El escándalo de corrupción resta opciones a KAI en el programa T-X de la USAF
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El escándalo de corrupción resta opciones a KAI en el programa T-X de la USAF

Maqueta de un avión de entrenamiento T-50. Foto: Ginés Soriano Forte
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Korean Aerospace Industries (KAI) ya no muestra el orgullo de hace un año por sus posibilidades en el programa T-X de la Fuerza Aérea de EEUU (USAF). La empresa surcoreana es candidata junto a su socio norteamericano Lockheed Martin al contrato de 16.300 millones de dólares para dotar a la USAF de un nuevo avión de entrenamiento. Sin embargo el escándalo de corrupción que le atenaza desde hace unos meses ha colocado la oferta de su avión T-50 Golden Eagle en la cuerda floja.

La fiscalía de Corea del Sur investiga si la compañía infló presuntamente los costes de desarrollos de aeronaves militares, entre ellos precisamente el del avión entrenador T-50, y también el del helicóptero Surion. El hasta el pasado julio consejero delegado (CEO) de la empresa Ha Sung-yong se vio forzado a dimitir por haberse llevado presuntamente miles de millones de wons en estas operaciones.

Sung-yong fue interrogado hace una semana por el fiscal acusado de haber obtenido unas ganancias ilícitas de 10.000 millones de wons (más de 8,8 millones de dólares al cambio) tras inflar los precios de partes de las aeronaves T-50 y FA-50 (versión de caza ligero) entregadas a la Fuerza Aérea coreana.

En este contexto, The Korea Herald apunta que la mayor preocupación en la compañía es que pierda su credibilidad en el extranjero y el Gobierno de Estados Unidos se vea afectado en su elección.

Se espera que el programa T-X sea oficialmente anunciado a finales de este mismo año. Hasta hace unas semanas KAI contaba con unas buenas expectativas, sobre todo desde el ascenso de Donald Trump a la presidencia de EEUU, ya que obtuvo un respaldo mayoritario en Texas, donde cuenta con una importante implantación el socio de KAI en el concurso, Lockheed Martin.

El ex CEO Ha Sung-yong afirmó a principios de 2016 que hacerse con este contrato resulta clave en el objetivo de la compañía de situarse en 2020 entre los 15 constructores de aviones más importantes del mundo. Las investigaciones de corrupción que acabado dejándole fuera del cargo llevan camino de orillar también a la cuneta las posibilidades de la empresa para construir el futuro avión de entrenamiento de la USAF, y también las de su aliado Lockheed Martin.

La firma de ,Maryland acordó el año pasado presentar al concurso T-X de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) una versión modificada del avión de entrenamiento avanzado T-50, desarrollado junto a la coreana KAI (Korea Aerospace Industries). El gigante estadounidense –Lockheed es la mayor empresa de defensa del mundo– renunció a la vez a optar con un nuevo diseño al programa con el que se sustituirá la antigua flota de T-38 Talon, fabricados por Northrop.

La compañía calculó a finales de 2015 que un nuevo diseño sería unas ocho veces más costoso que el desarrollo del T-50A, la versión modernizada del ya existente T-50. De paso, además, se preveía alcanzar con menos dificultades el objetivo de la USAF de disponer de los nuevos aparatos a partir de 2024.

Los planes de Lockheed Martin contemplan ensamblar los aviones en su planta de Greenville, en el estado norteamericano de Carolina del Sur, después de que los principales componentes del aparato, como sus alas, el fuselaje y la cola, sean montados en Corea del Sur.

El T-50 es un proyecto iniciado en 2001 y desarrollado durante ocho años por KAI junto con la norteamericana Lockheed Martin. Su coste durante ese periodo calculado en Corea del Sur alcanzó los dos billones de won (1.650 millones de dólares o casi 1.500 millones de euros al cambio actual). De momento se han creado una serie de variantes acrobáticas y de combate, denominadas T-50B, TA-50 y FA-50.



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