España se une al selecto club de creadores de submarinos
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España se une al selecto club de creadores de submarinos

Submarino S-80 en construcción. Foto Ginés Soriano Forte  Infodefensa.com
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(Infodefensa.com)

Los únicos capaces de desarrollar sus propios submarinos “partiendo de cero son prácticamente los países del G-8 y China”. La frase, pronunciada hace cinco años por un exresponsable del programa del S-80 ante un auditorio especializado no es del todo precisa, pero sí sitúa bien en qué posición, de la ingeniería naval mundial, queda España con la puesta a flote del primer sumergible militar de concepción enteramente nacional que operará la Armada. Ni Italia ni Canadá, pese a sus indiscutibles capacidades, pueden enfrentar un programa de este tipo en la actualidad. De otra parte, aunque no forma parte del G-8, Suecia sí cuenta con esta capacidad que en total solo poseen menos de una decena de elegidos: Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Japón, Reino Unido, Rusia, Suecia y, ahora también, España.

Que haya tan pocas naciones que diseñen y construyan submarinos no es una mera coincidencia fruto del desinterés de otros países. De hecho, los expertos coinciden en que acometer un proyecto de este tipo tiene más similitudes con el desarrollo de una nave espacial que con un programa naval convencional. El del S-80 es, en mayúsculas, el proyecto tecnológico más complejo que jamás ha acometido España. De ahí se comprende algo más las dificultades que ha dilatado su puesta a flote 17 años desde su encargo, en 2004, tras superar distintas dificultades, particularmente la detección de un problema de sobrepeso en 2012. Aquel importante contratiempo, que no trascendió hasta 2013, cuando sobre el papel apenas quedaba un mes para ponerlo en el agua, obligó a los ingenieros a rediseñar el buque para alargar 10 metros su eslora. La compleja operación, tan profunda que llevó a cambiar el nombre comercial del proyecto para denominarlo a partir de entonces S-80 Plus, se resolvió con la ayuda de la compañía norteamericana General Dynamics Electric Boat.

Electric Boat cuenta con la experiencia de haberse enfrentado en su país (Estados Unidos) a unos contratiempos muy similares a los del S-80. La superpotencia indiscutible en la construcción de submarinos sufrió en los años 1980 su propia crisis en el desarrollo de la clase Seawolf, de la que finalmente sólo construyó tres unidades de las 29 que había previsto. España, en cambio no cejó, en su empeño de sacar adelante sus cuatro S-80. Tampoco lo hizo Reino Unido, que optó por seguir adelante con el programa liderado por BAE Systems de siete submarinos Astute, después de que fuese igualmente golpeado durante su desarrollo por problemas serios de ingeniería que también le llevó a pedir la colaboración de Electric Boat y la Armada de Estados Unidos para solventarlos.

Odisea francesa en Australia

 

Otro desarrollo actual que de forma similar está atravesando importantes dificultades, pese a que acaba de arrancar, es el de los doce submarinos Attack que va a suministrar a Australia la compañía semipública francesa Naval Group, actualmente inmersa, por cierto, en la costosa recuperación de un submarino que se le quemó el año pasado cuando lo estaba reparando.

Antes de cumplir un año desde la formalización del contrato australiano con Francia, que se selló en febrero de 2019, una auditoría oficial reveló que en su fase de diseño ya acumulaba nueve meses de retraso, y poco después trascendió que las autoridades del país harán frente a la demora prevista alargando la vida de las unidades de la clase Collins que los nuevos sumergibles van a sustituir, lo que obligará a un gasto extra de 3.500 millones australianos (2.250 millones de euros). La cifra se suma a los 90.000 millones de dólares australianos que se calcula ahora que costará el programa (más de 57.800 millones de euros), cifrado inicialmente en 50.000 millones de dólares australianos (unos 32.100 millones de euros). Las “explosiones de costes y plazos incumplidos” de este proyecto, en palabras del propio primer ministro del país, Scott Morrison, llevaron al gobierno australiano a plantearse a principios de este año rescindir directamente el encargo.

De momento el programa de los Attack sigue adelante, tras un acuerdo para derivar el 60 de la obra a empresas locales, pese a que inicialmente Naval Group había puesto en duda la capacidad australiana para participar de un proyecto tan complejo como el que supone la construcción de submarinos. Aquí cabe un inciso para recordar que España con el S-80 no se limita a construir submarinos, cosa que lleva décadas haciendo, sino que se trata de un desarrollo propio, algo inalcanzable para casi todo el mundo. No para Alemania, que acumula una larga experiencia.

