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La Gran Guerra y la memoria moderna (Paul Fussell, Ed. Truner, 2016)

ISBN: 978-84-16354-12-2
Año de publicación: 2016-03-13 00:00:00
Introducción del libro:

En los últimos años, coincidiendo con su centenario, han proliferado las obras dedicadas a la Primera Guerra Mundial. Hemos reseñado numerosos trabajos que han estudiado, desde distintos enfoques, sus causas, su desarrollo y sus consecuencias. Novelas históricas, libros divulgativos, comics, monografías interminables, reportajes periodísticos… nadie ha querido perder la oportunidad de aportar algo al conocimiento de la Gran Guerra. Con tal cantidad de estudios, podría parecer que no hay nada más que decir sobre el primer gran conflicto del siglo XX (al menos, con un ápice de originalidad). Por eso, es una sorpresa descubrir la obra del Paul Fussell, La Gran Guerra y la memoria moderna* (editada en 1975 y recuperada ahora por la editorial Turner) y, con ella, un nuevo y peculiar punto de vista sobre la lucha de trincheras en la Europa continental.

El libro de Fussell es, sin duda, singular. Olvídense de los sesudos análisis militares, de las cábalas sobre la conveniencia o no de una operación en el frente, de los complejos viajes psicológicos por la mente de sus protagonistas o de las hipótesis sobre sus causas; el historiador estadounidense estudia la guerra a través de la literatura. Para centrar aún más el tiro, Fussell solo se ocupa de los textos firmados por quienes participaron en la contienda, obviando intencionadamente lo que de ella se escribió después. Como explica Jay Winter en la introducción de la obra, “La Gran Guerra y la memoria moderna es el relato imperecedero de Paul Fussell sobre el recuerdo literario de ese momento de la Gran Guerra, cuando la industrialización cambió el carácter y la capacidad mortífera de la guerra, cuando se convirtió en algo monstruoso, y cuando esa monstruosidad engendró un legado literario que ha permanecido hasta hoy”.

El propósito del libro, señala el propio autor, consiste en captar la experiencia británica en el frente occidental y explorar las diversas formas de expresión en que ha sido recordado, vulgarizado y mitologizado. Con este fin, Paul Fussell ahonda en la estrecha relación entre ficción y realidad, en la dimensión literaria de las vivencias de los hombres que combatieron en la Gran Guerra, y en la construcción de una iconográfica propia que se ha perpetuado en la memoria, incluso años después de que finalice la contienda. La obra termina por convertirse en un insólito viaje por los recovecos de la literatura de trincheras, donde la realidad se difumina tornándose ficción; lo que permite al autor recrear el mundo interior de los soldados ingleses durante la Primera Guerra Mundial.

La Gran Guerra lo cambió todo. El mundo no estaba preparado para un conflicto de tal envergadura. Nunca antes tantas vidas se habían sacrificado tan inútilmente, ni los medios técnicos habían sido tan decisivos y mortíferos. Nadie sabía realmente qué hacer; los oficiales, acostumbrados a una guerra de movimientos, de flanqueos y retiradas estratégicas, no fueron capaces de adaptarse al sistema de trincheras y lanzaban a sus soldados en ataque frontales contra los nidos de ametralladoras, donde les esperaba una muerte segura. La Primera Guerra Mundial fue la última guerra romántica. El Alto Mando de ambos ejércitos seguía creyendo que el valor, el honor y el respeto eran las claves para obtener la victoria. La realidad les hizo ver que, por muy aguerridos que fuesen sus soldados, la artillería y las ametralladoras aniquilaban por igual a cobardes y valientes. La dureza del conflicto, la deshumanización del soldado y la producción en masa transformaron a las sociedades occidentales, que hasta ese momento creían hallarse en el cenit de la humanidad. Paul Fussell lo explica muy bien: “Pero la Gran Guerra fue la más irónica de todas las guerras que se han luchado hasta ahora. El mito del Progreso, que entonces prevalecía y que había dominado la conciencia pública a lo largo de un siglo, demostró ser una vergüenza. La Idea de Progreso dio marcha atrás”.

