Las pruebas de rayos revelaron otro fallo en el caza F-35 que se trató de ocultar
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Las pruebas de rayos revelaron otro fallo en el caza F-35 que se trató de ocultar

Avión F-35. Foto: Lockheed Martin
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El proceso de certificación a prueba de rayos realizado a finales de 2014 al caza F-35 reveló un “bajo riesgo potencial” de despresurización de sus tanques de combustible. Las pruebas realizadas el año pasado confirmaron el problema del avión de combate de quinta generación desarrollado por Lockheed Martin, según un portavoz de la Oficina del Programa Conjunto (JPO).

FlightGlobal cita a esta fuente en una información en la que revela el nuevo contratiempo más de un año después de que se hubiese detectado, lo que evidencia otro intento de ocultar el enésimo fallo en el desarrollo de este aparato, fruto del programa militar más caro de la historia.

Entre otros, sus responsables ya trataron de esconder durante meses que se había suspendido la recepción de motores después de que en la primavera de 2014 ardiese uno montado en un aparato justo antes de despega. Poco antes habían ocultado el uso ilegal de piezas chinas para tratar de contener el encarecimiento constante de la aeronave, como recogió Infodefensa.com a principios de ese año. Entre los problemas conocidos más recientemente se cuenta la peligrosidad para los pilotos más ligeros detectada en su sistema de asiento eyectable, según reconoció el pasado otoño el propio Pentágono.

Algunos congresistas estadounidenses ya han evidenciado por qué se siguen encontrando fallos importantes en un programa militar con casi tres lustros de desarrollo y al que se le calcula un coste de 400.000 millones de dólares (más de 367.000 millones de euros al cambio actual) –cerca del doble de lo estimado en origen–.

Robo institucionalizado”

El mes pasado se probaron con éxito unas nuevas válvulas de alivio de presión para solventar los últimos problemas de sobre presión detectados y prevenir la posible rotura de tanques de combustible en vuelo. FlightGlobal explica que los trabajos de modificación comenzarán de inmediato en 41 aviones del modelo A –algunos de ellos ya entregados a Australia, Italia, Países Bajos y Noruega–, de acuerdo con un contrato firmado con Lockheed Martin este 12 de enero y valorado en 28,8 millones de dólares. La publicación especializada Defence-Aerospace denuncia el hecho de que, “de nuevo” el fabricante reciba más dinero por corregir un defecto en unos aviones por los que ya cobra pese a entregarlos con fallos. De ahí que considere “sorprendente que el Congreso [de Estados Unidos] no tenga nada que decir en lo que algunos calificarían de robo institucionalizado e incluso crimen organizado”.

El problema afecta a las tres variantes del avión (A, B y C), sobre las que ya se trabaja para corregirlo, de acuerdo con la fuente del JPO. La versión F-35A es la más ligera y ágil de ellas. Está preparada para el despegue y el aterrizaje convencional (lo que se conoce por las siglas en inglés CTOL) en pistas habituales. Con ella se quiere sustituir principalmente a los aviones F-16 y A-10.

La versión F-35B (en esta imagen), por su parte, está planteada para despegues cortos y aterrizajes verticales (STVOL), aunque en caso de necesidad también es capaz de despegar verticalmente (VTO). Con el F35B se sustituye a los cazas Harrier como los que, en una versión más antigua que los actuales, empleó Gran Bretaña a inicios de los 80 desde portaeronaves en la Guerra de las Malvinas.

Finalmente, la versión F-35C es la desarrollada para su uso naval desde grandes portaaviones. Despegan con la ayuda de catapultas y aterrizan sobre la cubierta gracias a su resistente tren de aterrizaje y al gancho trasero con el que atrapa el cable anclado al buque. Sus alas son de mayor tamaño y pueden plegarse. En este caso se ha concebido para sustituir al caza naval Boeing F/A-18 Super Hornet.

De momento ya se han entregado 154 aviones F-35 de los 2.500 que sus desarrolladores creen que se llegarán a construir en total durante las próximas tres décadas.

Imagen: Lockheed Martin



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