Nuestras prioridades son: velar por el bienestar de las mujeres y hombres que integran las Fuerzas Armadas; impulsar la cultura de defensa, promoviendo el conocimiento de la seguridad y la defensa al servicio de la sociedad española; potenciar la transformación de las capacidades de las Fuerzas Armadas mediante el refuerzo de los programas de armamento y material para la defensa, así como el impulso de las actividades de I+D+i, apoyando la industria de defensa para consolidar la Base Industrial y Tecnológica de defensa española, garantizando su autonomía estratégica; contribuir a la sostenibilidad ambiental y eficiencia energética en la gestión de los recursos, de acuerdo con el principio de Desarrollo sostenible compatible con las misiones de las Fuerzas Armadas; reforzar la transformación digital desarrollando los Sistemas y Tecnologías de la Información y Comunicaciones (Política CIS/TIC) y de Seguridad de la Información, con especial atención a la ciberseguridad; e incrementar la inversión en Defensa hasta alcanzar el 2% del PIB en 2029.
Décadas en las que la Armada y el Ejército del Aire abandonaron casi por completo la capacidad antisubmarina, que había perdido prioridad porque los estados fallidos que entonces nos preocupaban no podían permitirse la adquisición de los carísimos submarinos modernos.
Solo con la anexión de Crimea por Rusia en 2014, comenzaron las preocupaciones por la amenaza rusa, que se concretaría en una acción ofensiva en febrero de 2022 para la ocupación de territorio ucraniano, en el más puro sentido de la guerra clásica.
Permita el lector que, para su tranquilidad, comparta el recuerdo de una situación bastante más tensa que la que se vive hoy en el estrecho de Taiwán.
Son misiles para defensa antiaérea, para defenderse de los ataques que están sufriendo". El Ministerio de Defensa no ha revelado el número de misiles Patriot donados a Ucrania, lo que sí ha dejado claro es que por el momento la ayuda no incluirá baterías. Robles también destacó en declaraciones a los medios que "Rusia está utilizando incluso bombas de racimo y todo tipo de material contra la población civil".
“No habrá servicio militar en España”, aseguró y recalcó: “No se le ha pasado por la cabeza a nadie”.La ministra realizó un recorrido por todos los programas puestos en marcha bajo su mandato e hizo especial hincapié en el apoyo de su Ministerio al desarrollo de la industria de Defensa ya no solo con programas nacionales sino en el ámbito internacional.La importancia de la industria en la autonomía y la defensa nacional Entre los puntos destacados por la ministra sobre la política española de Defensa, Robles reiteró el interés del Gobierno español por "fortalecer el papel que tenemos en organizaciones internacionales a las que pertenecemosy, muy en concreto, en el ámbito de defensa, lo que hace referencia a la OTAN, a la Unión Europea y a Naciones Unidas", por llegar al compromiso de inversión del 2% del PIB en 2029 y por garantizar la modernización de las Fuerzas Armadas y su material para que sean realmente eficaces.
No sé qué podría aconsejarle al respecto Ho Chi Minh, el alma de la nación vietnamita que derrotó a los EE.UU.Por su parte, Europa, incluso si Washington sigue paralizado por la corrupción política —aunque no haya dinero de por medio, anteponer el cargo a las necesidades de la nación para mí lo es— tiene que aceptar el desafío de incrementar la producción de munición de artillería y de otros tipos de armamento igualmente necesarios para el ejército de Zelenski. En estos días de preocupación ha pasado prácticamente desapercibida una excelente noticia: la Unión Europea parece abrirse a la posibilidad de adquirir en el extranjero —léase, sobre todo, Estados Unidos— con fondos comunitarios, el material que nuestra industria no pueda producir.Europa tiene también, a más largo plazo, la responsabilidad de hacer que Ucrania gane la guerra tecnológica, la de los misiles, los drones y la inteligencia artificial. Se trata de un desafío de naturaleza industrial, un terreno en el que Europa es muy superior a Rusia. El mismo Sun Tzu no dudaría en recomendarnos que aprovechemos ese terreno favorable porque, si no paramos los pies a Putin en Ucrania con nuestra tecnología, se me ocurren muchos otros lugares donde hacerlo nos saldrá muchísimo más caro. ¿Quién ganará la guerra?Si Ucrania y Europa se muestran a la altura del desafío, ¿podrán ganar la guerra?
