Por décadas, al menos desde los 80 del siglo pasado, se viene anunciando en Nicaragua la llegada de aviones militares rusos, entre otros equipos, para reforzar las ya vetustas fuerzas armadas, pero estos nunca terminan de llegar.
Lo más relevante fueron probablemente los helicópteros MI-17, precisamente en los 80, y más reciente, el año pasado, con el apoyo de la batería antiaérea (equipada con cañones ZU-23-2 de 23 milímetros) y simuladores de vuelo para las mismas aeronaves de ala rotativa y para prácticas de paracaidismo.
Nada, en realidad, que no ha sido la excepción del apoyo ruso a los nicaragüenses, pues siempre se ha hecho un especial énfasis a la artillería antiaérea y poco apoyo en aeronaves o mucho menos buques.
Inclusive, el reciente anuncio de adquisición por parte de Nicaragua de tanques rusos T-72 (que tampoco son la panacea de lo más novedoso del arsenal ruso en este rubro, para ser sinceros) para sustituir sus antiguos T-55 pudiera ser más probable, siguiendo la lógica histórica que se le ha dado un mayor énfasis a las fuerzas bélicas terrestres nicaragüenses, frente a mejores fuerzas aéreas de la región, como es el caso de Honduras o de la misma Colombia, debido al litigio histórico del territorio insular de San Andrés.
Así es que las elucubraciones de algunos medios de la supuesta adquisición por parte de Nicaragua de aviones Mikoyan MiG-29 o hasta de patrulleros lanzamisiles Rayo y clase Mirage pueden quedar en eso, en solo elucubraciones, pues no hay nada concreto y, lo más determinante, con un deteriorado presupuesto de defensa nicaragüense, con escasos US$ 72,9 millones para este año, reducido ya en casi un 10%, se duda mucho que Nicaragua pueda comprar algo y los rusos, si bien cooperan con países amigos históricamente, no han dicho nada al respecto de cuál será la vía de otorgamiento de los supuestos equipos militares.
Las cuentas no cuadran si se calcula que cada MiG-29 cuesta alrededor de 29 millones de dólares y si se invirtiera, como mínimo, en media docena de estos aparatos se estaría totalizando alrededor de 174 millones de dólares, es decir cerca de 2,39 veces el actual presupuesto militar nicaragüense, solo en aviones, sin tomar en cuenta los navíos.
Aparte, si a esto se le agrega que Nicaragua es el país con indicadores sociales más deteriorados en la región centroamericana (e inclusive en América Latina donde solo supera a Haití que ocupa el último lugar) no sería una decisión muy popular a la vista de la opinión pública nicaragüense, sobre todo aquellos simpatizantes del Gobierno sandinista, con políticas más identificadas, en teoría, históricamente, con las causas sociales populares.
Sin embargo, la macroeconomía no deja de tener sus excepciones y Nicaragua es uno de los países que más crece en Centroamérica, al menos en el período 2014-2015, cuando su Producto Interno Bruto (PIB) creció hasta 3,5%.
Como se vea, las realidades presupuestarias no permiten a Nicaragua lo que las suposiciones de algunos medios insinúan, pero falta ver si los rusos llegan a algún acuerdo ganar-ganar, al menos, en el tema de los tanques, siguiendo la lógica de a qué se le ha dado prioridad de apoyo militar en equipos a Nicaragua, para mantener un aparente balance de fuerzas castrenses en América Central.