Cómo ayudar a comprender la estrategia militar
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Cómo ayudar a comprender la estrategia militar

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(Especial Ceeag para Infodefensa) En el ejercicio de la docencia –en más de alguna ocasión y en la Academia de Guerra en particular–, comprender y diferenciar la “estrategia” de la “táctica” ha generado dificultades o al menos legítimas dudas, sobre todo cuando se incluye en esta divergencia a la “conducción operacional” y más aún cuando se intenta enseñar sin abstraerse de las particularidades de la ley Nº 20.224 –que artificialmente circunscribe la conducción estratégica en el ámbito de las Fuerzas Armadas al Jemco–.

Por lo tanto, lo primero, para comprender planteamientos teóricos que admiten diferentes interpretaciones es disociarse de las circunstancias específicas que obedecen a sucesos locales, que pasan a ser restrictivos respecto de sus fines y del pensar estratégicamente. Segundo, la estrategia militar ha sido cuantiosamente definida en beneficio de sí misma, nada sería peor para razonar sobre qué es la estrategia, sometiéndose a modelos estancos o planteamientos de terceros, aunque en el razonamiento las aproximaciones de grandes tratadistas ayuden a configurar la fisonomía de ésta en el imaginario de nuestros alumnos.

En el contexto anterior, un texto de principios del siglo XX, todavía es de utilidad para entender con mayor facilidad lo que es la estrategia militar, Henri Mordacq publicó La Estrategia, donde incluye un valioso precedente para comprender los sucesos que identifican el avance y contexto teórico de la estrategia en el siglo XIX y cómo ésta se presenta en los preámbulos del siglo XX o en la I Guerra Mundial.

Ilustrativamente, Mordacq identifica a los “doctrinarios” representados por H. Jomini; a los “ideólogos”, personalizados por K. von Clausewitz, a los “innatistas” caracterizados por los pensadores franceses; y a los integrantes de la “escuela del buen sentido”, que a fines del siglo XIX reúne a los que emigran del dogmatismo y que se someten a reconocer la evolución de la estrategia y a los estudios y trabajos de aplicación de la misma.

Así, podría admitirse que los conocimientos de estrategia que se imparten en la Academia de Guerra, tienen un poco de cada tendencia o escuela y en mayor sintonía con la “escuela del buen sentido”, pero no se puede dejar pasar, que los primeros profesores del Instituto eran seguidores de von Clausewitz, sobre todo si quien lo reposicionó como filósofo de la guerra es von Moltke después de sus éxitos en la guerra francoprusiana (1870-71).

En síntesis, una ni varias definiciones permiten comprender y responder qué es la estrategia militar. La rigidez conceptual de los términos asociados (actitudes, niveles, modelos, principios y demás) limita la libre comprensión de la misma y transforma al alumno en un actor pasivo del área del saber más importante de la ciencia militar –como lo es la estrategia– o le restringe el desarrollo de su propio pensamiento estratégico. Al fin de cuentas, la estrategia no es más que la equilibrada ecuación entre razonamiento e imaginación. En el razonamiento converge el positivismo y la habilidad de síntesis holística, y en la imaginación, el ingenio que diferencia el talento de los que razonan y de aquellos que dejan la intuición sólo para reflexionar sobre la vida.



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