Los avances (lentos) de la UE en su hoja de ruta en Defensa y las asignaturas pendientes de España
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Los avances (lentos) de la UE en su hoja de ruta en Defensa y las asignaturas pendientes de España

La reunión de la OTAN no parece haber tenido un impacto significativo sobre la Unión Europea y sobre las políticas nacionales de defensa de los Estados miembro
Consejo europeo
La presidenta de la Comisión saluda al presidente del Consejo en la última reunión. Firma: Consejo Europeo
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El día 26 de junio, los Estados miembro de la Unión Europea mantuvieron una reunión en Bruselas en la que se trataron, entre otros temas, los asuntos de seguridad y defensa. En este artículo, revisamos las novedades más importantes de dicha reunión. Pero, para hacerlo, examinamos primero, lo acordado en la reunión de la OTAN, celebrada el día anterior, en la Haya, donde se firmó una nueva declaración. Esta declaración, relativamente breve para lo que suelen ser estas reuniones, se compone de cinco puntos. El segundo, quizá el más importante, reafirma el compromiso de los aliados de invertir anualmente, al menos, el 5% de su PIB en seguridad y defensa para el año 2035. 

El tercero, delimita algo más esta inversión, reduciéndola al 3,5% para atender los requisitos de defensa clave, teniendo los Estados miembro, la obligación de presentar un plan anual que muestre un camino incremental creíble para alcanzar este objetivo. Se prevé revisar este plan en 2029 de acuerdo con el entorno estratégico y los objetivos de capacidades actualizados. El cuarto punto, hace referencia, como es tradicional, a expandir la cooperación industrial y eliminar las barreras comerciales para mejorar la seguridad colectiva. De esta forma se recoge el deseo norteamericano, manifestado en meses anteriores, de que los europeos gasten más en defensa y que haya más colaboración industrial, en particular, para que la venta de equipos de defensa norteamericana a Europa esté sujeta al menor número de trabas posibles.

Tras esta cumbre de la OTAN y teniendo en cuenta las importantes reuniones del Consejo del 6 y el 20 de marzo, donde se aprobó el Libro Blanco de la defensa, había una cierta expectativa sobre posibles nuevos acuerdos y compromisos de la Unión Europea en esta reunión.

Después de esta lectura se infiere que no aparecen compromisos económicos de los Estados Miembro en esta materia especialmente vinculantes, pues como se puede observar el segundo punto del acuerdo está redactado de forma muy genérica. Sin embargo, una lectura de las conclusiones de esta reunión, muestra que no los ha habido, siendo el documento un simple recordatorio, o si se quiere repetición, de los deseos e intenciones declarados en su día y ya conocidos públicamente, sin aparecer nuevos compromisos. 

Así, se invita de nuevo al rápido desarrollo y suministro de proyectos colaborativos haciendo uso del instrumento SAFE. Se anima a que la Agencia Europea de Defensa continue con la labor de identificar oportunidades concretas que permitan una demanda agregada. Urge a los colegisladores para finalizar el Programa de la Industria de Defensa Europea (EDIP), así como a materializar las propuestas legislativas relacionadas con el Defence Readiness Ommibus, un paquete destinado a simplificar los trámites relacionados con la disponibilidad en seguridad y defensa. 

Nueva reunión en octubre

El progreso se revisará, de nuevo, en la próxima reunión previstas octubre de 2024 donde se discutirán los próximos pasos en la implementación de los objetivos de disponibilidad en defensa, y se invita a la Comisión y a su Alto Representante a presentar un mapa de ruta para este fin. Como último punto, el documento recuerda que los temas tratados, lo son sin perjuicio del carácter específico de la política de defensa y seguridad de ciertos Estados Miembro, y tiene en cuenta los intereses de seguridad y defensa de todos los Estados Miembro, de acuerdo con los tratados. Un texto que está en consonancia con las discrepancias que pueden mostrar algunos Estados Miembro en esta materia, como bien puede ser el caso de España.

En resumen, la reunión de la OTAN no parece haber tenido un impacto significativo sobre la Unión Europea y sobre las políticas nacionales de defensa de los Estados miembro, probablemente porque el compromiso de inversión del segundo punto está redactado de forma muy genérico, por lo que no resulta especialmente vinculante. Respecto al grado de avance europeo sobre este tema, tras estos tres meses, se observan ya algunas novedades significativas.

