La compañía de defensa vasca Sapa, especializada en transmisiones para vehículos militares, encabeza un proyecto para reducir la huella de carbono en el transporte de mercancías y pasajeros. En la iniciativa también participa otra empresa del sector, la gallega Urovesa, que suministra vehículos militares Vamtac a las Fuerzas Armadas españolas.
Este es uno de los proyectos que aspira a recibir fondos europeos a través del Perte (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) del Vehículo Eléctrico y Conectado (VEC).
La propuesta, presentada al Ministerio de Industria a principios de este mes, reúne en un consorcio a 27 compañías. Contempla una inversión de 200 millones de euros y la creación de más de 3.000 puestos de trabajo, de los que 892 son directos y 2.265 indirectos, en País Vasco, Galicia, Cantabria, Aragón y Castilla-La Mancha, principalmente.
Sapa apuesta por aplicar la tecnología desarrollada en vehículos militares de gran tamaño al sector civil, mientras que Urovesa ya ha dado sus primeros pasos en plataformas eléctricas tanto y piensa en vehículos militares híbridos tanto para el ámbito civil como el militar. Los impulsores del proyecto destacan que el histórico incremento que supone el despegue del comercio electrónico y el reto logístico que ello supone apuntan a un mayor impacto medioambiental del transporte, uno de los retos a los que se enfrenta la industria de la automoción.
La iniciativa propone un cambio sistémico sectorial que impulse desde la circularidad de las materias primas, la electrificación de los vehículos y la conectividad, hasta el camino hacia la neutralidad climática.
Esta cuestión también ha llegado al mundo militar, donde los ejércitos cada vez más apuestan por la búsqueda de alternativas a los motores tradicionales. A este respecto, muchos países ya tienen en marcha proyectos para el desarrollo de sistema de propulsión híbridos, eléctricos y hasta basados en nuevas energías como el hidrógeno.