Los retos de la Feria Aeroespacial México 2017 1
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Los retos de la Feria Aeroespacial México 2017 1

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Pocos lo recuerdan, pero hace diez años visitar una base de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) era posible sólo mediante contados canales como una invitación escolar o la ayuda de un amigo perteneciente a la misma FAM; en esa época de inclaustración, las ferias y espectáculos aéreos eran escasos a falta de otra palabra. Con orgullo juvenil, el autor de éste texto se encontró entre aquellos sujetos que fueron amablemente removidos (no en pocas ocasiones) por el equipo de seguridad de la Base Aérea de Santa Lucía.

Debo ser justo, nunca fuimos sujetos de violencia ni verbal ni física y jamás vimos asomarse siquiera un arma, simplemente éramos escoltados en un viejo Jetta azul a la entrada principal de la base a donde cada quien partía en los mejores términos… hasta que nos volviésemos a encontrar.

Hoy en día la situación es otra y vaya que han cambiado las cosas, no sólo hay áreas en la base a donde los civiles son cotidianamente bienvenidos; ya hay una fecha anual a donde la base aérea se abre, sin costo alguno, al público para un espectáculo aéreo de ocho horas, que desde su primera edición ha registrado entradas récord cercanas a las 300.000 personas.

Y, por supuesto, hace apenas dos años se añade otra de estas fechas: la Feria Aeroespacial México (Famex), que se da en un momento crucial de la industria aeronáutica mexicana, que año con año remonta en su importancia como proveedor aeronáutico para los Estados Unidos y Europa, pero que carecía de un escaparate formal que mostrara al mundo la oferta de oportunidades aeronáuticas que hay en México.

Industria restablecida

Si bien en el siglo pasado los gobernantes mexicanos hicieron todo lo que pudieron para arrasar a la industria aeronáutica mexicana, hoy en día el error se ha corregido y el sector aeroespacial mexicano se reconstruyó por empresas dedicadas a la manufactura, mantenimiento, reparación, adecuación, ingeniería, diseño y servicios auxiliares (aerolíneas, laboratorios de pruebas y centros de capacitación, entre otros) de aeronaves de tipo comercial y militar. Incluso las secretarías de Defensa y Marina tienen programas de desarrollo de aeronaves no tripuladas y entrenadores.

La industria aeroespacial mexicana no está concentrada en la zona metropolitana de la Ciudad de México, lo cual sin duda es una de las razones por las que ha tenido un resurgimiento tan importante, al aprovechar el enorme potencial humano y académico, así como la mano de obra bilingüe de los estados fronterizos del país o de la zona del Bajío.

Nuestra industria aeroespacial se centra alrededor de cinco clústeres aeronáuticos ubicados en Querétaro, Baja California, Nuevo León, Sonora y Chihuahua. Estas unidades de negocio, que en los últimos años han traído a México más de 1,800 millones de dólares, aún no han conseguido traer a México una línea de producción completa, y no es que no lo intenten, estamos seguros de que en algún punto lo obtendrán, ya que todos trabajan competitivamente por obtener este objetivo tan importante.

De acuerdo a Proméxico (organismo gubernamental dedicado a la promoción de México) la Industria aeroespacial en México ha registrado en sólo una década un incremento de dos dígitos en exportaciones, inversiones en forma de plantas ensambladoras, e incluso ingresó al Wassenaar y al Bilateral Aviation Safety Agreement (BASA). Uno de los más recientes censos de la industria, ubica a más de 300 empresas aeronáuticas en 18 estados, lo que da empleo a casi 63,000 personas.

Proméxico ha trazado un plan de ruta en el que espera que en el 2021 la industria mexicana registre un crecimiento estable del 14% anual, así como ventas por 13.000 millones de dólares. Mientras que actualmente la industria mexicana ya se ubica como la sexta en importancia para los Estados Unidos, consolidándose poco a poco como un líder regional en el sector aeroespacial, registrando un crecimiento anual cercano al 17,2% durante los últimos años, un 0,66% del Producto Interno Bruto.

Sin duda estamos ante un caso de éxito industrial, de esos que en raras ocasiones se ven en México, sin embargo, es real y en éste 2017 los mexicanos, tendremos de nuevo la oportunidad de ser los anfitriones de lo que queremos se vuelva un evento con la importancia de Fidae de Chile o LAAD recientemente celebrado en Brasil pero ¿cómo lograrlo?

Feudo Fragmentado

Apartándonos de toda la aburrida estadística, ¿qué nos deja la Famex? a mí, a ti, al inversor de tecnología, al aficionado que paga boleto o al constructor que decide venir desde Próximo Oriente o Europa ¿qué les hace apostar por México?

Sin duda la ubicación geográfica de México como un socio near shore a los Estados Unidos es una oportunidad y una ventaja de negocio que empresas de otros continentes deben comenzar a ver y es alentador detectar que en la lista de asistentes cada vez más constructores internacionales, se hacen presentes. Empresas como Bird Aerosystems, con alianzas fuertes con Bell Helicopters y que ahora son proveedores de sistemas de vigilancia para la FAM sin duda tendría la posibilidad de estar cerca de sus socios, sobre suelo mexicano.

A muchos en el medio agrada que la industria aeroespacial mexicana y México lleguen a ser vistos como “territorio neutral” a donde industrias de todo el mundo puedan asentarse y aprovechar las condiciones que el país ofrece, es decir, que por ejemplo, algún constructor ruso pueda aprovechar la oportunidad de fundar una filial en México que ofrezca servicios a Latinoamérica, potenciando no solo su negocio, sino reduciendo sus tiempos de mantenimiento con la oportunidad de enlazarse vía Estados Unidos.

Por supuesto, está el factor humano, empresas como Airbus o Bombardier lo saben desde hace mucho tiempo, y saben que tener presencia en México es una buena práctica para sus respectivos negocios. Nadie más en el mundo puede ofrecer la mezcla de conocimiento, mano de obra eficiente y capacitada con un índice de competitividad 15% superior a la mano de obra estadounidense aparte de que México tiene activos 21 institutos educativos enfocados a actividades aeronáuticas. Todo esto a pocos kilómetros de territorio estadounidense.

Justo para esto sirve la Famex, para que estos cinco feudos fragmentados que regularmente compiten entre sí, tengan ahora un escaparte o mejor dicho un santuario a donde unirse para demostrar al mundo por qué Lockheed Martin o Kamov (por sólo dar un par de nombre) deben invertir en México, ya sea en el clúster de Querétaro o el de Chihuahua o Baja California, pero bajo una sola bandera.

Esto difícilmente podría lograrse sin el titánico soporte estatal mexicano que se manifiesta a través de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Fuerza Aérea Mexicana, otro atractivo para empresas medianas que desean mostrar sus productos y abrirse a la inversión.



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