Éxito alemán

 

Pese a su larga trayectoria de desarrollador de sumergibles, las autoridades germanas han optado por aliarse con Noruega para beneficiarse de las sinergias de un diseño común de submarino destinado a ambos países, en un proyecto liderado por el astillero alemán Thyssenkrupp Marine Systems (TKMS), que el mes pasado firmó el contrato. Solo los cuatro buques destinados a Noruega dentro de este programa de seis unidades (Alemania se hará con las otras dos) tienen un coste estimado en 45.000 millones de coronas, lo que equivale a cerca de 4.500 millones de euros. En contraste, los también cuatro submarinos del programa español suponen un desembolso de menos de 4.000 millones, incluidos los ingentes gastos para resolver los problemas de ingeniería detectados, y se trata de naves más capaces, con casi el doble de desplazamiento (cerca de 3.000 toneladas frente a las poco más de 1.800 de las unidades germano-noruegas).

Además de suministrar a su propia armada, los desarrollos alemanes tienen un notable éxito en el mercado de exportación. Italia, por ejemplo, con una industria naval tan potente como la que le brinda su compañía semipública Fincantieri, construye bajo licencia (no tiene desarrollos propios) de la firma alemana HDW (parte de TKMS) el modelo U212, del que incorporará previsiblemente en 2027 y 2029 dos nuevas unidades.

Como Alemania, Japón acumula una dilatada experiencia en el desarrollo de submarinos propios. Sin embargo, Tokio, a diferencia de Berlín, no quiso aprovechar esta capacidad para exportar modelos tras la Segunda Guerra Mundial. Azotada por la honda huella que dejó el conflicto en el país, los nipones se autoimpusieron no vender armamento en el exterior. Esta prohibición fue rota hace unos años por el hasta 2020 primer ministro Shinzo Abe, pero su peso continúa en la poderosa industria del país. Así se explica el desinterés con el que las compañías japonesas Kawasaki Heavy Industries (KWI) y Mitsubishi Heavy Industries (MHI) concurrieron al concurso australiano, que finalmente ganó Naval Group, pese a que se les llegó a considerar favoritas con su desarrollo conjunto Soryu.

Volviendo a Europa, junto a Francia, Alemania, Reino Unido y España, Suecia completa el quinteto de países del viejo continente capaces de diseñar y construir submarinos. En su momento, Alemania arrebató a la industria sueca esta capacidad con la adquisición por parte de TKMS de la antigua Kockums, desarrolladora del modelo A26, del que Suecia construye ahora dos unidades. Finalmente, en 2014, la sueca Saab volvió a comprar la empresa para integrarla en su negocio de seguridad y defensa.

Taiwan llama a la puerta

 

El sello alemán también ha llegado a Corea del Sur, donde la compañía Daewoo Shipbuilding & Marine Engineering (DSME) ha acometido su propio proyecto de submarinos, de la clase Chang Bogo, si bien a partir de una variante del previamente existente modelo Tipo 209. En este modelo de origen germano también se basan los seis sumergibles que ha encargado Indonesia a Seúl. Su vecino, y enemigo, Corea del Norte, que desde luego no participa en el mercado internacional de submarinos, igualmente comenzó en los años 1970 un programa autóctono, pero con ayuda de China.

En cuanto a esta última (China), junto a Rusia y Estados Unidos, y al igual que ocurre con Reino Unido y Francia, sus principales desarrollos son nucleares, lo que conforma otra liga. A ella se acercarán los S-80 españoles cuando incorporen sus sistemas de propulsión independiente del aire (AIP), que les permitirá mantenerse hasta tres semanas bajo el agua, pero la propulsión nuclear sigue planteando un concepto de submarino distinto, de una capacidad de inmersión casi infinita. Tanto Rusia como China están apostando por disponer también en su catálogo de submarinos convencionales, lo que les distingue de Estados Unidos y Reino Unido, centrados al completo en el diseño y construcción de unidades de propulsión atómica.

En la actualidad, solo Alemania, China, España, Francia, Japón, Rusia y Suecia están capacitadas para desarrollar y poner en el agua submarinos convencionales (países como Corea del Sur y Brasil, a pesar de fabricarlos, no diseñan modelos propios). Junto a ellos, la República de China (nombre oficial de la más conocida como Taiwan) acaba de lanzarse a construir su propio modelo de buque submarino, del que prevé fabricar ocho unidades. Cuando lo logre, el exclusivo club de desarrolladores de submarino, al que ya ha entrado España, seguirá sin superar la decena de países en todo el mundo.



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