Cuando tuvo que simular ser un pueblo de la antigua Yugoslavia, por ejemplo, se configuró como tal, y ahora que recrea a una localidad ucraniana, se le ha preparado para cumplir ese papel, como apunta el oficial británico que acompaña en el vehículo que acerca al grupo a este paisaje de pueblo fantasma en el que se levanta un ayuntamiento, un hotel y distintas viviendas e instalaciones oscuras y llenas de recovecos por los que los futuros combatientes deben de moverse con toda la destreza posible.
Además del adiestramiento en el combate en trincheras, el curso de formación básica en combate impartido por el Tercio de Armada también ha incluido la instrucción en técnicas individuales de combate, tanto en situaciones ofensivas como defensivas, en ambiente urbano, tratamiento táctico de bajas en combate y manejo de diferentes sistemas de armas como las ametralladoras medias. El módulo comenzó el pasado mes de noviembre y llegó a su fin los últimos días de diciembre.
El martes 17 de octubre el presidente Putin aterrizó en Beijing para participar del “Tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional”.
El medio recoge en este punto la afirmación del portavoz señalando que el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), que es un grupo de expertos de Washington, mostró hace dos semanas imágenes tomadas por satélites en las que, asegura, se evidencia un fuerte aumento del tráfico ferroviario en torno a la frontera entre Corea del Norte y Rusia, que comparten una divisoria terrestre de apenas 19 kilómetros, atravesada por una línea ferroviaria.
Para los más radicales, esta es realmente la Guerra de Biden. Los de líneas más razonables, y con ellos algunos intelectuales que ni siquiera son prorrusos, defienden que no es Putin sino Rusia la que pelea en Ucrania, y que son los intereses rusos los que están en juego a pesar de que —a la vista está— haya que enviar al frente a presos, mercenarios y extranjeros atraídos por el señuelo de la nacionalización porque la sociedad no se presta a luchar por ellos.Demos al asunto otra perspectiva. A nadie en España se le oculta el protagonismo del presidente del Gobierno en el cambio de política respecto al Sahara que, desde fuera, se atribuye a nuestra nación. Pero la distancia nos ofusca y nos lleva a confundir —algunas veces deliberadamente— los intereses de las naciones como sujetos geopolíticos, los de los pueblos que las habitan y los de los líderes que las dirigen. En Rusia —y también, en menor medida, en los países democráticos— los intereses que prevalecen son los del líder, que manipula a su antojo las realidades geopolíticas para intentar movilizar a la sociedad en su beneficio.El caso es que, desde la perspectiva histórica, ni rusos ni prorrusos tienen demasiada razón al protestar. Cuando muera Putin, la historia de Rusia que él ha ordenado modificar para adoctrinar a la juventud volverá a cambiar siguiendo las directrices de su sucesor.
Por la otra, los fugaces éxitos de los drones de superficie, bien documentados en video por sus controladores, parecen despertar curiosidad en la opinión pública ahora que la relación de ataques de drones aéreos a las ciudades ucranianas se hace interminable y la respuesta del ejército de Zelenski contra un puñado de objetivos militares en Rusia y en Crimea, por repetitiva, empieza a aburrir a los lectores.Parece pues un momento oportuno para que, asumiendo el riesgo que conlleva el hacerlo desde la distancia y exclusivamente a partir de información abierta, tratemos de deducir de los pocos hitos que consiguen sobresalir de la densa niebla informativa que cubre el mar Negro qué es lo que está ocurriendo en estos días sobre y bajo su superficie.Una campaña sin lustreQuizá porque tanto Rusia como Ucrania sean potencias de mentalidad continental, la guerra de Putin —poco importa que él y un puñado de prorrusos niegue que lo sea— ha terminado enfrentando en el mar Negro a dos contendientes poco preparados.Ucrania, que para evitar su posible captura decidió hundir en el puerto de Mikolaiv a su única fragata —la Hetman Sahaidachny, de la obsoleta clase Krivak— carece de buques de combate.
