All In: Una apuesta a la educación militar
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All In: Una apuesta a la educación militar

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Mucho se habla de los elementos que caracterizan los escenarios actuales o futuros, ambientes en los cuales las instituciones de la defensa no solo deben transitar, sino también llevar adelante su desarrollo estratégico. En los últimos años, parece haber cierta convergencia para “entender” la forma en la cual las distintas tendencias, impulsores o eventos imprevistos de gran impacto influirán en el ambiente operacional, es decir la combinación de condiciones, circunstancias o influencias que pueden afectar el empleo de las fuerzas militares e inciden en la toma de decisiones de un comandante.

Para ello, se ha adoptado la sigla VICA o VUCA (por su origen anglosajón) para agrupar la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, como las constantes de los escenarios actuales o futuros. En síntesis, el contexto que nos rodea está moldeado por múltiples variables, las que si bien, podemos llegar a identificar algunas de ellas, no podemos anticipar la forma en la cual se combinarán o la oportunidad en que se relacionarán entre ellas, para dar forma a nuevos escenarios y por lo tanto a nuevos desafíos.

Ejemplos claros de escenarios y sobre todo de desafíos difíciles de anticipar, pueden ser las crisis sociales que han afectado a más de 45 países en el último año y los efectos de la pandemia de Covid-19 sobre buena parte del mundo. Como resultado, tenemos fuertes contracciones de las economías a nivel global; aumento del desempleo y de la pobreza; inclusión de fuerzas armadas en nuevas tareas de apoyo a la comunidad y a las autoridades, incluyendo el resguardo del orden público, especialmente ante manifestaciones multitudinarias y de diversa consideración y legitimidad, por nombrar solo algunos de los efectos de estos nuevos escenarios.

Surgen entonces como interrogantes, las alternativas posibles que tienen las fuerzas armadas para hacer frente a situaciones difíciles de predecir. Al respecto, se apuesta por la educación como la mejor solución para desarrollar personas con pensamiento crítico y creativo, habilidades centrales cuya combinación pone a las organizaciones en mejores condiciones para enfrentar desafíos en ambientes VICA.

Como síntesis de esta tensión, vale la pregunta ¿Qué hacer ante la dificultad para anticipar escenarios futuros, en contextos de recursos económicos cada vez más escasos? Una aproximación a este problema es tener organizaciones cada vez más flexibles y adaptables para responder ante situaciones imprevistas o con libertad de acción restringida. De aquí se deduce un segundo problema, el que consistente en identificar y tomar las medidas para generar flexibilidad y adaptabilidad en las instituciones. Una forma de hacer esto, es generar personas críticas y creativas.

Los primeros permiten analizar la situación, sus causas y establecer conexiones lógicas entre dichas causas y eventuales efectos o implicancias para la institución. Asimismo, pueden evaluar de forma crítica, el trabajo del segundo tipo de personas. Éstos, los creativos, junto con generar distintas interpretaciones de la situación actual, son quienes proponen alternativas originales, caracterizadas por la generación de valor, como resultado distintivo respecto de soluciones convencionales. Es importante señalar que estos “tipos de personas” no son excluyentes entre sí, pudiendo haber miembros de la organización que se caractericen por aplicar ambos tipos de pensamientos (crítico y creativo).

Luego y de forma solapada, aparece un tercer problema, pero esta vez, desde la dimensión cultural de las organizaciones. No es descabellado aceptar, que las visiones críticas y creativas son las que más incomodidad producen en las discusiones y trabajos grupales o de estado mayor. De hecho, ambas suponen por defecto, la ruptura de las miradas comúnmente aceptadas y asentadas en la organización. A esto se le suman otros elementos culturales, como el sesgo de autoridad, mirada que acepta una idea en función de su proveniencia y no en virtud de sus argumentos.

La buena noticia es que esto se puede solucionar con la educación militar. A partir de una transformación de las metodologías de enseñanza y de los procedimientos de evaluación, incluso manteniendo los contenidos, se puede aumentar la habilidad para pensar y para actuar crítica y creativamente. Uno de los principales desafíos que surgen en esta etapa es contar con los docentes que tengan las habilidades para llevar adelante una transformación de este tipo, quienes, entre otras cosas, deben romper con sus propios paradigmas y con la fuerza que los lleva a enseñar cómo fueron enseñados. Otra buena noticia, es que la educación representa un espacio seguro para interrelacionar disciplinas, derribar paradigmas y, sobre todo, para tolerar e incluso estimular el fracaso sin consecuencias graves. Este enfoque, junto con desarrollar el pensamiento crítico mediante la evaluación de lo sucedido, estimula la creatividad a través de la reducción del temor al fracaso y por lo tanto, instando la generación de ideas originales que tengan valor.

Con esto y un poco de tiempo, las organizaciones, como las Fuerzas Armadas, y en particular, en el Ejército de Chile, irán generando una masa crítica que les permitirá responder a los desafíos e incluso tomar la iniciativa para influir sobre el ambiente operacional en beneficio de los objetivos de la institución.

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