Rusia en Oriente Próximo
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Rusia en Oriente Próximo

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(Especial CEEAG para Infodefensa) Con la reticencia de Washington a aumentar o a lo menos mantener su presencia en el Levante del Oriente Medio (por Próximo), priorizando el apoyo a sus aliados en la península arábica, se generó un vacío de poder que configuró un nuevo escenario en la región, lo que fue aprovechado por potencias locales como Irán y Turquía, y globales como China y Rusia. Esto ha ocasionado un debilitamiento de la posición de los Estados Unidos en esa área del mundo.

Ante la situación planteada, Turquía ha proyectado su influencia en territorio sirio con el propósito de neutralizar el apoyo que los grupos armados kurdos, especialmente el más grande de ellos la milicia YPG (Unidades de Protección Popular), dan a los grupos terroristas de esa etnia que operarían en su territorio. Además se busca evitar las condiciones para la constitución de un futuro Estado kurdo con las implicancias geopolíticas que ello significaría para la región y en particular para Ankara.

En el caso de Irán, la disminución de la presencia norteamericana favorece la proyección de su influencia desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Mediterráneo; la cual se ha ido consolidando con la caída de Sadam Hussein en Irak y la posterior disminución significativa de tropas norteamericanas en ese país; además, de la recuperación del régimen de Bashar Al Assad en Siria con la ayuda significativa de las tropas iraníes y la guerrilla chiita pro iraní de Hezbolá y; la influencia de éste grupo armado en el Líbano.

No obstante, si bien las políticas de estos países han sido exitosas en la perspectiva de acrecentar su poder en la región, destaca el caso de Rusia, como la potencia que más ha incrementado su influencia en la zona. Dicha situación que se ha ido consolidando con la salida norteamericana de Siria, teniendo características muy peculiares. Primero que todo, no se trata de grandes contingentes desplegados por Moscú en la zona, sí muy focalizados y orientados a la misión concreta que buscaban. El primer objetivo fue mantener operativas las bases aérea en Latakia y naval en el puerto sirio de Tartus. Posteriormente apoyar a las fuerzas de Bashar Al Assad, realizando ataques aéreos y terrestres a las heterogéneas fuerzas de la oposición al régimen sirio, incluyendo a la organización radical islamista autodenominada Estado Islámico. Finalmente, ayudando a consolidar la posición de Al Assad, demostrando que Rusia no estaba dispuesta a favorecer un cambio político en Siria.

Para afianzar esta situación, Moscú ha estrechado sus lazos con Teherán, una de las principales amenazas para la seguridad nacional norteamericana, y con Ankara, fortaleciendo su posición como la principal fuerza entre estas potencias locales. El caso del acercamiento con Turquía es especialmente significativo por varias razones. En primer término, cabe señalar que Turquía es un importante miembro de la OTAN, con una significativa fuerza cuya relevancia radicaba en que poseía capacidades para hacer frente a la proyección de Rusia desde el Mar Negro hacia el Mediterráneo y el Oriente Medio (por Próximo). Esta situación ha generado preocupación entre Washington y las potencias europeas que ven como un aliado estratégico se aleja de los objetivos de la coalición. Esta alianza entre Ankara, Moscú y Teherán se ha manifestado no solo en declaraciones conjuntas y cumbres entre los respectivos jefes de Estado, sino también en acuerdos de cooperación en el ámbito del intercambio de hidrocarburos y traspaso de material bélico. Situación que es especialmente delicada en el caso de Turquía por su condición de miembro OTAN. Además, que con dicho acercamiento Moscú contiene y acerca a la principal fuerza que le impedía su proyección estratégica a las zonas geográficas antes mencionadas, intención que ha mantenido desde la toma de la península de Crimea por el general Potemkin en el siglo XVIII.

Lo anterior, transforma a Moscú en un actor clave en la paz de la región. Esto lo ha logrado potenciando su influencia en el Oriente Medio más allá de las reales capacidades de su contingente militar en la zona, cuestión que Estados Unidos nunca lo pudo conseguir. Tal es así, que aliados cercanos a Washington como Israel han buscado en Moscú un interlocutor válido para sus complejas relaciones en la región, especialmente ante la continua amenaza de Teherán.

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