El presupuesto en defensa post Covid-19
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El presupuesto en defensa post Covid-19

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(Especial CEEAG para Infodefensa) En un artículo publicado por The Economist el 26 de abril, se señala que la respuesta mundial a la pandemia del Covid-19 no solo procede del sector salud, educacional o científico, sino que también del militar. Refiere, específicamente, que las Fuerzas Armadas a nivel global han ayudado a construir hospitales, a reforzar la red asistencial de salud, a prevenir y controlar el orden público, a reforzar los cordones sanitarios y zonas en cuarentena, aun cuando no es su “negocio” habitual. Ello podría suponer que mientras la economía mundial se deprime y las deudas se amontonan, el presupuesto en defensa se mantendría al alza, pero ¿es eso lo que está por suceder?

El escrito señala que desde el atentando a las torres gemelas en 2001, el gasto en defensa ha aumentado, debido principalmente a la competencia entre China y Estados Unidos, los intereses rusos y a los conflictos en Medio Oriente. Como dato interesante, Norteamérica ocupa el primer lugar en el gasto militar (con $732 bn) -cuyo incremento porcentual en el año 2019 fue equivalente al total del presupuesto alemán de ese año-, el segundo lugar lo ocupa China ($261bn), el tercero India ($71.1 bn), el cuarto Rusia ($65.1 bn) y el quinto Araba Saudita (61.9 bn).

Sin embargo, este panorama podría cambiar drásticamente considerando los efectos –principalmente económicos- del Covid-19.

Por una parte, este año el precio del petróleo ha sido el más bajo en décadas y, junto con ello, la demanda global ha decrecido. Esto podría afectar seriamente los ingresos y la estabilidad económica de los denominados petroestados en Medio Oriente, África y América Latina. Asimismo, se espera que Rusia pierda millones producto de la baja exportación de petróleo y gas. Por otra parte, la interrumpida cadena de suministros a nivel local y global producto del cierre de fronteras, ha afectado la economía de grandes potencias como Alemania, Italia, Francia, España, y también de los países más empobrecidos en el este y sur de Europa (Albania, Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Rumania, etc.).

Asumido lo anterior, es factible pensar que una reducción del gasto público en defensa es el camino natural para dar mayor soporte a políticas públicas en el área de salud, educación, previsión social y empleo, así como también estimular y/o fortalecer la economía, sobre todo pensando en la compleja recesión económica mundial que se espera para este año. Más aún si se consideran tres aspectos:

El primero, que la compra y/o mantención de armamento, el entrenamiento y educación militar, el despliegue y mantención de tropas en el extranjero, hoy no es “política o mediáticamente” rentable (sobre todo en periodos eleccionarios), pudiendo ser fácilmente cuestionada su pertinencia o incluso su existencia en los tiempos actuales; el segundo, que el costo de las armas e insumos asociados al ámbito de defensa (equipamiento, alimentación, transporte, etc.) podría aumentar si se mantienen las actuales condiciones del comercio internacional; y, el tercero, que la actual pandemia ha reflejado que un virus puede incapacitar hasta el mejor ejército.

Se espera, por tanto, una reducción importante a nivel global del gasto en defensa a partir del próximo año. Corea del Sur, por ejemplo, ha manifestado públicamente que reducirá el gasto en defensa en un 2% el 2021. Seguramente otros seguirán sus pasos, sobre todo si se cumple lo que vaticinan los analistas de Rand Corporation, respecto a que recién el 2023 se podría volver a cifras económicas positivas.

Las implicancias de lo señalado son variadas, entre ellas:

1. La revisión del acuerdo firmado en 2014 por los miembros de la OTAN respecto de aumentar el gasto en defensa (2% del PIB) para el año 2024.

2. Estados Unidos se podría retirar gradualmente de Medio Oriente, reduciendo la presión en Irak, Siria y Afganistán, y dejando el cuidado de esa zona a Israel, Arabia Saudita y Egipto (The Economist, 2020). Esto pensando en utilizar los fondos para reactivar la economía y paliar el desempleo y sus consecuencias socio económicas. Además, es probable que el presidente Trump (sobre todo pensando en las elecciones de noviembre), se vea en el dilema de seguir invirtiendo más dinero en la guerra contra el terrorismo (despliegue de tropas, trabajo de inteligencia), la que, en el contexto actual, parece no tan significativa, pero que, con una mirada previsora y prospectiva sería muy riesgoso descuidar, sobre todo entendiendo la cultura que sostiene el ideario religioso de gran parte de las células terroristas que amenazan la seguridad internacional, las que podrían activarse y actuar en cualquier momento.

3. Que producto de la reducción del presupuesto, se tengan que generar cambios drásticos en las Fuerzas Armadas, como por ejemplo, reducir la fuerza, modificar planes de estudio, elaborar una nueva planificación estratégica (con otros escenarios plausibles), limitar la presencia de efectivos en operaciones militares o de paz, reducir el personal civil y modernizar la gestión organizacional, entre otros.

En conclusión, es posible prever que a partir de las políticas de recorte presupuestario se genere un escenario de mayor incertidumbre y riesgo, ya que el accionar contra amenazas como las pandemias podría tener mayor prioridad que la seguridad global. Lo anterior, daría un mayor espacio de maniobra a grupos que utilicen estrategias híbridas para desestabilizar política y económicamente a un Estado; sobre todo en situaciones donde la presencia y capacidad de reacción de las Fuerzas Armadas se vea disminuida producto del contagio y efectos físicos que generan los virus.

Por tanto, habrá que buscar el equilibrio entre todos los actores del concierto internacional tanto para recomponer la economía, disminuir la pobreza y desigualdad generada por el covid-19, y mantener –en el mismo nivel de importancia- un apropiado presupuesto en defensa que permita salvaguardar el orden y la seguridad de los Estados a nivel global. Para ello, la voluntad política y la cooperación seguirán siendo la clave para la supervivencia en tiempos de crisis.

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