Con bastante distancia, les seguía la infantería francesa y veneciana. Por otro lado, la caballería iba por la carretera a Milán. Las columnas suizas se alejaron de la artillería que les acompañaba y decidieron seguir sin esa protección, lo que les costó bastantes bajas al llegar al frente con Calonna y no consiguieron superar el muro creado por el ejército imperial, por lo que decidieron retirarse.La batalla de Bicocca dejó más de 3.000 muertos por parte de las tropas capitaneadas por Lautrec, mientras que entre los de Colonna solo se cuenta con una muerte debido a una coz de mula. La autoridad francesa ya no tenía gran presencia en el norte de Italia, una vez que Colonna avanzó hacia Génova, los franceses abandonaron el Castello Sforzesco.
Tras la batalla, la Liga Santa había perdido 10.000 marinos, contaba 8.000 heridos y perdió 13 galeras (que llegó a ascender a 40 por la imposibilidad de realizar reparaciones en 27 de ellas).
Si en el interior de la ciudad arreciaba el hambre y el aislamiento, en el exterior los cuerpos de los atacantes comenzaban a amontonarse.Una defensa al límiteEstas arremetidas directas y desesperadas, que fomentaban más la muerte que el éxito, lograron un objetivo, que el ejército de Hasán entrase en la ciudad e izase la bandera otomana; un gesto demasiado optimista, pues los españoles consiguieron expulsarlos poco después.A pesar de la defensa, los españoles estaban bajo mínimos en cuanto a fuerzas; solo la victoria moral de haber causado un número de bajas desproporcionado al enemigo les inspiró un último aliento necesario.El 6 de junio, con las últimas arremetidas de los otomanos, llegaba por mar la flota de Francisco de Mendoza y Vargas, es decir, más de 4.000 efectivos dirigidos hacia Mazalquivir.