La industria de Defensa ante el Consejo Europeo de diciembre
EDICIÓN
| INFODRON | INFOESPACIAL | MUNDOMILITAR | TV
Firma invitada >

La industria de Defensa ante el Consejo Europeo de diciembre

|

(Infodefensa.com) Por Antonio Fonfría – El próximo mes de diciembre se celebra un Consejo Europeo para tratar aspectos relativos a la seguridad y la defensa. Se trata de una oportunidad única (lamentablemente) para plantear de manera abierta qué modelo de industria de defensa puede ser el más adecuado para la UE. Sin embargo, es posible y no descabellado que se discutan tantos modelos como países y que, debido a la situación económico-presupuestaria, la tendencia suponga una importante deriva hacia el nacionalismo industrial y el proteccionismo. Algún ejemplo serviría para ilustrar este asunto, como las conversaciones recientes entre los responsables español e italiana acerca de este tema.

Obviamente es comprensible que no se dilapide el capital humano, tecnológico y financiero acumulado durante años, a la sombra de los presupuestos públicos, y que esto se haga por una inocente creencia de que la apertura del mercado español o de cualquier otro país europeo va a mejorar las capacidades competitivas de la industria de defensa nacional. Por lo tanto, el dilema está servido y el debate requiere de un análisis profundo y riguroso, aunque no exento de tintes políticos al más puro estilo de los años de crisis posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en que el enriquecimiento propio nacía del empobrecimiento del vecino. Ahora el vecino es, en buena parte, el socio europeo…

Son numerosas las cuestiones a las que hay que hacer frente en los próximos años y que requieren de una estrategia de largo plazo. Se ha perdido mucho tiempo en tratar de mantener el statu quo actual existente en los diversos países. Los costes de modificarlo pueden ser enormes, pero los de no hacerlo, aún mayores. Sin embargo, en los últimos años, la UE ha tratado de estimular a través de diversas vías el surgimiento de un mercado único de la defensa, aunque con poco éxito, debido a importantes barreras que han limitado su posibilidad de desarrollo. Entre ellas cabe destacar la ineficiencia en los programas de colaboración entre “campeones nacionales”, que ha conducido a soportar unos costes de transacción que han erosionado buena parte de las ganancias previstas; la falta de impulso político basada en la existencia de un importante poder de mercado y de negociación de los grandes contratistas y la amenaza de los efectos económicos que podrían llegar a darse en caso de la unificación del mercado; la falta de presión para realizar fusiones y adquisiciones orientadas a mejorar las capacidades competitivas europeas y no únicamente nacionales; la creencia de que las inversiones realizadas durante años para el levantamiento de una industria de defensa –y no un conjunto de fábricas de armamento-, se iban a tirar por la borda, etc.

Todos estos argumentos y algunos adicionales son racionales y esperables. No obstante, cabe un argumento adicional que complica el panorama aún más: el mantenimiento de la soberanía operativa. En este punto el número y calado de las cuestiones tiende a ir más allá de los argumentos estrictamente económicos y, los juicios de valor unidos a los miedos, reticencias y prejuicios se encuentran en la base de los debates. No es sencillo poner orden en este tema. Para empezar, y sin ánimo de ser exhaustivo, habría que plantearse, al menos, un conjunto de cuestiones que permitieran facilitar la toma de decisiones. Éstas podrían ser:

- ¿Qué capacidades tecnológicas e industriales se desean mantener por parte del país como propias y no compartidas? ¿Qué coste tienen y qué beneficios reportan?

- ¿Cuáles son los riesgos comunes entre un conjunto de países –no tienen por qué ser todos los miembros de la UE- y las capacidades necesarias para hacerles frente?

- ¿Cómo alcanzar un consenso acerca de la manera de obtener esas capacidades y qué prestaciones son las que deberían aportar? En definitiva, armonizar la demanda.

- ¿Cuál debería ser la estructura de la industria de defensa que permitiera de la manera más adecuada posible –ya ni siquiera exigiendo eficiencia- obtener ese amplio abanico de demandas?

- ¿Cuáles serían los efectos de un cambio tan relevante en las diversas industrias nacionales? Sería importante en este punto plantear diversos escenarios y alternativas de actuación.

Obviamente, una parte de las actividades que habría que diseñar sería la que tiene que ver con la estrategia tecnológica. Pero la falta de presupuestos y el celo nacional llevan a la situación que describen las estadísticas publicadas por la EDA: la colaboración de las empresas europeas en el ámbito tecnológico se encuentra, en el mejor de los casos, estancada desde hace casi un lustro. En definitiva, la creación del mercado único de la defensa es una apuesta de largo plazo que se topa con dos grandes problemas. El primero es la falta de definición clara de lo que se pretende, unida a las enormes reticencias de los países. Y la segunda y más importante es la que tiene en cuenta que el tiempo corre en contra de los posibles efectos positivos del mercado común de la defensa: mientras discutimos otros países se quedan con el mercado.

Antonio Fonfría es profesor de Economía Aplicada y director del Máster en Logística y Gestión Económica de la Defensa en la Universidad Complutense de Madrid.



Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

Recomendamos


Lo más visto