por su intenso tratamiento académico e investigativo en el War College de Carlisle, donde reputados profesores han escrito al respecto[2].

[1] El documento de análisis del IEEES de España, “Las generaciones de guerras, guerras de segunda y tercera generación”, del 30 de diciembre de 2015, explica en forma resumida las características de estos tipos de conflictos, destacándose la existencia en otros artículos del mismo centro con otras clasificaciones.

[2] En la bibliografía, se señalan diferentes publicaciones relacionadas con esta teoría, las que han sido mayoritariamente publicadas por centros de estudios de EEUU y España.

Continuará en 'Algunas consecuencias estratégicas de los conflictos del siglo XXI' (y2)

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