Una pírrica Fiesta Nacional
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Una pírrica Fiesta Nacional

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(Infodefensa.com) Por Enrique Navarro – El Ministerio de Defensa ha dedicado menos de novecientos mil euros en organizar la parada militar, antes llamada desfile, para conmemorar la Fiesta Nacional de España de 2013, recortando en más de un sesenta y cinco por ciento el presupuesto del año anterior. La razón fundamental que se alega para dicho ajuste, es la coyuntura económica y la necesidad de ser solidarios, música que a todos nos suena bien… si no fuera porque…

El ayuntamiento de Algeciras con una tasa de desempleo del 40% dedicó tres veces más a sus fiestas en este año; Málaga, otra ciudad con una boyante economía dedicó para su fiesta de agosto casi 600.000 euros. Las Fiestas de San Fermín, a pesar de los recortes, tuvieron un presupuesto de 2,1 millones de euros y la Feria de abril, en otra boyante ciudad, Sevilla, dispusieron de un presupuesto de tres millones de euros. Podría asegurarles que encontraría al menos cien ciudades que tuvieron un presupuesto de fiestas superior al de la Fiesta Nacional.  En ninguna de ellas se han levantado firmas o voces en contra de semejante dispendio; en todo caso algunos pocos pidiendo que se gastara más, con eso de que las penas con vino son menos penas.

Cuál es la razón que hace aplaudir que el Ministerio de Defensa gaste cada vez menos en todo, y que los ayuntamientos puedan gastar cantidades astronómicas en celebraciones de santos y vírgenes que a muchos pueden resultarnos desconocidos, con todos mis respetos a su santidad. En cualquier país normal, esto sería un absurdo, pero aquí lamentablemente no lo es.  ¿Y cuál es la causa de este desapego a la Fiesta Nacional o a lo que significan las Fuerzas Armadas?

Este es un tema que lleva debatiéndose desde que Juan de Aragón murió dejando su trono a los Reyes Católicos, y no ha cesado, y es evidente que algo se ha hecho muy mal en todos estos años para que no celebremos el 12 de octubre como los franceses el 14 de julio o los americanos el 4 de julio. Sin entrar en un análisis detallado que nos llevaría décadas y mucho trabajo, solo se me ocurre una razón. La mayoría de la población no entiende el binomio Fiesta Nacional y Fuerzas Armadas. Nadie discute la íntima relación entre las peñas y los Sanfermines o incluso con la Virgen del Pilar, pero cuando aparece un uniforme militar, desaparecen las autoridades regionales; se aplaude que no tengan presupuesto y se cambia de canal para ver Sálvame o Gran Hermano.

La razón no puede ser otra que los españoles no sienten la Fiesta Nacional, ni como fiesta ni como nacional y como consecuencia rechazan la celebración de las Fuerzas Armadas que si algo encarnan es, precisamente, la Fiesta Nacional.

Pero no es este el motivo de escribir este artículo. Lo que me resulta más llamativo de esta parada militar es que nadie le ve los beneficios. Cuando a los concejales de festejos se les pregunta por sus presupuestos de fiestas, siempre responden con los beneficios económicos que para su ciudad significa la celebración de sus fiestas patronales, pero nadie quiere explicar o ver el impacto económico que tendría la celebración de la Fiesta Nacional. ¿Por qué ningún ayuntamiento, salvo Zaragoza, dedica una partida digna de presupuestos para celebrar el doce de octubre? La respuesta es clara, no vende. Pero quiero volver al leitmotiv de mi artículo.

El desfile de la Fiesta Nacional es la demostración a los españoles, y sobre todo al resto del mundo, de las capacidades militares de un país, de su unidad y de su voluntad de defender a cualquier precio su independencia y soberanía. Por eso los regímenes que se sienten más fuertes o amenazados realizan grandes desfiles militares.  Si tan alta misión cumplen estas celebraciones, ¿por qué gastar menos? Simplemente porque gastar más tiene un mayor coste político que gastar menos. Todavía recuerdo cuando un jefe del Ejército mandó desfilar a un carro de combate Leopardo alquilado para mostrar que ya había llegado una de las piedras angulares de nuestra defensa. No digo que haya que llegar a esta extravagancia, pero sí leamos el sentido que tienen estos desfiles. Durante décadas la CIA tuvo una unidad para ver los nuevos cohetes y sistemas que aparecían en el desfile del primero de octubre de la Plaza Roja, y que los soviéticos gustaban de mostrar para enseñar los dientes; que así también se hace la política exterior. Así se ha hecho desde los tiempos de los Césares la política internacional.

