La menos nacional de la industria nacional de Defensa
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La menos nacional de la industria nacional de Defensa

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La adquisición de ITP por parte de Rolls Royce ha sido autorizada recientemente. La empresa española especializada en turbinas, propulsores y componentes para sistemas de Defensa se ocupaba y aún se ocupa del mantenimiento de la mayoría de las turbinas de los aviones del Ejército del Aire. Ahora estará en manos extranjeras, difuminando, una vez más, el capital español, pasando ade grandes corporaciones sin ofrecer nada mejor de lo que ya ofrecían a las Fuerzas Armadas Españolas.

Esta operación forma parte, a mi entender, de una acción más dentro de la estrategia por parte de las grandes corporaciones de armamento británicas en mantenerse dentro del mercado común europeo y minimizar pérdidas una vez finalizado el Brexit (recientemente hemos visto perplejos como la británica BAE System se adjudicaba un contrato millonario por la fabricación de una serie de fragatas para Australia con un proyecto sustancialmente peor que el presentado por Navantia, pero la condición de socios de la Commonwealth prevaleció en el estampado final de la firma del proyecto).

"El objetivo de su inversión es fortalecer la posición de ITP por medio de su inclusión en un grupo transnacional como Rolls Royce con todas las oportunidades y desafíos que ello conlleva. La inversión permitirá además a ITP y sus sociedades filiales, no sólo mantengan y mejoren los servicios que prestan a su cartera de clientes, sino que reforzará su posición dentro de la industria global".

Esta operación no resulta nueva en la historia reciente de las compras, fusiones y adquisiciones de las empresas españolas de Defensa. Este tipo de movimiento en muy pocos o en ningún caso mejora las prestaciones que ofrecían entonces a las Fuerzas Armadas; sí mejora un ente corporativo mundial sin apenas mejoras sustanciales en la particularidad de la empresa nacional que se fusiona con una corporación multinacional. La menos nacional de la Industria Nacional de Defensa.

"Y sobre todo, ¡es un motor español!" Era el lema de la empresa del gallego Eduardo Barreiros, valedor de la transformación diésel-gasolina para los vehículos del Ejército de Tierra español que se fusionó con Chrysler. Nunca más se supo de Barreiros en el panorama de la Industria Nacional. Igual suerte corrió Pegaso, el mayor proveedor de camiones para el ejército al ser adquirida por Iveco en 1992.

La misma historia, esta vez con la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares S.A. Las grandes pérdidas que tenía la compañía en 1997 llevaron al gobierno a su venta, pasando una vez más a manos extranjeras en una operación un tanto insólita. Una operación insólita, digo, por la adquisición de General Dynamics de la empresa española en contra de lo natural, donde hubiera parecido lógico que Rheinmetall se hiciese con ella (por aquel entonces Santa Bárbara ensamblaba en su fábrica de Sevilla el carro de combate Leopard bajo licencia alemana) y potenciar un consorcio europeo tan en boga últimamente.

Situación del sector aeronáutico

Esta tendencia que afectó de manera drástica a empresas nacionales suministradoras de Sistemas de Defensa Terrestres ha alcanzado ahora al Sector Aeronáutico. Sener ha vendido la participación de ITP a Rolls Royce con cierto enojo por parte del Gobierno español, pero a juicio de lo que parece hoy que está pasando en la Industria de Defensa Nacional a nadie parece importar que las empresas nacionales de Defensa pasen a manos de otras extranjeras, precisamente en un momento, el actual, de políticas arancelarias y movimientos pre y post Brexit.

Construcciones Aeronáuticas Sociedad Anónima, más conocida como CASA se fundó en 1923 y en 1972 entró a formar parte de Airbus con una participación del 4,2% frente al 50% de la francesa Aérospatiale. En 1999 se fusiona con la European Aeronautic Defence and Space, EADS, con vocación enteramente europea y germen del proyecto militar Eurofighter.

Hoy, el Ejército del Aire está pendiente de sustituir con urgencia los aviones de entrenamiento CASA C-101 que utilizan los alumnos de cuarto de la Academia General del Aire (AGA) en San Javier. Tras una década sin invertir en Fuerzas Armadas las soluciones que se barajan a este respecto no son buenas, pasando sí o sí por un avión importado. Una solución que proviene de una empresa extranjera y que no mejora la respuesta nacional dada.

Todo indica que se pasará de un avión reactor a un turbohélice (el T6 Texan estadounidense o el Pilatus suizo son los mejores posicionados). La otra opción es el alquiler de aviones de entrenamiento mientras Airbus desarrolla desde cero un nuevo avión de entrenamiento que en el mejor de los casos estará operativo en 2030. Los C-101 terminan su vida útil en el 2021.

Airbus es protagonista indiscutible en el sector aeronáutico español. La adquisición y participación de la multinacional en empresas españolas se vivió con júbilo antes (en una euforia europeísta), mientras que ahora la incertidumbre, al deshacerse de esas empresas en pro de un nuevo capital extranjero que se haga cargo de las españolas, ya cada vez menos españolas, se ve con expectación.

