Cumbre Jong Un-Putin
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Cumbre Jong Un-Putin

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(Especial CEEAG para Infodefensa) La cumbre entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, en Vladivostok (extremo oriente ruso), el pasado 25 de abril, es una nueva señal de cómo se está desarrollando la realidad geopolítica mundial. El mandatario ruso entra directamente en un contexto donde había tres grandes fuerzas en juego: China, la principal potencia de la región y transcendental sustento de Pyongyang; los Estados Unidos, la principal potencia global amenazada directamente por el régimen norcoreano; y Corea del Norte, la pretendida potencia nuclear con la supuesta capacidad de desestabilizar el orden y la seguridad mundial.

El contexto en que se da esta reunión es el fracaso de la cumbre de Hanói (Vietnam), donde ambas partes, Pyongyang y Washington, finalizaron la cita sin resultados concretos. Lo cierto es que Kim Jong Un está utilizando aparentemente las mismas tácticas de su padre y abuelo en esta situación; vale decir, generar un ambiente comunicacional de mayor apertura, pero sin realizar concesiones efectivas o que impliquen un cambio sustancial en la política de desnuclearización que Washington le exige. Sin tener nada que mostrar a la opinión pública norteamericana, Trump ha dado una señal de molestia clara, terminando abruptamente la cumbre, tratándose de diferenciar de sus antecesores en el cargo, que ante situaciones similares trataban de dar una señal de buena disposición para continuar negociando. Es así como primero con Kim Il Sung y después con Kim Jong Il se alivianaron las sanciones, todo ello con vistas a un proceso de desnuclearización efectivo que nunca llegó.

En este contexto, donde las negociaciones se encuentran en un proceso de estancamiento entra Putin que busca ocupar cualquier espacio vacío de influencia que dejen los norteamericanos en el mundo. Junto con las alabanzas mutuas entre ambos líderes políticos en Vladivostok, dicha cumbre parece encajar perfectamente en los objetivos políticos y geopolíticos de ambos.

Para Kim significa una nueva oportunidad de afianzar los lazos con un antiguo aliado, generar molestia en Washington y por sobre todo obtener un espacio para seguir realizando su programa balístico y nuclear sin mayores inconvenientes a corto y mediano plazo. Con el apoyo ruso más la disposición de China tiene dos votos con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo que le da un cierto margen de acción.

Para Putin implica una nueva señal dirigida a Washington, lo que significa que no solo está interesado en jugar un rol predominante en este conflicto, sino que, busca ser un actor protagónico de la esfera global y por lo tanto no le cederá ningún espacio de acción a Estados Unidos. Esto se ha traducido en una política que sigue un estricto esquema, cuyo objetivo es reposicionar a Rusia como una potencia con el peso específico de la antigua Unión Soviética; pero entendiendo que la situación geopolítica es muy diferente a la de la Guerra Fría. Una de las diferencias entre el pasado y la situación actual es que requiere en gran medida de China para generar un contrapeso relevante a largo plazo contra los Estados Unidos. No obstante, esta alianza puede producirle inconvenientes importantes del punto de vista del ejercicio de su poder a Moscú, ya que se encontraría en cierta medida limitado por quien puede hacer la diferencia a mediano y largo plazo: Beijing.

Para China, el tema norcoreano ha sido un problema que ha complicado su política de fronteras seguras. Un aliado que ha dificultado su interacción con Washington lo que ha llevado a Beijing a apoyar con algún grado de flexibilidad las sanciones a Corea del Norte. De hecho, la posición China ha sido clave para la disposición de Kim a sentarse en la mesa de negociaciones. Sin embargo, Pyongyang es un actor no del todo controlable por China, cuestión que le ha y le puede generar más de un problema al gobierno chino. Bajo esta situación la entrada de Moscú puede resultarle algo incomoda a Beijing que deberá coordinar ahora con Moscú parte de sus acciones en relación a Corea del Norte. A su vez, para Kim, significa una ventaja porque la influencia China tiende a debilitarse levemente en relación a cómo se ha ido gestando el proceso de negociaciones para que modifique su postura beligerante.

En definitiva, es un contexto que refleja como las relaciones geopolíticas van ajustándose a este nuevo escenario mundial, donde hay dos grandes bloques Estados Unidos y sus aliados versus el eje China-Rusia que presionan para lograr una posición de liderazgo a su favor, tensionando finalmente el orden mundial.

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