Moira Britos se convierte en la primera mujer en vigilar la costa argentina desde el cielo
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Moira Britos se convierte en la primera mujer en vigilar la costa argentina desde el cielo

Britos habla por radio con su equipo.
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La llaman Vikinga y, aunque sus ojos y su pelo más claros que la media pudieran tener algo que ver con el apodo, fueron sin duda su dureza y tesón los detonantes finales del sobrenombre. Moira Britos es, a sus 28 años, la primera mujer en vigilar la costa Argentina desde el aire y lo es por méritos propios.

Custodiar la Zona Económica Exclusiva de Argentina no es una tarea fácil. Pese a que en marzo de 2016 Naciones Unidas extendió la soberanía del país austral sobre las riquezas del fondo oceánico hasta las 350 millas, el control de la pesca mantiene el límite tradicional: la milla 200. Una de las encargadas de supervisarlo es precisamente Britos, jefa de la estación de comunicaciones de la Base Aeronaval Punta Indio, cuna de la Aviación Naval argentina. A finales de mayo, Britos terminó el curso de Oficial de Control Operativo (OCO) de la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima de la Armada Argentina convirtiéndose en la primera mujer que vigila dese el cielo la costa del país austral en los 101 años de historia de la Aviación Naval.

La Escuadrilla fue creada en 1996 con el fin de manejar las cuatro Beechcraft 200 Super King Air que habían sido reconvertidas en B200M Cormorán para realizar misiones de búsqueda y rescate pero, sobre todo, de patrullaje y exploración marítima en la ZEE, debido a la creciente presencia de pesqueros ilegales extranjeros. Según informes oficiales y de organizaciones sin ánimo de lucro de los últimos años, los cerca de 300 buques que se agolpan en la milla 200 de forma ilegal hacen perder al Estado entre 500 y 800 millones de dólares al año. Acompañada de un radarista, un radioperador y los dos pilotos y mecánicos habituales, la teniente Britos trata de evitar que esto no ocurra.

En una conversación con INFODEFENSA.COM, la Vikinga –tal y como la apodaron sus compañeros cuando se graduó de la escuela de aviación- relata cómo se encarga de la parte operativa desde la parte trasera de la aeronave, a través de un ordenador que cuenta con un mapa de la zona y un sistema integrado de radar, GPS y un dispositivo AIS (Sistema de Identificación Automática). El AIS es una especie de “documento” de los buques mercantes que emite una señal que le permite identificar su bandera, su origen y su destino. Si Britos detecta uno que aparece en el radar pero que no lo tiene, es hora de bajar. Una vez han descendido, ella dirige al piloto para que se posicione sobre la vertical, toman fotografías de la bandera, la matrícula y cualquier otro elemento identificativo del buque, y se dirigen a la base para derivar la información a las autoridades correspondientes, quienes deciden cómo proceder. “Siempre que salimos encuentras varios buques pescando con el AIS apagado y casi siempre están pescando ilegalmente. Argentina tiene un litoral masivo muy extenso, necesitas tener preparada una respuesta disuasiva”, comenta.

Salvavidas aéreos

Si se trata de una operación de búsqueda y rescate en el mar, como es el caso de las evacuaciones, es la encargada de trazar una orden de operaciones y un esquema de vuelo para dirigir al “siniestrado” y que pueda regresar a salvo a tierra. En un caso extremo, en el que un buque haya sufrido una avería y esté hundiéndose, lo más importante es encontrarlo lo antes posible para salvar vidas.

Ella misma revela que nunca se había visto a sí misma como oficial de control operativo y ni siquiera sabía que se podía hacer dentro de la base cuando fue destinada allí. “Fue surgiendo y dándose, pero realmente me gusta. Es una actividad muy dinámica y tienes que estar muy atento a todo”.

Tras graduarse como oficial en la Escuela Naval Militar en 2014, estuvo dos años destinada en buques, primero en la corbeta ARA Parker (P-44) y después en el logístico ARA Patagonia (B-1) (LPGA). No sólo es la primera mujer OCO, sino que es también la primera jefa de la estación de comunicaciones de la base de Punta Indio, en la provincia de Buenos Aires, donde se encarga de administrar la central, el trabajo del personal y el material a cargo.

Las mujeres prestan servicios en las Fuerzas Armadas desde 1979, y según datos de 2010, teniendo en cuenta los institutos de formación, el Ejército cuenta con casi 5.000 (el 11,15% del total); la Fuerza Aérea, con 2.562 (17%); y la Armada, con 1.799 (8,5%).

La propia Britos desmonta los tópicos alrededor de que su profesión sea machista: “La Armada se enfoca mucho a la cuestión de capacidades de las personas, más allá del género. Hay más hombres en las Fuerzas Armadas pero la verdad es que nunca tuve obstáculos ni limitaciones. Antes la mujer estaba remitida a su hogar, ahora sale y avanza en un montón de ámbitos”. Ella cree que lo ideal es que llegue el día en el que la gente se fije en su historia y no la enfoque como ‘la primera mujer que…’, porque significaría que “nos consideramos todos como iguales por fin”.

En cuanto a dónde le gustaría ir después, Britos admite que su debilidad siempre fue la mar. “Soy de Mar del Plata (ciudad costera de la provincia de Buenos Aires) y allí había una base naval. No tengo familia militar pero desde chica me gustaban los buques, el ritmo de vida que veía. De lejos me gustaba y me metí a probar por curiosidad. Me gustó y decidí que me quedaba”, relata.

Por el momento, todavía tiene un año y medio más en Punta Indio y después estará destinada a un buque para continuar su formación, otros dos o tres años. Y no le parece mala idea terminar en el ARA Almirante Irízar (Q-5), el emblemático rompehielos que ha comenzado a realizar sus últimas pruebas para volver a operar tras diez años fuera de servicio por un devastador incendio. “Me gustaría el Irízar. A todos les gustaría”.



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