España podrá contar con el primer portaaviones convencional de su historia en alrededor de 15 años. El proyecto que inicialmente se planteó la Armada de disponer en el futuro con hasta tres buques portaeronaves, del tipo del LHD Juan Carlos I que se encuentra en servicio desde 2010, ha evolucionado hacia un nuevo concepto todavía más ambicioso. Los nuevos planes, que han trascendido este martes en el marco de la presentación en el Cuartel General de la Armada del monográfico que la serie Perfiles Infodefensa ha dedicado al futuro de la Fuerza Naval española, recogen cambiar la naturaleza prevista para uno de ellos hasta elevarla a la de un portaaviones convencional.
De este modo, España dispondrá de dos grandes buques de asalto anfibio, capaces de embarcar aviones de combate de despegue corto y aterrizaje vertical (STVOL), tipo F-35B (esta es la única opción actualmente posible con esta capacidad), y un portaaviones desde el que operarán aviones de combate de manera convencional, lo que les permitirá un mayor alcance y capacidad de portar armamento, y de los que existen más opciones en el mercado.
Precisamente el hecho de que la industria ofrezca distintas posibilidades alternativas para esta clase de aparatos, como los Rafale M franceses y los F-35C y F/A-18F Super Hornet estadounidenses, por ejemplo, conforma un punto clave para el replanteamiento que ha llevado a la Armada a considerar adquirir un portaaviones puro. En la actualidad, solo existe un único fabricante, la estadounidense Lockheed Martin, capaz de suministrar aeronaves de ala fija capaces de sustituir a los actuales AV-8B Harrier II STVOL con los que opera el Juan Carlos I, y que se encuentran al final de su vida operativa.
La opción única del F-35B para los dos futuros buques anfibios que contempla la Armada (uno será con probabilidad el actual Juan Carlos I), y sobre el que todavía no se ha suscrito ningún compromiso, sigue siendo la preferida para continuar con la capacidad de aviones de ala fija embarcados en la Armada. Aunque sus operaciones serán complementadas, según las estimaciones de la Armada, con drones clase 3, con capacidad al menos de alerta temprana y de guerra antisubmarina. Se trata de aparatos no tripulados de más de 600 kilos de gran autonomía y gran capacidad de carga.
De esta forma, España no precisará de portadrones como tal para estas últimas aeronaves, al contar con los citados buques anfibios y el futuro portaaviones.
Entre 25 y 30 aviones
El estudio de viabilidad en el que ya trabaja Navantia planteará la conveniencia de que el futuro buque disponga de sistemas de catapultas y de ayuda al aterrizaje con cables, por ejemplo, además de las necesarias dimensiones para poder acoger y operar con una flota que se estima en entre 25 y 30 aviones de combate tripulados. El futuro portaaviones, en cualquier caso, será mayor que el Juan Carlos I, de 26.000 toneladas y 231 metros de eslora. Las fuentes citan al portaaviones francés Charles de Gaulle, de en torno a 40.000 toneladas y más de 260 metros de eslora, para bosquejar un concepto que todavía tiene que definirse.
El desarrollo de un portaaviones resulta menos complejo que el de una fragata, por ejemplo, por lo que no supone un reto especialmente complicado para Navantia, que está a punto de botar (el próximo septiembre) la primera unidad de las nuevas F-110, en la que los trabajos están resultando especialmente intensos.
Dos buques portaeronaves siempre operativos
Teniendo en cuenta que las fuentes de la Armada señalan que ya no se va a esperar más tiempo para embarcarse en esta iniciativa, de hecho el estudio de viabilidad ya ha comenzado, como se ha explicado, se estima que en unos diez años podrá cortarse el primer acero para arrancar su producción, siempre y cuando el Gobierno acabe autorizando finalmente el proyecto. Si así ocurre, en torno a cinco años después del inicio de los trabajos de construcción, lo que supone, como muy pronto, alrededor de 2040, España podrá contar con su primer portaaviones convencional en su historia.
Sus capacidades se verán completadas con la de los otros dos buques anfibios, dotados con probabilidad también de aviones (en este caso STVOL), si la compra de los F-35B cuaja finalmente, de modo que al menos siempre habrá dos disponibles cuando uno de ellos se encuentre en los a veces prolongados procesos de sostenimiento que exigen unos barcos de este tipo, por ejemplo.
El futuro portaaviones en el que se trabaja podrá operar con la versión naval del futuro avión de combate de sexta generación del programa FCAS con la que también Francia espera contar.