La incultura de defensa en España: los Presupuestos de 2014
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La incultura de defensa en España: los Presupuestos de 2014

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(Infodefensa.com) Por Rafael Calduch – La Estrategia de Seguridad Nacional 2013, aprobada poco antes del verano, afirmaba literalmente que “La Seguridad Nacional se … concibe como un servicio público objeto de una Política de Estado, que precisa la colaboración de la sociedad en su conjunto". Acto seguido reconocía que la crisis financiera y económica internacional, que tanto está afectando a España, constituía uno de los mayores riesgos para la Seguridad Nacional y obligaba a extremar la eficiencia en la respuesta.

Sin embargo, con ser todo ello cierto, no lo es menos que esta visión de la realidad de la defensa de España es equivocada por incompleta. Existe un riesgo mucho más grave y directo para la seguridad de nuestro país: la manifiesta y preocupante incultura de defensa, expresión de una arraigada y persistente pérdida entre los dirigentes políticos que nos gobiernan, del sentido de Estado y los valores comunes que nos unen a todos los españoles. Aunque este riesgo es menos inmediato y acuciante que la crisis económica, no hay duda de que sus consecuencias han llevado a una profunda quiebra institucional del país que también ha alcanzado a la Política de Defensa.

En semejantes circunstancias, sería una ingenuidad política imaginar que en el Proyecto de Presupuestos Generales para 2014, que acaba de presentar el Gobierno, no iban a introducirse nuevos recortes en los gastos destinados a la Defensa de España, a pesar de que se contempla el escenario de un aumento del PIB de 21.000 millones de €, a diferencia de 2013 que se redujeron en 3.000 millones de €, junto con un incremento de los ingresos consolidados totales de la Administración Central de 1.500 millones de € respecto de 2013.

En efecto, para 2014 el Gasto en Defensa previsto alcanzará los 5.745 millones de € en el subsector Estado ( 6.776 millones de € si se incluyen los organismos autónomos y SS), es decir un nuevo recorte de 192 millones de €, que lo sitúa en el 4,4 % de los ingresos de la Administración Central, frente al 4,6 % de 2013 y el 4,8% de 2012.

Este sombrío panorama adquiere su verdadera dimensión si observamos que entre 2008 y 2014, el presupuesto nominal de Defensa se habrá reducido en un 33% pero en términos reales, es decir, deflactando el IPC de estos años, la reducción habrá alcanzado el 47,1 %, lo que supone casi la mitad del gasto efectivo disponible por las Fuerzas Armadas españolas hace tan sólo siete años.

Cabría pensar que tan abultado “ajuste” estaba directamente provocado por la crisis económica, como se sugiere en el documento estratégico anteriormente citado, pero no es así. Si consideramos el gasto en Defensa en términos porcentuales del PIB entre 2000 y 2014, podemos apreciar una constante reducción desde el 0,92 % hasta el 0,52 %. Paralelamente, el presupuesto del Ministerio del Interior, a pesar de haberse reducido durante la crisis, está previsto que aumente en 2014 en 99 millones de €, superando en 1.553 millones de € el presupuesto de Defensa del subsector Estado ( 1.390 millones de € si se incluyen Organismos Autónomos y SS.). En definitiva, el gasto en Defensa ha experimentado un deterioro constante en términos reales, debido a criterios políticos ajenos a la evolución de la economía española. La crisis económica de los últimos años ha acentuado esta tendencia hasta hacer insostenible una verdadera Política de Defensa, que ha quedado como un instrumento residual del Estado español.

Como indicábamos ello no es fruto sólo de la crisis ni de la casualidad. Tampoco es consecuencia de una masiva desafección de la ciudadanía española hacia sus Fuerzas Armadas como algunos grupos políticos y mediáticos afirman constantemente. Según el Barómetro del CIS de Abril de 2013, las FAS como institución siguen gozando de una amplia confianza popular sólo superada por los Cuerpos de Seguridad (Policía Nacional y Guardia Civil) y, desde luego, en claro contraste con la desconfianza que generan los Partidos Políticos, el Gobierno, los Sindicatos o el propio Parlamento.

La principal causa del profundo y difícilmente reversible perjuicio causado a la Política de Defensa española por los sucesivos Gobiernos de la última década, radica en la equivocada creencia de que la defensa de los españoles, a diferencia de la seguridad interior, es una necesidad marginal u ocasional y por tanto susceptible de recortes ilimitados, máxime cuando los propios afectados, es decir los mandos, oficiales y tropa, aunque son unos excelentes profesionales, no se manifiestan ni presionan con huelgas ante los abusivos e injustificados recortes de sus sueldos y el deterioro de sus condiciones de trabajo, como ocurre con los médicos, los bomberos o los policías.

De nada sirve la acreditada e impecable trayectoria de participación en misiones internacionales durante los últimos veinticinco años, ni las actuaciones de ayuda a sus conciudadanos ante incendios, inundaciones o naufragios que año tras año se producen en nuestro país. Sencillamente se ha tomado la decisión política de ignorar las necesidades de la Defensa de España y se actúa en consecuencia.

Esta concepción de la Política de Defensa traduce una ignorancia de lo que supone la defensa de una potencia media mundial, como lo es España, en el siglo XXI. La primera función de una defensa estable y creíble es la protección de sus ciudadanos, dentro y fuera del país, mediante la prevención, la disuasión y, llegado el caso, con la intervención ante una panoplia de amenazas y riesgos que van desde las catástrofes naturales y humanas (véase las intervenciones de la UME) hasta el rescate en escenarios de guerra, pasando por la ayuda humanitaria, la ciberseguridad o la lucha contra el terrorismo. Todo ello sin olvidar que buena parte de nuestra propia defensa, en el contexto global en el que vivimos, sólo puede resultar eficaz si la abordamos de forma conjunta con otros países a los que debemos aportarles la misma confianza y garantía de nuestro apoyo que les debemos exigir.

Considerar la Política de Defensa de España como una necesidad secundaria o puramente ocasional y actuar para reducir las capacidades humanas, materiales y económicas necesarias impidiendo su funcionalidad más elemental, como ya está ocurriendo, es una manifestación clara de la incultura política de quienes defienden, practican o se acomodan a semejante realidad.

En algún momento alguien tiene que denunciar públicamente, ya que no pueden hacerlo los propios militares, que el punto crítico de la Defensa de España ya se ha rebasado y que está en juego la propia seguridad de los españoles al dejarnos inermes ante los grupos y países más agresivos, algunos de los cuales operan en la vecindad de nuestras fronteras.

Rafael Calduch Cervera es catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid y socio fundador de International Political Risks Analysis SL.



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