Asistimos a la segunda derivada de aquel primer ciclo de fusiones, de capital extranjero que se hizo cargo de nuestra Industria de Defensa. Un segundo ciclo, donde aquellas grandes multinacionales se deshacen ahora de las que fueron empresas españolas y que vuelven a ser adquiridas por otras extranjeras, desvirtuando el sentimiento de pertenencia a España, en favor, supongo, de la globalización.

Además están las nuevas empresas, que con dificultades y esfuerzo han ido creciendo, pero que por los mismos motivos que hace 50 años, tienen que buscar fuera lo que dentro no les dan. Es el ejemplo de Escribano. Potencial empresa abanderada de la Industria Nacional de Defensa que ya ha buscado refugio en el capital extranjero.

La empresa CESA, que surge de la División de Accesorios de CASA con motivo del compromiso español con el programa europeo Eurofighter en 1986 es adquirida al 100% por la empresa canadiense Héroux-Devtek especializada en la producción de componentes aeroespaciales y vendida por Airbus. Airbus no se queda ahí y también pretende vender su participación (60%) de la empresa Alestis, que en España tiene instalaciones en Sevilla, Getafe, Cádiz y Vitoria.

Además está también la reducción de plantilla, esta vez a nivel europeo que Airbus quiere aplicar, tal vez por las altas expectativas del avión de transporte militar A400M y que no han acabado de cumplirse. El «maltrato» de multinacionales con mayoría de capital extranjero a la Empresa de Defensa Nacional parece una tendencia que se constata con el tiempo.

Francia y Alemania (Dassault Aviation y Airbus Defence & Space), o sea, otra vez Airbus, han vetado la posibilidad de que España participe en el diseño del Futuro Sistema Aéreo de Combate, que sustituirá al Eurofighter actual. Ante lo cual España tendrá que elegir, una vez más entre dos modelos importados sin participación española, el F35 estadounidense de Lockheed Martin o el desarrollado por alemanes y franceses. En el campo de los drones y vehículos no tripulados la tendencia parece ser la misma, pero en menor proporción aparentemente.

En este caso nos encontramos en la primera parte del ciclo: la adquisición de participaciones por parte de multinacionales y capital extranjero de compañías españolas con gran carga tecnológica. SCR, la española fabricante de los RPAS Tucán participa del grupo multinacional Everis Aeroespacial, Defensa y Seguridad. En origen española, el grupo NTT japonés compró en 2013 la compañía, aunque mantiene la sede social en Madrid.

Tras la quinta edición UNVEX en León, se informó por parte de la DGAM de la adquisición por parte de la Infantería de Marina española de drones Fullmar X, de fabricación completamente española por Thales España, recordando, claro, que el grupo Thales es una multinacional francesa. Tampoco se escapa Indra, no sólo en su faceta de drones sino como la compañía tecnológica de referencia en España donde el grupo americano Fidelity controla el 20% de la compañía.

La tendencia de insuflar capital extranjero a las empresas dedicadas a la Industria de Defensa Nacional se prevé una constante que si nadie hace nada parece que incluso aumentará en el futuro. Primero los Sistemas de Defensa Terrestre; hemos desarrollado un mapa de tendencia a nivel aeronáutico; ¿Qué pasará con la Industria Naval?, ya hay voces críticas (siempre las hubo) que buscan un consorcio europeo en este sentido, en teoría para hacer más fuerte a Europa y que, en ningún caso, mejoraría el producto nacional, siendo los barcos de la Armada los mejores de Europa.

Tras este recorrido, ¿Qué análisis hacemos?

La falta de interés en cuidar a la empresa nacional desde las instituciones, como también desde el ámbito empresarial, así como la falta de compromiso en la excelencia en las relaciones binomiales con las Fuerzas Armadas, propician la injerencia de grandes corporaciones para hacerse con el control de las empresas locales en beneficio propio únicamente.

Esta falta de interés real por la Industria de Defensa propiamente nacional impide un futuro independiente de terceros en aspectos estratégicos de Defensa. ¿Por qué pedir con insistencia una buena Industria de Defensa Europea cuando no se exige lo mismo para España desde España?

En esta misma tribuna defendí la Cultura de Defensa como preámbulo de una buena Industria de Defensa ya que fundamenta una base sólida para integrar una filosofía de trabajo en el seno de la Industria. La Industria de Defensa, a diferencia de otro tipo de industria, debe buscar una comprensión y una ejecución en el modo de hacer las cosas más allá de la ingenieril o mercantil acercándose a la idiosincrasia de las Fuerzas Armadas.