Ministro primero de Sanidad y después de Defensa en los gobiernos de Felipe González, preside desde 2019 la fundación que organiza la Feria Internacional de Defensa y Seguridad (Feindef). El evento, que abrirá sus puertas en poco más de un mes, es el gran escaparate para una industria de defensa española que, en palabras de García Vargas, está ante "un horizonte de posibilidades inédito" con una amplio abanico de oportunidades, pero también desafíos.
Finlandia ya es el 31º miembro de la OTAN. La intención esgrimida por Putin para invadir Ucrania de no tolerar un nuevo socio de la Alianza Atlántica en la frontera de Rusia le ha devuelto 1.340 kilómetros más lindando con la organización liderada por Estados Unidos, como consecuencia que el temor que la actuación del Kremlin ha despertado en su hasta ahora neutral vecino del noroeste.
En este caso el problema se acrecienta por la magnitud de la información disponible a través de medios y redes sociales de amplia difusión, con grandes dosis de desinformación y propaganda, que hacen difícil separar el contenido real del falso. Sin embargo han sido precisamente las plataformas digitales las que han ido contando en tiempo real lo que está sucediendo proporcionando grandes volúmenes de información, de forma que, apoyados en ellas y en otras fuentes abiertas, en especial de organizaciones e instituciones de probada solvencia, y filtrando rigurosamente cualquier atisbo de desinformación, es posible llevar a cabo un análisis que permita deducir algunas de las lecciones aprendidas hasta la fecha en el contexto del ciberespacio. Una primera lección, que contradice parcialmente a lo que algunos erróneamente argüían, nos revela que con las capacidades actuales las actividades cibernéticas por si solas, aun siendo de gran importancia, no tienen potencial para inclinar la balanza hacia un lado u otro; su papel ha de combinarse con las operaciones cinéticas a las que no pueden reemplazar. Es evidente que el ciberespacio, que caracteriza al quinto escenario de conflictos que se ha unido a los tradicionales de tierra, mar, aire y espacio exterior, ofrece a estos unas capacidades adicionales de gran valor, pero solamente son efectivas si están integradas con las del resto de escenarios como parte de un conjunto multidominio armónico. Un ejemplo de esta integración del ciberespacio con los otros escenarios, en concreto con el del espacio exterior, lo encontramos horas antes de la invasión cuando Rusia lanzó una serie de ataques cibernéticos que consiguieron afectar a las comunicaciones por satélite Viasat, tratando de aislar a Ucrania del ciberespacio al privar del servicio de Internet a infraestructuras críticas, empresas y servicios gubernamentales ucranianos y en parte a sus fuerzas armadas e incluso a una gran cantidad de usuarios europeos. Sin embargo, en pocas horas se mitigó el impacto al recibir terminales de otro sistema espacial, StarLink de SpaceX, al que Rusia ha tratado también de afectar, aparentemente sin éxito. En resumen; los ataques y defensas cibernéticas son realmente importantes para el desarrollo de las operaciones, pero para que a su vez sean eficaces y eficientes han de contemplarse como un elemento más, no independiente, demandando la necesidad de adaptar las doctrinas, estrategias y planes, ya desde tiempo de paz. Otra lección aprendida, derivada parcialmente de la anterior, se refiere a la complejidad de los ataques que requieren disponer tanto de tiempo como de importantes capacidades para asegurar su éxito lo que permite explicar porque las primeras oleadas no se mantuvieron de forma constante a lo largo de los días. Los ciberataques son de gran utilidad cuando se producen por sorpresa o en múltiples ráfagas de corta duración, pero su impacto se reduce