La mayoría de la población mundial, en las sociedades occidentales, conoce la guerra a través de lo que le cuentan. Solo unos pocos saben qué sucede realmente en el campo de batalla y los horrores que allí se producen. Su versión de la realidad, a pesar de las previsibles distorsiones, acaba por convertirse en la realidad misma, pues no existe nada con que contrastarla. Así lo expone Fussell: “Una de las características de la guerra residía en el encontronazo entre los acontecimientos y el lenguaje disponible, o el que se consideraba adecuado para describirlo”. La “ventaja” (si se puede llamar así) de las dos Guerras Mundiales fue el desproporcionado número de combatientes, que ha permitido contar con un colosal archivo de testimonios y memorias personales. Paul Fussell acude a estos textos y a los escritos literarios de la época para construir su relato, centrado en la infantería inglesa y, en especial, en sus oficiales. En la Gran Guerra participaron, a diferencia de las ulteriores, un ingente número de intelectuales y escritores, que no dudaron en plasmar sus experiencias.

La obra de Fussell reconstruye el imaginario que surgió en torno a distintas facetas de la guerra, como, por ejemplo, la visión que los soldados tenían del enemigo, la vida en las trincheras, su relación con los oficiales o el día a día en el frente. El profesor de literatura no sólo se detiene a explicar la proyección de estas vivencias en los escritos, ya sean literarios o memorias, sino que también analiza cómo se transmiten esas experiencias (“Uno de los legados de la guerra es esa costumbre de distinguir, simplificar y oponer de forma sencilla”). A veces, y así sucede en este caso, el lenguaje empleado es casi tan interesante como su contenido.

Al igual que en todas las guerras, también en esta se crearon mitos y leyendas. Fussell afirma que “En la Gran Guerra el rumor y la leyenda abundaron de modo extraordinario. Era como si un generalizado impulso humano de invención se hubiese desatado dramáticamente a causa de la novedad, de la inmensidad y de lo grotesco del proceso. La guerra en sí misma era evidentemente un invento terrible y en ella todo valía”. A pesar de los avances técnicos y el progreso científico, los soldados se dejaban arrastrar por la superstición. No hay nada más poderoso para sugestionar a una masa de hombres que lo fantástico, más aún, cuando se ven sometido constantemente a una presión enloquecedora y sus vidas se hallan, en cada ataque, a un paso del abismo. La obra de Fussell recoge muchos de estos mitos y cómo se engarzaron en la literatura de la época y en el día a día de los combatientes.

Hay libros a los que Fussell dedica mayor atención, como la trilogía Las memorias de George Sherston, de Siegfried Sassoon; la autobiografía de Robert Graves, titulada Adiós a todo eso; Sombras de guerra de Edmund Blunden o los poemas de Willfred Owen. Probablemente el público español desconozca a estos cuatro autores, aunque su ascendencia en la literatura inglesa del siglo XX es incuestionable. Todos combatieron en el frente y cada uno de ellos ofreció su propia percepción de lo que allí vivió. Graves utilizó la ironía y la caricatura, Sassoon la crítica a los horrores de la guerra, Blunden la elegía pastoril ampliada en prosa y Owen la sensualidad. Junto a ellos emerge una panoplia de escritores, conocidos y desconocidos, que utilizaron todos los géneros para describir la Gran Guerra. Fussell quiere responder a través de sus obras a preguntas del tipo ¿Cómo era la guerra para los que estaban en las trincheras? ¿Cómo superaron esa extraña experiencia? O ¿Cómo transformaron sus sentimientos en lenguaje y en literatura?

Pocas veces tenemos la oportunidad de adentrarnos en un conflicto bélico a través del recuerdo literario dejado por quienes participaron en él. La originalidad del trabajo de Paul Fussell reside en obviar las cuestiones políticas o militares y centrarse en el componente humano de la guerra. Quienes combatieron en la trinchera utilizaron la escritura, ya sea a través de la correspondencia, ya sea en memorias o en novelas, para explicar al mundo una realidad inaudita, que iba del tedio de la inactividad al delirio del ataque. Un trabajo, el que ahora reseñamos, que aporta una visión distinta a los incontables libros sobre la Gran Guerra y que no deja de ser una oportunidad para comprender que detrás de las flechas de los mapas y de las objetivas cifras se encuentran hombres, arrejuntados en pestilentes trincheras, cuya única esperanza era sobrevivir un día más.

Paul Fussell (1924-2012), historiador, escritor y profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, quedó marcado por sus experiencias, a los diecinueve años como oficial de infantería en Francia en 1945. Desde entonces ha buscado desmitificar el romanticismo de la batalla estudiando en profundidad las dos guerras mundiales. Sus publicaciones le han valido el National Book Award for Arts and Letters o el National Book Critics Circle Award for Criticism.

Fuente: http://metahistoria.com

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