De ahí que, para cumplir mejor con este requisito, Naval Group se alió con la firma neerlandesa Royal IHC, en un reparto de tareas que pasa porque la firma francesa se encargue de redefinir el diseño del submarino con las autoridades del país, mientras que su socio se ocupa de construir y equipar la nave, aprovechando al sector local.
En el caso de TKMS, se llegó a plantear como sus posibles socios en este proyecto a las citadas Saab Kockums y Damen, pero finalmente no pareció una opción muy viable, entre otros motivos por la difícil vuelta a manos suecas en 2014 de Kockums tras haber sido propiedad de TKMS. Por otra parte, el Ministerio de Defensa neerlandés ha informado de que busca adquirir "misiles de largo alcance", a los que el medio especializado Naval News identifica como misiles de crucero de ataque terrestre para ser desplegados tanto desde las fragatas como desde los futuros submarinos.
El pasado agosto, Saab recibió una nueva orden de trabajo por parte de la agencia sueca de material de defensa (FMV), valorado en 5.200 millones de coronas (algo más de 480 millones de euros), para “continuar con el desarrollo y la producción de los dos submarinos de la clase A26 Blekinge pedidos previamente por Suecia” y también “ampliar las capacidades” de las dos naves.