El resurgir de la Europa de la Defensa

(Artículo publicado el 19 de noviembre de 2017 en La Razón)

La Cooperación Estructurada Permanente, la Pesco, es una iniciativa de Francia, Alemania, España e Italia que se han esforzado por convencer al resto de los países para que se sumen al proyecto, en una suerte de geometría variable, capaz de adaptarse a las circunstancias de cada país y evitar así la Europa de dos velocidades, algo que a la larga podría dañar la cohesión de la UE. La Pesco intenta ser un compromiso de todos con la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD).

La materialización de estos proyectos permitirá cubrir muchas de las carencias en medios que hoy tiene la UE para hacer frente a las múltiples amenazas, entre las que sobresale el terrorismo yihadista.

La Pesco también servirá para hacer frente a la grave crisis de la UE derivada de la salida de Reino Unido, una de sus principales potencias política, económica y militar, así como dar respuesta a la Administración estadounidense que reclama a Europa la asunción de mayores responsabilidades en materia de seguridad y defensa, ante un cambio del centro de gravedad de su despliegue geoestratégico hacia Asia-Pacífico y la incertidumbre que su política genera en la UE.

Cuando la Comunidad Económica Europea, decidió transformarse en la Unión Europea, con la firma del Tratado de Maastricht en 1992, lo hizo para fortalecer su posición como actor internacional, mediante el desarrollo de una Política Exterior y de Seguridad Común, pero en seguridad y defensa no daría ningún paso hasta seis años después, cuando el presidente francés Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, reunidos en Saint-Malo, decidieron ponerla en marcha, dejando claro que en esta materia el impulso solo podía venir de las dos potencias nucleares. En palabras del entonces presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, estábamos asistiendo al nacimiento de una política exterior y de defensa verdaderamente comunes con el objetivo de que Europa pudiera ejercer sus responsabilidades a nivel mundial.

Pero si a ambos países les correspondía ser la locomotora de la defensa europea, la realidad es que los británicos han sido un freno al desarrollo de una "autonomía estratégica" de la UE, dejando siempre el papel protagonista a la OTAN y en palabras de Federica Mogherini "un nivel adecuado de ambición y autonomía estratégica es importante para la capacidad de Europa de fomentar la paz y la seguridad dentro y fuera de sus fronteras".

Los países deben tener en cuenta que sus ciudadanos son partidarios de una mayor integración, por ejemplo, el 82% de los europeos y el 84% de los españoles consideran que la UE debe intervenir más en la lucha contra el terrorismo.

La implantación de la Pesco no estará exenta de dificultades. Sin duda la primera es lograr un verdadero compromiso político, pero sin olvidar que se requiere una gasto de defensa que dedique un 20% a la inversión en nuevas capacidades, lo que por otro lado supondrá la revitalización de la industria tecnológica y del I+D. Una política de seguridad y defensa más fuerte, lejos de ser vista por la OTAN como una competencia, es considerada un refuerzo alacomplementariedad, siempre que se respeten los principios de coherencia y evitar duplicidades, ya que en todo caso podrían ser recursos que llegado el momento podrían ser empleados por ambas organizaciones.

Siguiendo los acuerdos de la Cumbre de Gales de 2014, ratificados en Varsovia en 2016 y en Bruselas en 2017, los países miembros de la OTAN deben incrementar su gasto en defensa hasta alcanzar el 2% de su PIB. Este incremento debe hacerse teniendo en cuenta las necesidades de la UE y no sólo de la OTAN, ya que como dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker "para 2025 necesitamos una auténtica Unión Europea de Defensa. La necesitamos. Y la OTAN la quiere".