(Infodefensa.com) P. Watson, Lima - Un par de décadas atrás, las Fuerzas Armadas del Perú se contaban entre las mejor equipadas de la región, hasta que la crisis económica, con hiperinflación incluida, provocó el descuido de los programas de renovación y mantenimiento de equipos militares. La falta de decisión política permitió la expansión simultánea del narcotráfico y terrorismo, hoy socios inseparables, hasta que el exceso de confianza de los mandos de Sendero Luminoso, al realizar una serie de atentados en la ciudad capital, sentenciaron su futuro inmediato. De aquel movimiento terrorista ideologizado no queda ni el rastro.
Dos hechos marcaron el declive progresivo en los niveles de equipamiento, aprestamiento y entrenamiento en los institutos armados peruanos. La dirimencia política de los militares en la década de los noventa y la reacción política posterior.
Un sector de las Fuerzas Armadas fue utilizado como herramienta para perpetuar un proyecto personal, que a la fecha aún se desconoce si dicho proyecto era del asesor o del propio presidente, ambos encarcelados. Durante esos años, únicamente la perspectiva de un conflicto generalizado con Ecuador empujó la compra de aviones de combate, tan necesarios. Aún entonces, las excesivas comisiones ilegales fueron parte importante de aquella transacción.
La reacción política posterior a la intervención militar en la vida política del país en los años noventa se plasmó en reducciones de presupuestos del Ministerio de Defensa, congelamiento de sueldos, desactivación de bases militares, a tal punto que en más de 10 años la única operación importante ha sido la dilatada compra de cuatro fragatas Lupo usadas y a precio muy económico.
Como se puede apreciar, el problema del sector Defensa del Perú es tanto de forma como de fondo. La estructura inadecuada, al no existir un acuerdo nacional detrás de la modernización militar, no permite generar coyunturas lo suficientemente dinámicas y transparentes que viabilicen una postura de Defensa acorde con los tiempos y el desarrollo económico peruano.
Los procesos de compras en los últimos tres años se han visto opacados por errores de procedimiento, protestas de corporaciones no favorecidas en las licitaciones públicas o por la nula voluntad política por gastar cientos de millones de dólares, más útiles en otros sectores, en sistemas de armas para realizar atractivos desfiles militares, en sueldos para que se inviertan miles de horas/hombre en incontables ceremonias de rigor. Los conceptos de disuasión no son interesantes para el público en general.
Aparte de la compra de misiles anti-tanque y de misiles anti-aéreos portátiles, probablemente las compras más fluidas de los últimos tiempos, se han cancelado o dilatado la compra de fusiles de asalto, tanques de manufactura china, la modernización de aviones de combate, modificación de aviones para misiones de inteligencia, modernización de submarinos y fragatas, reemplazo del buque insignia.
El caso de los tanques VT-1A modificados es emblemático. Buenos tanques, una vez modificados cumplían con los requerimientos técnicos, pero costaban aproximadamente 5 millones de dólares la unidad. Existía una oferta de tanques Leopard 2A6 usados, a menor precio. Se canceló la compra de los tanques chinos, pero curiosamente no se ha comprado nada. El Ejército del Perú continúa con sus tanques T-55.
Falló en una prueba de disparo un misil anti-tanque Spike. Falla estadística. Se armó un escándalo. Un fusil de asalto FN Herstal se trabó durante pruebas, luego gana el concurso, pero ante la protesta de empresas competidoras se paraliza la compra. Recientemente, se ha cancelado también la compra de un sistema de defensa antiaérea al consorcio formado por Northrop Grumman, Bumar Group y Rafael Advanced Defense Systems. Reportes no oficiales sobre errores de procedimiento y protesta del competidor chino CPMIEC han sido adelantados como razones detrás de esta otra suspensión de la compra. Un importante contrato que hubiese plasmado la imagen de seriedad y profesionalismo del Ministerio de Defensa, que a pesar de no haber seleccionado el mejor sistema de armas, había finalmente tomado una decisión y procedía a la etapa de ejecución.
Se aprecia nítidamente los efectos de los años de descuido político. Los procesos de compra no cuentan con suficiente apoyo, son muy frágiles y al menor tropiezo se caen solos.
El Ministerio de Defensa ha anunciado la centralización de compras militares como solución a las diversas trabas que atraviesan estos procesos. En la práctica una reorganización del sistema de compras, que según el propio ministro pretende replicar sistemas de países con más experiencia, pero también con un sistema de soporte establecido. Viene a la memoria, la Dirección General de Armamento de Francia y similares entidades en países como Suecia y Australia.
Sin embargo, pretender generar economías de escala, cuando se compran (o se espera comprar) 8 helicópteros, 250 misiles anti-tanque, 6.000 chalecos anti-bala, 140 tanques (que no se compraron) de uso exclusivo en el Ejército, un solitario sistema de defensa anti-aérea (que tampoco se compró), refleja bastante libro, buenos deseos y buenas ideas, pero carencia de sustento práctico. Ante tales cantidades, la capacidad de negociación es marginal, básicamente producto de la competencia.
El sistema de compensación industrial es magnífico cuando la industria local tiene la capacidad para asimilar las modernas tecnologías que utilizan los sistemas de armas. Unas cuantas empresas, la mayoría estatales serán beneficiadas. Sin duda un programa Offset es un gran comienzo, pero el proceso de desarrollo industrial es progresivo, requiere de constante apoyo y de un marco legislativo promotor, de un Gobierno también promotor.