Ahora cambio la pregunta: si el Ministerio de Defensa ha contratado con la industria española de Defensa por valor de cuarenta y cinco mil millones de euros en los últimos quince años, ¿por qué la industria no pone su granito de arena para contribuir a esta fiesta que les reportará notables beneficios económicos? Un desfile es el mejor escaparate que pueden tener para mostrar nuestro Tigre HAD, Eurofigther, A400M, Pizarro, Leopardo 2E, fragatas, etc., etc. Con una buena exhibición donde todos puedan acudir a conocer los equipos y a nuestros hombres y lo que hacen, su preparación y su dedicación a la patria.

Ahora que tanto hablamos de la necesidad de exportar como salida a la sequía presupuestaria española, no somos capaces de articular soluciones imaginativas. Salvo quejarnos y echar la culpa al gobierno, y si bien puede estar justificado no es suficiente.

Si no somos una nación fuerte que celebra sus fiestas nacionales a la altura de nuestra dignidad, quién va a osar a comprarnos un sistema de armas que tiene que estar soportado técnica y políticamente durante cuarenta años. ¿Por qué Francia, Reino Unido o Estados Unidos exportan mucho más? Sobre todo porque garantizan una unidad de acción en el tiempo sea quien sea el que los gobierne; porque vende la nación y ésta se encuentra por encima de las personas y los políticos de cada momento. Si nos mostramos acomplejados y desunidos, ¿qué imagen de seguridad podemos ofrecer a los potenciales compradores?

Si no enseñamos y estamos orgullosos de lo que nuestra industria ha desarrollado en los últimos años, ¿a quién se los vamos a vender? Si cuando llega la fiesta nacional nuestros aviones o vehículos no pueden salir, ¿dónde está Repsol o Cepsa o quien sea que vende al Ministerio de Defensa al año muchos millones de euros en combustible?  Si queremos exportar nuestros Eurofigthers y los guardamos el día de nuestra fiesta, ¿qué van a pensar los potenciales compradores? O que España no participó en el desarrollo tecnológico o que preferimos no enseñarlos. En cualquier caso, una mala decisión.

Más que traer extranjeros a desfilar, que no está mal; es mejor tenerlos en las tribunas viendo nuestra capacidad militar. Un país que no celebra su Fiesta Nacional con un desfile querido y respetado por los ciudadanos, se convierte en un estado débil, al que fácilmente se le puede amenazar con impunidad, incluso desde un pedazo de roca y sin un papel que jugar en la esfera internacional. Un país así está condenado al fracaso político y económico. Como cambiar lo sustancial no es tarea fácil, sí al menos debería haber un consenso para que las empresas que le venden cientos de millones al Ministerio de Defensa al año, puedan poner un par de millones para que tengamos una celebración digna; una parada militar que pueda exhibirse en todas las ferias internacionales; que muestre a un país con unos equipos como nunca ha tenido; de última generación y no aquellos de saldo que nos regalaban los americanos.

Que muestre, no ya hace falta que demuestre, a un país con resolución; a un país fuerte; a un país unido, y sin duda una Fiesta Nacional digna es el mejor escaparate que el país puede tener.

Además estas celebraciones contribuyen a acrecentar el orgullo nacional, algo que parece denostado; sirven para mostrar a una nación con capacidad industrial y militar, en definitiva; lo que somos y que por cosas de la política de pasillos, localista y baja de miras hemos dejado escapar.

Antes que un pueblo, un barrio o una comunidad autónoma somos España, y conociendo la historia de las naciones, podemos afirmar con orgullo que es un grandísimo país, pero que hay que defender todos los días; en el congreso, en los ministerios, en los medios de comunicación, en las escuelas y también en las fiestas. Ojalá que para el año que viene, el de la recuperación según dicen, pueda alcanzarse un acuerdo para cofinanciar un desfile militar a la altura de lo que somos y no de lo que algunos nos quieren hacer parecer.

Enrique Navarro, consultor.



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