La responsabilidad del nivel político
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La responsabilidad del nivel político

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Posiblemente las Fuerzas Armadas han sido la institución española que más se ha ajustado en los últimos años a las condiciones generales que determinaba el contexto general. De forma constante han adaptado su organización a las misiones que desde el nivel político se les demandaba, actuando siempre dentro del marco financiero establecido y respondiendo a las exigencias de participación en operaciones y cumplimiento de misiones en territorio nacional. En el periodo más reciente, donde se han movido en un marco financiero ciertamente restringido, su límite de elasticidad pudiera haber llegado al límite.

El planeamiento de las fuerzas necesarias para realizar las misiones asignadas ha tenido en cuenta, como no podía ser de otra manera, el marco establecido por el nivel político. Tanto el Gobierno como el Parlamento han ratificado unos niveles de ambición políticos que no se correspondían a las asignaciones financieras para la defensa nacional. Los objetivos políticos fijados en diferentes documentos de política de Defensa han exigido un esfuerzo superior al que permitía la asignación de recursos. Se ha dado la impresión de que se puede permanentemente pedir mayor esfuerzo militar a la vez que se reducen de forma constante los fondos que tanto ejecutivo como legislativo están dispuestos a aportar.

Debe añadirse aquí la exigencia simultánea que se realiza de cara a potenciar la base industrial de defensa nacional. Un objetivo político añadido que igualmente requiere volumen financiero para poder abordarse.

El trabajo que está realizando el Ceseden para determinar los objetivos de fuerza a largo plazo, pretende según se ha podido saber, diseñar la fuerza posible dentro del marco financiero previsible, que responda a los objetivos políticos de la Defensa atendiendo a múltiples condicionantes de diferente tipo, y no sólo desde el punto de vista militar. Se trata de un estudio técnico para responder a exigencias políticas.

En este sentido, el nivel político general y el político-militar en particular, parece partir de la premisa de que el escenario económico actual no variará a medio plazo y que son los técnicos los que deben plantear que niveles de fuerza son posibles en ese marco. El enfoque es por tanto partir del escenario financiero para diseñar la fuerza futura pero sin renunciar a objetivos políticos ni asumir riesgos.

Este esquema es ciertamente inquietante desde diferentes puntos de vista. Desde el punto de vista militar las Fuerzas Armadas se han venido reduciendo de forma constante para ajustarse al presupuesto disponible. Algo normal pero que en los últimos años ha llegado a límites peligrosos que afectan no solo a los niveles de fuerza sino a su operatividad y a la seguridad de las tropas en operaciones. Nuevas reducciones podrían plantear unos niveles por debajo de lo razonable en términos de disuasión y respuesta frente a determinadas amenazas. Se trata de un viaje cíclico que se ha ido repitiendo en los últimos años. A los ajustes económicos se han sucedido reducciones de fuerza sin valorar los riesgos que suponen para nuestra defensa.

En cuanto a la modernización de las Fuerzas Armadas, el aparente desequilibrio actual se ha producido por un dramático descenso de las dotaciones para satisfacer ese objetivo. No hablamos solo de los pagos contractuales sino de renovaciones de materiales que están entrando, si no lo han hecho ya, en obsolescencia.

A estos aspectos debemos añadir también el componente industrial, uno de los objetivos principales asignados en los últimos años al Departamento. Ciertamente unos niveles de fuerza a medio y largo plazo reducidos en extremo producirán sin duda efectos sobre el tejido industrial. Es bueno orientar a la industria sobre los planes, pero con una demanda aún más reducida y con unas perspectivas de mercado interno bajo mínimos, el futuro de la industria es inquietante.

Evidentemente los niveles técnicos tienen que considerar las condiciones de contorno para determinar sus necesidades y posibilidades para cumplir los objetivos políticos. Unos objetivos que deben plantearse igualmente de forma coherente desde el nivel político para ajustar niveles de ambición con el esfuerzo que se está dispuesto a realizar. Es en el nivel técnico donde se tienen que plantear las necesidades y en el nivel político donde se deben asumir los riesgos si no se destinan los recursos suficientes para cubrirlas. Mezclar los roles es un error que debe evitarse porque descarga en planteamientos técnicos unas responsabilidades que son políticas.



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