Rusia come mercado a Occidente
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Rusia come mercado a Occidente

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La tenue guerra fría renovada entre Occidente y Rusia a cuenta de las tensiones de los últimos meses en Ucrania tiene un claro ganador en el sector armamentista mundial: Rusia.

Las empresas del gigante euroasiático siguen lejos de manejar las decenas de miles de millones de euros que mueven las norteamericanas Lockheed Martin, Boeing y Raytheon o la británica BAE Systems, pero sus datos de crecimiento resultan muy superiores. Sus siete mayores compañías del sector han aumentado sus ingresos un 15 por ciento el mismo año en que las diez grandes del mundo –siete de ellas estadounidense, una británica, una neerlandesa y una italiana– veían disminuir los suyos en más de un 9 por ciento.

Y si se compara con Europa, la región que más debería preocuparse por la escalada del conflicto ucraniano, el contraste aún es mayor. La caída en las ventas de las 28 grandes europeas del sector, todas ellas en el ranking de las cien mayores firmas de defensa del mundo, roza el 10 por ciento en doce meses.

El fenómeno es el mismo que se viene reflejando desde hace unos años en los presupuestos militares de estos países. Mientras las partidas ordenadas por Moscú aumentan, las occidentales, particularmente las europeas, han estado cayendo. En 2013 las rusas llegaron a crecer más de un 18 por ciento en un solo ejercicio, al tiempo que en Europa ya acumulaban un descenso en conjunto del 23 por ciento en una década.

En ese momento se inició la escalada de tensiones en Ucrania, y como en toda guerra fría lo esperable es que fuese acompañada de su correspondiente carrera militar. Así ha ocurrido en los países del entorno del foco del conflicto, pero no en Europa occidental, al menos de momento. Ni siquiera a pesar de las advertencias de Estados Unidos y de la OTAN sobre la necesidad de gastar en defensa al menos el 2 por ciento del valor de su economía para poder hacer frente a las nuevas amenazas. De 28 países miembros de la Alianza Atlántica, 23 aún no cumplen esta premisa y en su mayoría están muy lejos de hacerlo.

En este contexto, los fuertes incrementos en las facturaciones de compañías rusas como Tactical Missiles (casi un 50 por ciento en un solo año), United Engine-Building (más de un 25 por ciento) o Russian Helicopters (un 16,3 por ciento), se deben en gran medida a la alta demanda del propio país, que ya emplea 84.500 millones de dólares al año en gastos militares. Pero el ritmo de producción que están adquiriendo les prepara para atender un mercado mundial cambiante que coincide con un descenso general en la actividad de las compañías occidentales.

Así, Rusia está lista para atender la enorme demanda que generan India, China y Pakistán, tres de los cinco países que más armamento importan en la actualidad en el mundo, y a los que Moscú ya lleva años vendiendo. De hecho ya es el principal importador de los gigantes China e India.

Sobre el resto de países, resulta difícil pensar que Moscú vaya a hacerse con mercados tradicionalmente occidentales, pero además de estos tres grandes asiáticos, que pueden dar mucho de sí, Rusia está bien implantada en otras áreas de Asia, Latinoamérica y África que le van a seguir dando contratos.

De momento algunas cosas están cambiando en Europa que podrían parar esta tendencia, sobre todo en Alemania y Francia, el corazón que mueve el viejo continente y donde los gastos militares vuelven a aumentar mientras que sus gigantes Krauss-Maffei Wegmann y Nexter se unen en una fusión que podría animar a otras europeas a seguir el necesario camino de las alianzas si quieren crecer en el nuevo mercado. En todo caso, un nuevo giro debería producirse en la industria militar europea en particular y en la occidental en general para que Rusia no acabe consolidando su poder en un mercado internacional en el que parece más fuerte cada día.



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