Retorno a una disputa nuclear
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Retorno a una disputa nuclear

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(Especial CEEAG para Infodefensa) El pasado 20 de febrero, en su discurso anual, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dirigió a ambas cámaras del Parlamento advirtiendo que su país responderá de forma “simétrica y asimétrica” a Estados Unidos ante un eventual despliegue de sus misiles de alcance medio en Europa. Además, señaló que si EEUU concreta dicha acción apuntará a los “centros de toma de decisiones”, haciendo una alusión directa a Washington. En la práctica, Putin amenazó con desplegar misiles hipersónicos.

Lo anterior ocurre tras la salida de Rusia y EEUU. del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés). En este escenario, no existe una regulación a nivel internacional que impida el desarrollo del programa nuclear y despliegue de misiles. Sin embargo, el instrumento internacional ya estaba bastante desfasado de la realidad actual. La no incorporación de China y otras potencias emergentes en el ámbito militar hacía de éste un mecanismo insuficiente para la realidad contemporánea. Particularmente relevante es la situación que se configura con la irrupción de Beijing en el ámbito de lo nuclear y lo balístico. China, al no ser parte del acuerdo, no tuvo ninguna limitación en este aspecto generando de facto una reconfiguración del escenario de finales de los ochenta cuando se suscribió el INF.

El mensaje que transmite Putin no sólo va dirigido hacia su principal rival, Estados Unidos, sino también a la comunidad internacional. La política exterior del Kremlin se ha orientado, principalmente, a posicionar a Rusia como potencia global, donde su principal herramienta de poder lo constituye su arsenal tanto nuclear como convencional. Esto acompañado de una activa política en el ámbito geopolítico, ejerciendo una fuerte presión en lo que Moscú considera como sus zonas de influencia, donde se empeña en recuperar la presencia en áreas donde la antigua Unión Soviética ostentaba su poder. En este último ámbito la alianza con China resultaría fundamental.

El retorno de una disputa nuclear puede decantar en un estado de Guerra Fría del Siglo XXI, en donde la carrera armamentista vuelva a ser la forma en que las potencias persigan sus intereses nacionales. Esta situación sería mucho más compleja que la vivida en el contexto político estratégico originado después de la Segunda Guerra Mundial. Esto, debido a se aleja del escenario donde dos potencias nucleares se disputan el poder global. Actualmente existen tres grandes poderes: Rusia, Estados Unidos y China, y varias potencias emergentes como Paquistán, India, Irán, Israel y Corea del Norte que, si bien pueden alinearse para uno u otro bloque, tienen la suficiente capacidad para generar alteraciones que amenacen seriamente el orden mundial. A eso, debemos agregar la amenaza del terrorismo nuclear, elemento controlado durante la Guerra Fría, y que puede provenir de grupos que manejan objetivos alejados de los que ostentan las superpotencias.

La presencia de más actores que incrementan su poderío militar de manera constante, sin pretensión de negociar algún acuerdo que limite el desarrollo nuclear, configura una situación de inestabilidad y alta incertidumbre, la cual pone en peligro la seguridad internacional.

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