Ciberguerra en Corea del Norte

(Especial CEEAG para Infodefensa) Uno de los asuntos no tan mencionados por la opinión pública internacional y que no ha estado en el tapete de las negociaciones con Washington es la gran capacidad desarrollada por Pyongyang en el ámbito de la cibernética, constituyendo una de las prioridades para el régimen norcoreano. Desde la década de los noventa, al menos, Corea del Norte ha avanzado a un nivel tecnológico capaz de rivalizar con las principales potencias en este ámbito, según expertos en esta materia. Para Crowdstrike, compañía norteamericana especializada en el tema, en estos momentos estarían a un nivel superior al de China y muy cerca de los rusos quienes estarían liderando este ámbito.

Algunos de los elementos que se toman en cuenta para realizar esta aseveración son: el “tiempo de quiebre” que es el lapso que se demora el grupo hacker para ingresar al sistema de la entidad a la cual se quiere atacar y; la capacidad logística para realizar dichas operaciones, Corea del Norte contaría con 6.800 especialistas dedicados a la realización de operaciones cibernéticas de estas características, según fuentes surcoreanas.

El grado de expansión de estos ataques si bien afecta mayoritariamente a Corea del Sur, teniendo como blanco preferente a su infraestructura critica, se ha globalizado con objetivos en distintas partes del orbe. En particular, los ataques de organizaciones que estarían vinculadas a Pyongyang obedecen a una estrategia que busca amedrentar a sus adversarios y evadir las sanciones impuestas por Naciones Unidas y los Estados Unidos, en razón de su programa nuclear. De hecho Sudamérica no ha estado exento de dichos ataques, demostrando la alta vulnerabilidad de los sistemas financieros a las agresiones de esta naturaleza. Prueba de ello son las acciones que han afectado a importantes instituciones financieras, como el Banco de Chile, lo que ha generado importantes pérdidas financieras.

Así, la cibernética se ha transformado en una de las herramientas más importantes de la estrategia de Corea de Norte para sortear un escenario adverso generado por su programa nuclear, transformándose en una de las principales fuentes de estos ataques a gran escala. De hecho, la principal embestida de esta naturaleza a nivel global, Wannacry, es atribuido a hackers de este país.

Esta situación nos dispone en un escenario donde se incorpora a entidades públicas y privadas de terceros países sin que ellas sean parte de las naciones en disputa necesariamente, una característica contemporánea del conflicto, en donde exige un enfoque distinto en la manera de cómo debemos elaborar las estrategias para enfrentar este nuevo desafío. Fenómeno que es de baja intensidad pero con efectos que pueden generar serios daños para actividades sensibles como las comunicaciones, la economía o la salud, y que van erosionando el capital más preciado de un Estado, su seguridad. Es decir, los límites de los conflictos son más difusos y por tanto su desarrollo involucra a terceros países que no necesariamente se encuentran involucrados en dicha disputa.

En definitiva, considerando el actual estado de la situación, es probable un crecimiento sostenido de este clima de inestabilidad donde Pyongyang seguirá utilizando esta esfera de interacción, tensionando aún más su relación con Estados Unidos, observándose paralelamente una sostenida beligerancia en esta materia entre Washington y el eje Beijing-Moscú.

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