La guerra de Nápoles tomó otro camino tras la victoria en Ceriñola, ya que los franceses tuvieron que replegarse hacia el norte y las tropas aragonesas tomaron la iniciativa.
Pese al éxito de la campaña, las tropas castellanas temían una posible reconquista enemiga, por lo que comenzaron las labores para reforzar las defensas y para abrir de nuevo el foso.