de forma significativa cuando el conflicto se prolonga, como es el caso, pues para poder mantenerlos es preciso disponer, desde tiempo de paz, de fuerzas cibernéticas permanentes, potentes y preparadas, incluidas las de reserva. En caso contrario, como parece ser que ha sucedido en este conflicto, al no disponer Rusia de capacidad suficiente para poder mantener ciberataques de forma prolongada, pese a su importante actividad cibernética ofensiva, no ha podido mantener un fuerte ritmo en combinación con sus operaciones cinéticas y ha tenido que lanzarlos a modo de descargas breves seguidas de períodos de recuperación. Sin embargo, Ucrania, como desde muchos años antes de que los carros de combate entraran en su territorio había venido sufriendo ataques, ha ido perfeccionando y mejorando sus capacidades de ciberdefensa, contando además con la supervisión y apoyo de importantes actores externos, razón por la que sin ser una ciberpotencia en comparación con Rusia, ha sido capaz de defenderse de los ciberataques, mostrando una gran capacidad de resiliencia. En este contexto podemos también deducir una lección importante; dado que las armas cibernéticas tienen un papel especialmente importante antes de los conflictos, si con anterioridad a estos no es posible disponer de todo tipo de fuerzas cibernéticas permanentes en la adquisición de capacidades deben priorizarse las de defensa y utilizar los ciberataques de forma selectiva en tiempos de paz, zonas grises o en instantes anteriores al inicio de las operaciones cinéticas. Entre otras lecciones aprendidas de un año de conflicto destaca significativamente el papel de la ciberinteligencia en el desarrollo de las operaciones.
Pero, haríamos muy mal si cayéramos en la complacencia o el triunfalismo; definitivamente hoy el mundo está infinitamente peor que hace un año; las tormentas peligrosas a las que aludía recientemente Xi Jinping, amenazan nuestro futuro; los conflictos afloran en África donde Rusia se está convirtiendo en la nueva potencia colonialista; el extremismo y el populismo, bien alimentado desde Beijing, Moscú y Palm Beach generan una tremenda desafección, como hemos visto recientemente en Brasil, sexta economía del mundo y China se permite enviar globos espías a sobrevolar Estados Unidos y de amenazar constantemente la libertad y democracia en Taiwán.
Si el mando militar ruso parece resignado a combatir renunciando a las ventajas que se derivan de aplicar a su campaña los principios de iniciativa, sorpresa o mantenimiento del objetivo es porque, en línea con el pensamiento estratégico publicado hace casi una década por su Jefe de Estado Mayor, el general Gerasimov, ha sacrificado la eficacia de las operaciones en Ucrania en beneficio de una campaña en el dominio cognitivo que considera más decisiva para sus fines.Es en cierto modo paradójico que, en el campo de batalla de las ideas, el liderazgo ruso sí esté aplicando los principios desechados en los ámbitos operacional y táctico.
El conflicto ha sacado a Europa del letargo en que se encontraba en materia de seguridad para ponerle ante los ojos las duras realidades de que la guerra convencional, librada por intereses geopolíticos no es una cosa del pasado, sino una posibilidad real, por mucho que el continente la considerase desterrada; y la de que su división política, su cultura estratégica, reacia al uso de la fuerza, y largos años de reducciones en los presupuestos de defensa, han dejado a Europa prácticamente inerme y dependiente del poder militar norteamericano.
Son los otros principios, los que los estrategas militares llaman principios de la guerra, los que, despreciados por el Kremlin y la cúpula de las fuerzas armadas, contribuyen a explicar el inesperado naufragio del ejército ruso en Ucrania.