En primer lugar, la activación de la cláusula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento ha sido solicitada formalmente por doce Estados miembros, aunque España no lo ha solicitado, por el momento. En segundo lugar, la aprobación por el Consejo el 27 de mayo del reglamento del instrumento SAFE, aunque miembros del Comité de Asuntos Legales del Parlamento Europeo han decidido emprender acciones legales contra esta decisión, por falta de legitimidad democrática, al emplear el artículo 122 del TFUE para acelerar su aprobación. 

La cláusula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento ha sido solicitada formalmente por doce Estados Miembros, aunque España no lo ha solicitado, por el momento

El tercer lugar, el Banco Europeo de Inversiones ha reducido la lista de actividades de defensa excluidas (únicamente armas y munición) de sus actividades de financiación, mientras que ha aumentado la cifra que puede destinarse a los préstamos que concede en esta materia. En cuarto lugar, se hace mención a los recientes acuerdos de asociación alcanzados con el Reino Unido y Canadá en materia de seguridad y defensa firmados el pasado día 23, lo que abre la puerta a posibles programas conjuntos con estas naciones. En quinto lugar, el 17 de junio ha remitido al Parlamento el documento COM (2025) 835 final para modificar las directivas de adquisición y transferencias intracomunitarias, un elemento clave del Defence Readiness Ommibus. Por último, la presidenta de la Comisión ha anunciado que el Marco Financiero Plurianual del periodo 2028-2034 se prevé quintuplicar el gasto en defensa y espacio hasta alcanzar los 131.000 millones de euros del Fondo Europeo de Competitividad, una partida económica especialmente significativa, si al final el Parlamento lo aprueba. La presentación del mapa de ruta, anunciado para octubre, posiblemente permita tener una idea más clara de la voluntad de los Estados Miembro para implementar el Libro Blanco de Defensa.

¿Y España?

Respecto al caso español, la información que el Ministerio de Defensa ofrece a la prensa es relativamente limitada, aparte de algunas declaraciones generales. En efecto, el Plan industrial y Tecnológico sobre Seguridad y Defensa presentado en el mes de abril no ha sido acompañado de nuevos documentos e informes donde se explique el plan con mayor profundidad y se concreten algunas de las acciones, solo sucintamente delineadas, sin ofrecer información adicional. En este sentido, sería conveniente ofrecer más información sobre la ejecución del plan como requisitos de alto nivel, calendarios de ejecución, presupuestos, gastos más allá de 2025, etc. que ayuden a la industria a entender mejor las necesidades, valorar las oportunidades, examinar posibles riesgos y presentar propuestas más ajustadas y realistas a los proyectos que se van a poner en marcha. 

El paso principal observado ha sido la aprobación por gobierno de los techos de gasto que garantizan la financiación plurianual de los nuevos Programas Especiales de Modernización (PEM), que suponen la partida más importante del presupuesto del plan. Esto permitirá lanzar en los próximos meses las licitaciones de dichos programas y, quizá, ponerlos en marcha antes de finalizar el año.

Sería conveniente ofrecer más información sobre la ejecución del plan como requisitos de alto nivel, calendarios de ejecución, presupuestos, gastos más allá de 2025

Estos programas suelen adjudicarse a los grandes contratistas, lo que sugiere que el Ministerio va a aprovechar su capacidad tractora para extender sus efectos sobre el resto del tejido empresarial de defensa, formado por empresas de tamaño medio y pequeño. En este sentido, el plan, desafortunadamente, ofrece poca concreción sobre cómo lograr que las inversiones previstas beneficien con claridad a esta importante parte del sector industrial de defensa, como pudiera ser la reserva de un determinado porcentaje para estas empresas. Igualmente, el plan no contempla las actividades necesarias para participar en las ayudas que ofrece el instrumento SAFE, un componente del Libro Blanco esencial para lograr la deseada integración de la industria europea de defensa y para alcanzar su autonomía estratégica, de la que España debería formar parte. Dos aspectos que sería recomendable quedaran subsanados mediante acciones y medidas complementarias.



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