El Himars, siglas de High Mobility Artillery Rocket System, es un sistema de lanzacohetes múltiple ligero diseñado por el fabricante estadounidense Lockheed Martin, que es el contratista principal de la venta prevista para Polonia.
Con estas cantidades la empresa alemana se convertiría en el mayor productor de ambos tipos de munición del planeta.
En el otro bando, Rusia denuncia que Ucrania lanza un ataque contra un puente en Melitopol, ubicado en Zaporiyia, y deja al menos cuatro fallecidos.
Foto: AvibrasYa en la sala de exposiciones, se mostraron las maquetas a tamaño real de las joyas de la empresa: el misil táctico de crucero AV-TCM; el misil aire-aire de matriz activa de 5º generación A-Darter, fruto del programa binacional entre Brasil y Sudáfrica; y del misil antitanque guiado por fibra óptica/multirol FOG-MPM, junto también a la familia completa de cohetes y algunos simuladores de vehículos que componen el sistema Astros.El primer sector visitado fue el área de ingeniería de software embarcado en vehículos, donde se pudo observar la integración y las pruebas de la electrónica dedicada al misil táctico de crucero AV-TCM, que es muy funcional y presenta una interfaz sencilla de manejar, con pantallas en color de alta resolución y accionamiento simplificado.Después, en el área de ingeniería de software embebido de munición, fue posible observar los trabajos de simulación y ensayo del funcionamiento del AV-TCM, incluyendo el movimiento de la sección de cola y de los actuadores de las alas semiretráctiles, que se abren poco después del lanzamiento, entre otras innumerables acciones que ocurren durante el vuelo del arma, que finaliza con una ganancia de altitud y el picado contra el blanco a 90º, lo que maximiza la fuerza cinética del impacto con la ojiva.Para "sentir" los movimientos precisos de la superficie de control del misil durante la simulación, basta con colocar la mano sobre el empenaje.
El conflicto ha sacado a Europa del letargo en que se encontraba en materia de seguridad para ponerle ante los ojos las duras realidades de que la guerra convencional, librada por intereses geopolíticos no es una cosa del pasado, sino una posibilidad real, por mucho que el continente la considerase desterrada; y la de que su división política, su cultura estratégica, reacia al uso de la fuerza, y largos años de reducciones en los presupuestos de defensa, han dejado a Europa prácticamente inerme y dependiente del poder militar norteamericano.
El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció la semana pasada un nuevo lote de ayuda militar a Ucrania de aproximadamente 1.100 millones de dólares, en la que destaca el suministro de 18 nuevos lanzacohetes múltiples Himars.
Desde el pasado 24 de febrero, cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania, Estados Unidos ha anunciado el envío al país europeo de distinto armamento por valor de varios miles de millones de dólares (13.500 millones en total, si se incluye la ayuda previa a la invasión que el presidente Biden ya estuvo suministrando). En los últimos seis meses, Washington ha procurado a Kiev centenares de blindados, otros cientos de vehículos de movilidad de infantería, decenas de piezas de artillería, cientos de miles de proyectiles, decenas de miles de misiles (Stinger y Javelin en gran medida) cientos de unidades de munición merodeadora, al menos 18 embarcaciones y hasta una veintena de helicópteros, entre otros.