La antesala de Singapur

(Especial Ceeag para Infodefensa) Tras la reunión entre el mandatario norteamericano, Donald Trump y el alto dirigente del régimen norcoreano Kim Yong-chol el presidente de EE.UU. confirmó la realización de la cumbre con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, el próximo 12 de junio en Singapur. Igualmente, Trump señaló que no impondrá más sanciones a Pyongyang durante el proceso de negociaciones.

Este giro diplomático que ocurre tras la cancelación de la cita por parte del mandatario estadounidense, abre un escenario con altas expectativas para lograr una posible desnuclearización de la península coreana. Sin embargo, las volátiles posturas que ha adoptado Washington obligan a mantener cautela con respecto a los resultados del futuro diálogo político. Es posible que las negociaciones se realicen por etapas, no obstante los intereses de ambos países continúan contrapuestos. EE.UU. pretende una “desnuclearización completa, verificable e irreversible", por su parte, Corea del Norte mantiene su programa nuclear como elemento crucial para su supervivencia.

Además, se debe mencionar el reemplazo de tres militares norcoreanos de alto rango, que han tenido experiencia interactuando con delegaciones foráneas, según lo señalado por analistas. Esta modificación política interna refleja un cambio paradigmático en cuanto a la voluntad de Pyongyang en mostrarse partidario del soft power. Esto no excluye una posible postura beligerante a largo plazo, considerando que el poder nuclear es la actual arma de supervivencia del régimen.

A su vez, China sigue siendo un actor fundamental en el proceso negociador. Es garantía de supervivencia y estabilidad para el régimen norcoreano; y, a su vez, de efectividad en el cumplimiento de las sanciones por parte de Corea del Norte. Esta situación podría complicarse por las disputas comerciales entre Estados Unidos y China debido a las trabas arancelarias impuestas por Washington además de las reivindicaciones territoriales chinas que afectan a aliados de la Casa Blanca. Para el éxito de las negociaciones la coordinación entre Beijing y Washington es fundamental.

Japón y Corea del Sur, celebran dicho anuncio. Sin embargo, Tokio insiste en mantener la presión contra Pyongyang. Japón recela de una cumbre efectista y no efectiva que no logre una real desnuclearización, debido a anteriores procesos de distención con el régimen de Corea del Norte que finalmente quedaron en nada. Para el ministro de Defensa de Japón, Itsunori Onodera, Corea del Norte tiene un historial de incumplimientos.

Por otro lado, la reciente visita del ministro de asuntos exteriores ruso Serguéi Lavrov a Pyongyang, es una señal de que este país busca posicionarse como un actor global relevante que debe ser escuchado en este tipo de coyunturas.

La realización de la cumbre genera expectativas de paz en la península coreana, pero a su vez requiere de resultados concretos para ambas partes. Trump desarticuló el anterior intento de reunión porque observó que no iba obtener un resultado concreto del encuentro con Kim. En ese sentido, el grado de exigencia impuesto por Washington supera lo que es posible obtener en una cumbre protocolar orientada a distender la situación.

En síntesis, se observa que los cambios de posturas en los países en conflicto sientan las bases para una posible negociación, en la que EE.UU. y Corea del Norte deberán moderar sus agendas. Por una parte, es posible que Kim Jong-un procure el levantamiento de las sanciones económicas en primera instancia. Por otra parte, Trump buscará la desnuclearización de la Península. Sin embargo, estas naciones mantienen posturas contrapuestas referidas a la forma como ello se llevaría a efecto. Si no se es cuidadoso, lo anterior podría generar un quiebre que ocasionaría el fracaso de los diálogos, elevando el grado de incertidumbre una vez más.

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