Trump: ¿aliado o desestabilizador
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Trump: ¿aliado o desestabilizador

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Tal vez sea muy pronto para contestar la pregunta de si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, será un aliado o un desestabilizador para la seguridad en el Triángulo Norte de Centroamérica, formado por Guatemala, Honduras y El Salvador.

Locierto es que la designación como secretario de Seguridad Nacional del general retirado John Kelly, precisamente el ex jefe del Comando Sur estadounidense (Southcom) y gestor, en alguna medida, de la Alianza para la Prosperidad, puede dar ciertas luces acerca de la pregunta que titula a este artículo.

Kelly elogió a países como Colombia, Panamá o Chile por sus políticas de seguridad, desde su cargo en el Comando Sur y como impulsor de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte centroamericano conoce muy bien la región, en virtud de la cual Estados Unidos financió a Guatemala, Honduras y El Salvador para neutralizar los flujos emigrantes en sus lugares de origen.

También declaró antes de ocupar su actual cargo que el muro en la frontera con México no resolvería los problemas “por sí solo”, distanciándose de Trump en este punto.

Pero la orden está dada y la tensión por ella desatada, al menos, de inmediato, con México. Con reservas o convencido, el general de la vieja escuela John Kelly tendrá que asumir este y el resto de encargos de su superior, la mayoría de los cuales parecen encajar bien con su personalidad y bagaje. Aunque esto último pueda ser lo de menos en la conciencia de un marine que sirvió al Cuerpo durante 45 años.

El secretario de Seguridad Nacional es un experto conocedor de América Latina, región a la que ha dedicado gran parte de su trayectoria y la que más en alerta permanece ante los movimientos del nuevo Gabinete de Estados Unidos.

Los aranceles anunciados por Trump a las importaciones de México, junto a otras medidas proteccionistas; las amenazas a las empresas estadounidenses que lleven su producción al exterior, los anuncios de deportaciones masivas o la intención de endurecer el control de la inmigración ponen en guardia especialmente a los vecinos del sur de Estados Unidos.

Muchos de ellos basan sus economías en la relación comercial con el gigante norteamericano, con el que han generado una dependencia que ahora puede pasarles factura. Kelly jugará un papel decisivo en ello, aplicando esas políticas que el presidente Trump promete lanzar con base en un criterio principal: “Estados Unidos, primero”.

Su secretario de Seguridad Nacional es un convencido de que grupos terroristas pueden valerse de rutas del narcotráfico y la inmigración para arraigarse en la primera potencia mundial y así lo manifestó mientras estuvo al frente del Southcom.

La consonancia en este punto con el nuevo comandante en jefe es absoluta y adelanta un cambio respecto a la gestión antidrogas de Barack Obama, al recuperar el principio de la guerra contra esta amenaza.

Precisamente así lo ratificó Kelly cuando asumió: “Acabar con el terrorismo, recuperar la soberanía en nuestras fronteras y poner fin a la corrección política que durante demasiado tiempo ha dictado nuestra estrategia de seguridad nacional”.

Ese fue el objetivo que se planteó Kelly al asumir su nueva responsabilidad, que desarrollará “con seriedad y un profundo respeto por las leyes y la Constitución”.

Claro que está por verse hasta dónde llega el endurecimiento de las políticas de inmigración y seguridad, pero es indudable que el país experimentará un enorme viraje en este ámbito respecto a lo realizado por la Administración Obama.

Y, de nuevo, vale la pregunta: ¿será Trump un aliado o desestabilizador de la seguridad en el Triángulo Norte de América Central, a través de su “caja de resonancia” al respecto, el general John Kelly?



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