Las grandes corporaciones de Defensa son las más interesadas en buscar un consorcio en la Industria de Defensa Europea, disfrazándolo con ideas y fundamentos proeuropeístas o en su defecto con argumentos antiamericanos para consolidar un monopolio europeo que se les está escapando y por eso instan a los países europeos a hacer «patria» (lo que no quieren hacer en España) para comprar los sistemas de Defensa europeos en lugar de los estadounidenses enarbolando el firme axioma de que eso es bueno para Europa. Una Europa que hace hoy más por la desunión que por la unión.

Eso de que es bueno para Europa está por ver ¿Lo es para las Fuerzas Armadas europeas? Interesándome España ¿Eso es bueno para las Fuerzas Armadas Españolas?

En ese anterior artículo, dibujábamos la línea de por dónde van las grandes corporaciones de armamento y de paso lento: ofrecer un sistema de Defensa común a un cliente global. Eso es lo que busca la Industria, mejor dicho, eso es lo que buscan y a lo que tienden las grandes corporaciones de armamento.

Tejido industrial. Invertir en las empresas españolas

Hay que promover su desarrollo, no fomentar su venta a otras corporaciones, así no se consigue un tejido industrial propio en materia de Defensa. ¿Las empresas de armamento que eran públicas y ahora son privadas ofrecen mejor servicio a nuestras Fuerzas Armadas en la actualidad que cuando eran públicas entonces? ¿Las públicas que siguen siéndolo y las que sin ser públicas siguen siendo de titularidad española ofrecen mejores servicios a las Fuerzas Armadas Españolas ahora que entonces?

En la respuesta a estas preguntas está la solución al modelo de tejido Industrial para la Defensa que se necesita. Sin olvidar las pequeñas y medianas empresas. Las grandes corporaciones armamentísticas de paso lento necesitan de las pequeñas y medianas empresas. Las pequeñas y medianas empresas en el ámbito de la Defensa son las únicas capaces de mantener una dinámica de flexibilidad, adaptabilidad e innovación. Hay que fomentar su participación, cada vez más, en los proyectos de Defensa de manera directa. Son las únicas capaces de dar una solución específica y no global para necesidades concretas de las Fuerzas Armadas.

No existe un clúster de la Defensa potente y fuerte con capacidad de influencia que integre además a las pequeñas y medianas empresas del sector y que tenga como objetivo principal el dotar a las Fuerzas Armadas Españolas de mejores Sistemas de Defensa Nacionales.

Una gran parte del sector industrial de Defensa, de la política y del ámbito empresarial de nuestro país, especialmente altos cargos directivos, abogan con mucho énfasis un consorcio Industrial de Defensa Europeo para hacer frente a las empresas estadounidenses. Esto se hace más evidente desde que en 2016 se publica la Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad Europea.

Iniciativas europeas

En este sentido se han dado pasos prometedores, como la iniciativa de la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) o el Fondo Europeo de Defensa. Sin embargo sería bueno rebajar las expectativas, atendiendo especialmente a la falta de unión en materia de política exterior, política migratoria o el desafío del Brexit.

La defensa de un espacio común en torno a la Industria de Defensa Europea se difumina a medida que avanza el debate, pasando de la defensa de una Industria de Defensa Común Europea, al apoyo incondicional de cualquier sistema proveniente de una empresa de la Unión Europea y de ahí se desvirtúa aún más, cuando se intenta defender cualquier producto europeo (no necesariamente de la UE) frente a los sistemas de defensa estadounidenses en pro de «construir Europa» y que paradójicamente está beneficiando a las empresas británicas que abandonarán la Unión Europea o en su defecto a las estadounidenses.

Pero, ¿es esto bueno para nuestras Fuerzas Armadas? ¿Hay que apostar por el idealismo europeo, producto europeo sí o sí, o por el pragmatismo de dotar a las FAS del mejor producto en materia de defensa al que se pueda aspirar? No se puede defender una Industria de Defensa Europea desde la desidia de no defender la Nacional.

La difuminación del capital español en la Industria de Defensa en beneficio de grandes multinacionales extranjeras ha sido una constante. No sólo eso, también la falta de determinación y de iniciativa a nivel político y empresarial por mantener, incentivar, sostener, acrecentar o defender una Industria de Defensa Nacional con verdadero peso específico.

Europa no quiere depender militarmente de EE.UU, pero no quiere invertir en materia de Defensa; mantiene a la OTAN para defender la frontera este de Europa y se arropa en el escudo antimisiles estadounidense; la desunión y el euroescepticismo avanzan posiciones y paradójicamente este fervor por la unión de la Industria de Defensa beneficia precisamente a las empresas de armamento británicas, que se irán del mercado común, una vez se concluya el Brexit o a aquellas estadounidenses. En España esto es así si continúa la tendencia de insuflar capital extranjero a la Industria Nacional de Defensa.

Hay que tener cuidado, porque los que abogan por una menos nacional de la Industria de Defensa Nacional en favor de Europa, al final, se pueden encontrar con la menos europea de la Industria de Defensa Europea.



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