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asociación atlántica

Los caminos de la paz

Cuando el año se acerca a sus últimas campanadas parece lógico preguntarse por el acontecimiento relevante que lo registrará en la historia; y aunque como españoles nos habría gustado que se recordara como el año de la Cumbre de la OTAN y el Concepto Estratégico de Madrid, la trascendencia cuasi global del conflicto de Ucrania en 2022, de igual forma que la pandemia lo hizo en 2021, permanecerá en los anales como el año que removió los cimientos básicos de la seguridad que la Alianza Atlántica ha proporcionado a los países signatarios del Tratado de Washington durante los últimos 70 años y que nos ha hecho vivir con el espejismo de paz duradera desde 1989.Si se atiende a las estimaciones de los analistas, la evaluación de la situación indica que las condiciones para el inicio de las negociaciones que conduzcan a un alto el fuego seguido de un acuerdo de paz, basado en un tratado que proporcione garantías de seguridad duradera para los contendientes, no han estado nunca tan lejos de producirse desde el principio del conflicto.No obstante, ello no es óbice para que la llamada "fatiga de guerra" y las consiguientes presiones para el comienzo de negociaciones se estén produciendo a todos los niveles, que no sería aventurado considerarlas incluidas como parte de la reciente vista de Zelenski a los EE.UU., e incluso entre los aliados de Rusia; aunque por otra parte, nunca han cesado de estar abiertas, como las intermediaciones de la ONU y Turquía para la salida del grano, los intercambios de prisioneros, o la seguridad de las centrales nucleares.Las iniciativas para el comienzo de las negociaciones han saltado también a las calles y la sociedad civil se está movilizando (al menos a este lado del conflicto) para expresar el deseo de que se acabe con la pérdida de vidas humanas (cien mil combatientes por cada lado estimados, más cuarenta mil civiles por el lado ucraniano, y millones de desplazados), la destrucción de infraestructuras y el colapso de la actividad económica, así como las consecuencias para el resto del mundo como la crisis energética, la inflación descontrolada, o el riesgo de hambruna en el Sur Global.