Camuflajes perfectos
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Camuflajes perfectos

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El sábado 11 de febrero me encontré con la noticia de que el sub-centro de adiestramiento militar ubicado en Xtomoc, Quintana Roo, había abierto sus puertas a los medios de comunicación a inicios de este año. Una visita de prensa coloreada de camuflajes perfectos, con franjas negras y verde olivo, contaba a través de fotos y videos el entrenamiento de supervivencia y reacción inmediata que reciben los elementos castrenses en este sitio. La noticia mencionaba en su última parte, y remarcado en negrita, el dato de los 90 elementos de las Fuerzas Especiales que actualmente se nutren del combate en selva, anfibio o submarino, en un paraíso como lo es la península de Yucatán.

Hay que decir que este cuerpo militar es una unidad de élite del Ejército mexicano. Incursiona en operaciones especiales y encubiertas. De ahí la importancia de este tipo de visitas, pues desde su creación en 1990 este cuerpo ha estado coloreado no de camuflajes tan perfectos como los presentados por la nota de prensa de aquél sábado. Este es un tema esencial si algún día se quiere llegar a entender y a revertir de manera positiva la guerra contra el narcotráfico que tanto daño ha provocado en el país.

En sus inicios los integrantes del Cuerpo de Fuerzas Especiales viajaban al extranjero para ser entrenados, destacan las Fuerzas Especiales de Estados Unidos, la llamada Sayeret Matkal de Israel o la Gendarmería francesa. Hoy día México cuenta con un Centro de Adiestramiento ubicado en Temamatla, Estado de México, y cuatro sub-centros para la especialización de sus soldados:

Para operaciones urbanas las instalaciones de San Miguel de los Jagueyes, Estado de México. Para operaciones en desierto y terrenos áridos la Laguna Salada, en Baja California. Para operaciones de montaña El Salto, en el estado de Durango. Y para operaciones de selva, buceo y anfibias el mencionado sitio de Xtomoc en Quintana Roo. La nota de prensa intentaba detallar las diez arduas semanas de entrenamiento donde el nivel de resistencia y disciplina de los participantes pasaría "de lo básico a lo complejo".

Además del combate todo terreno los integrantes de este grupo armado son capaces de echar mano de prácticamente todos los

recursos bélicos con los que cuenta el Ejército Mexicano. Helicópteros Black Hawk, Mil Mi-17, vehícuos tácticos Sand Cat, vehículos ligeros de asalto, fusiles, pistolas, ametralladoras o lanzagranadas, entre más. Participan en operaciones de intervención, contraterrorismo, de francotirador, protección a funcionarios...

Pintado de esta forma se podría hablar de un grupo de élite "color de rosa", ideal, bien preparado, bien cuadrado. Y por un momento se diría que el camuflaje de la nota de prensa habría surtido efecto. Sin embargo es importante no perder la mirada en este entorno de daños colaterales, personas desaparecidas y familias desplazadas.

Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón (2006-2012), por poner un ejemplo, fue fundado el grupo narcotraficante de los Zetas. Para fortalecerse importó las tácticas, la disciplina y las costumbres del grupo de élite del Ejército, de quien tomó prestado, además, varios soldados quienes "voltearon bandera".

La historia del líder narcotraficante Heriberto Lazcano (1974-2012) es una de ellas. Durante su juventud Lazcano formó parte del entonces llamado Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especaiels (GAFE) del Ejército de México; para terminar como uno de los narcos más buscados por la ley tanto de México como de Estados Unidos.

En 1994, durante el levantamiento zapatista en Chiapas, la Sedena puso en marcha la Operación Arcoíris, que a grandes rasgos buscaba "destruir y/o desorganizar la estructura política militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)", el movimiento indígena que gritó "¡Ya basta! al gobierno" el mismo primero de enero que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá. El arcoíris no necesariamente remite a buenos augurios. No en México.

"Ahí, desde hace más de cuatro meses, los indígenas zapatistas están plantados frente a un batallón de élite del Ejército Federal. Todos los días los zapatistas van frente a los soldados, les dicen consignas, les dan clase política, cantan el Himno Nacional. El general al mando de la invasión castrense ordenó la instalación de hasta ocho bocinas de alta potencia para proteger a sus soldados de las malas ideas de los zapatistas". (EZLN. Documentos y comunicados vol. 4. Ediciones Era, p. 401).

Basta de juegos turbios entre nosotros mismos. Basta de meternos el pie. Basta de camuflajes perfectos que sólo esconden lo que nos atora como país.

Esto y más, mucho más, se tiene que poner sobre la mesa durante la discusión de la Ley de Seguridad que actualmente se gesta en el Congreso mexicano.



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