Brasil congrega a 2.500 militares de 60 países en el Viking 2018
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Brasil congrega a 2.500 militares de 60 países en el Viking 2018

Criado em 1999, o Exercício Viking oi realizado pela primeira vez também em um País sul-americano, o Brasil.
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La 8ª edición de un mega ejercicio de simulación creado en 1999 por Suecia y Estados Unidos, el Viking 2018, se realizó en Brasil, en lo que supone su primera salida de Europa. El Viking contó con la participación de aproximadamente 2.500 personas (jugadores, observadores y partidarios), de 60 nacionalidades, representando cerca de 80 instituciones.

Además de los desafíos profesionales inherentes a cualquier simulación o juego de guerra, las mayores dificultades incluyeron los problemas técnicos en los primeros días y la cuestión de la zona horaria para los militares ubicados en Brasil, que empiezan a jugar a las 5 de la mañana, la plataforma lógica está activada para apoyar el funcionamiento del ejercicio en sintonía con los jugadores que están en Europa.

La parte brasileña del ejercicio fue comandada por el general de División José Eduardo Pereira, jefe de la Preparación de la Fuerza Terrestre, director y oficial conductor del ejercicio (OCE). El general destacó el compromiso de los participantes, extranjeros y brasileños: "Mi profunda admiración por el brillante trabajo desarrollado y por la forma en que establecieron las relaciones y el intercambio de experiencias durante el evento".

Comandancia de las tropas

En la división de las responsabilidades de la misión ficticia de la ONU, Brasil se quedó con el prestigioso cargo de comandante de las tropas (el papel de Force Commander fue asumido por el general de Brigada Francisco Humberto Montenegro Junior, que está en Suecia) y, además, con el mando de uno de los sectores de la misión, ubicado hoy en el suroeste de Bogaland (a cargo del general de Brigada José Ricardo Vendramin Nunes, que está en Brasil).

Son cientos de ordenadores conectados a un único sistema, que simula la situación sobre el terreno, por ejemplo, de la creación de innumerables incidentes diarios, que provocan una acción por parte de los jugadores.

Tal reacción no necesariamente involucra al mismo tiempo a militares, policías y civiles. Pero, siempre que sea necesario, una acción integrada debe ser anhelada y adoptada, lo que exige un buen flujo de informaciones entre los diferentes jugadores de cada componente y, principalmente, de los componentes entre sí.

Para fomentar el intercambio, los organizadores entregan información sobre un incidente para un componente que, no obligatoriamente, sería el responsable de la respuesta, por no tener mandato o por no disponer de medios.

Para ello, se alienta a los componentes a reunirse dos veces al día, para conversar sobre la situación desde sus respectivos puntos de vista y para compartir no sólo sus necesidades y desafíos, sino también los medios disponibles para apoyar a los demás componentes en el cumplimiento de la misión.

En efecto, uno de los objetivos del juego es fomentar el espíritu de asociación, lo que se da tanto entre países, como entre militares, policías y civiles.

Esto pasa por un delicado proceso de construcción de confianza, sea en el juego, sea en la vida real.

Así, y en última instancia, la metodología y los objetivos de este tipo de ejercicio contribuyen a acercar a personas de culturas nacionales e institucionales diferentes que, una vez en el terreno, enfrentarán desafíos parecidos o aún más complejos.

En el Viking, los jugadores terminaron los diez días de simulación más bien preparados y en mejores condiciones de asesorar y de participar, con más efectividad, de futuras misiones de la ONU.

Bogaland: un escenario de alto riesgo

Bogaland es un país ficticio que vive gravísima crisis de seguridad y convive con dificultades encontradas actualmente en los más complejos conflictos armados de África y Oriente Medio: grupos fuertemente armados, niños soldado, refugiados y desplazados, heridas étnicas y religiosas explotadas por líderes demagogos, y otros problemas que asolan, en la vida real, a miles de personas a comienzos del siglo XXI.

En el momento, el país alberga una misión de la OTAN en todo su territorio.

En una de las provincias, hay un sector de la ONU ocupado por una brigada multinacional.

El estado final deseado es hacer, en toda la nación, el hand over completo de la OTAN para la ONU, es decir, la transferencia de la autoridad.

No es una tarea militar simple, ante la complejidad de las condiciones del terreno y, más aún, ante las diferentes naturalezas entre una misión de la OTAN y una de las Naciones Unidas que, aun robusta, suele seguir reglas de compromiso más restrictivas que las de la OTAN, además de disponer de menos medios militares (humanos, financieros y logísticos).

Fuera del componente militar, la misión de la ONU en Bogaland contó con el apoyo de los componentes policial y civil, en una típica estructura de operación multidimensional.

Imágenes: Roberto Caiafa



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