Concluida la revisión de diseño preliminar del bombardero B-21
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Concluida la revisión de diseño preliminar del bombardero B-21

Representación artística del aspecto esperado para el futuro bombardero B-21. Imagen. USAF
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El primer programa de aviones bombarderos que desarrolla Estados Unidos en 30 años continúa avanzando. El futuro B-21 Raider, que desarrolla Northrop Gruman, ganadora de este proyecto valorado en 80.000 millones de dólares, ya tiene completada su revisión de diseño preliminar. El avión se encamina ahora hacia la fase de revisión crítica de diseño, de acuerdo con la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF).

Un representante de la USAF informó la semana pasada al Senado del país sobre estos avances en un programa al que en su momento también optaron las compañías Boeing y Lockheed Martin. Finalmente, en octubre de 2015, Northrop Grumman, fue la elegida para encargarse de la nueva plataforma con la que la USAF prevé sustituir a buena parte de sus actuales flotas de bombarderos B-52, B-1 y B-2.

El nuevo avión, del que se estima entregar cien unidades a partir de mediados de la próxima década, deberá ser capaz de cargar grandes cantidades de combustible para penetrar las defensas más sofisticadas y destruir decenas de objetivos en una sola misión tras cubrir largas distancias. Está previsto que equipe los últimos avances en armamento y en tecnología para pasar lo más desapercibido posible, e incluso se espera que pueda llegar a operar sin tripulación.

El futuro aparato fue bautizado en septiembre de 2016 como Raider, invasor y atacante en inglés, para homenajear a los aviadores que en abril de 1942 realizaron el primer ataque norteamericano sobre suelo japonés después de haber sido golpeados en Pearl Harbour, lo que originó la entrada del país en la Segunda Guerra Mundial.

La USAF comenzó hace más de una década a plantearse la adquisición de un nuevo modelo de bombardero con el que reemplazar buena parte de su flota de B-52, que ya lleva en servicio más de medio siglo; los B-1, desplegados en los ochenta, y los B-2, utilizados desde los noventa. Se trata, así, del primer avión de este tipo que desarrolla Estados Unidos en los últimos treinta años.

Los planes iniciados en 2004 contemplaban una aeronave que comenzaría a operar en 2018, sin embargo el programa quedó aparcado en 2010 por cuestiones presupuestarias. Al año siguiente volvió a retomarse el proyecto, aunque con la premisa de que cada uno de los cien aparatos previstos no se encareciese más allá de 550 millones de dólares o unos 800 millones si se tienen en cuenta la investigación y el desarrollo que llevarán aparejados. De este cálculo deriva la estimación de 80.000 millones de dólares para todo el programa de cien aeronaves, incluido su ciclo de vida.



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