Las OPV (Offshore Patrol Vessel), también conocidas como patrulleras oceánicas, desempeñan un papel fundamental en la vigilancia costera y la protección de los espacios marítimos nacionales. Estas embarcaciones están diseñadas principalmente para patrullar las aguas jurisdiccionales y reforzar la seguridad en los litorales, actuando contra el crimen transnacional, el tráfico de drogas, la pesca ilegal y resguardando los recursos naturales marítimos. En América Latina, la demanda de estas unidades ha crecido en respuesta a la necesidad de fortalecer las capacidades defensivas frente a un panorama geopolítico cada vez más dinámico y desafiante.
En este contexto, las OPV representan una herramienta estratégica para muchos países latinoamericanos, especialmente aquellos con extensas líneas costeras o conflictos por delimitaciones marítimas. A medida que la región incrementa su preocupación por la protección de sus espacios acuáticos, los Estados están destinando más recursos a la construcción y compra de estos buques. El presente artículo busca examinar las principales tendencias en el mercado latinoamericano de OPV, identificando los actores más activos en su adquisición y fabricación, y proyectando su evolución en la próxima década.
Panorama actual de las OPV en América Latina
Durante los últimos años, los países latinoamericanos han incrementado sus presupuestos en defensa naval, en línea con las transformaciones del contexto global, centrando su atención en las OPV. Este fenómeno responde a múltiples razones: desde el aumento de amenazas de carácter transnacional hasta la necesidad de actualizar flotas que en varios casos permanecen tecnológicamente ancladas en los años ochenta. Las naciones con costas en los océanos Pacífico y Atlántico enfrentan serias dificultades para supervisar sus zonas económicas exclusivas (ZEE), lo que ha estimulado la incorporación de nuevas unidades de patrullaje.
Brasil, Chile, México y Colombia se destacan como pioneros en este ámbito, impulsando programas de producción nacional con el objetivo de reducir la dependencia del exterior y consolidar su soberanía en el entorno marítimo. A su vez, países como Perú, Argentina y Uruguay también avanzan en iniciativas de modernización, aunque con mayores restricciones técnicas y presupuestarias.
Uno de los elementos más relevantes en este proceso ha sido la creciente cooperación entre los gobiernos de la región y fabricantes internacionales. Las OPV no solo permiten ejecutar tareas de vigilancia costera, sino que también se consideran instrumentos clave para ejercer presencia en alta mar y proteger los intereses estratégicos en el ámbito regional y global.
México, un mercado estratégico en expansión
México ha emergido como uno de los principales compradores de OPV en la región. La extensión de su litoral en el océano Pacífico y el Golfo de México, junto con la importancia estratégica de sus aguas territoriales, ha llevado al país a priorizar la modernización de su Armada. En los últimos años, México ha invertido en la adquisición de nuevas OPV para fortalecer la seguridad marítima, especialmente en sus zonas costeras y en la lucha contra el narcotráfico en el mar.
El país ha firmado acuerdos con varios proveedores internacionales, como Damen Shipyards, para la construcción de nuevas patrulleras de alta mar. Estas adquisiciones se enmarcan en un plan más amplio para modernizar la flota naval y mejorar la capacidad de respuesta ante las amenazas marítimas. En este sentido, México ha reducido significativamente su dependencia de naciones extranjeras en la construcción de embarcaciones, al mismo tiempo que trabaja en la transferencia de tecnología y el fortalecimiento de sus capacidades nacionales en el sector naval.
En los próximos diez años, se espera que México continúe expandiendo su flota de OPV, con un enfoque en la diversificación de proveedores y la implementación de tecnologías más avanzadas, como sistemas de armas y de vigilancia de última generación. Esto posicionará a México como un líder en la región en términos de capacidad naval y defensa marítima.
Una de las incorporaciones más destacadas es la Patrulla Oceánica de Largo Alcance (POLA) Clase Reformador, basada en el diseño Sigma 10514 de Damen. Este buque fue construido en colaboración entre los astilleros de la Secretaría de Marina en Salina Cruz (Oaxaca) y los astilleros de Damen en los Países Bajos. El ARM Reformador (P-101) fue botado en noviembre de 2018 y comisionado en 2020.
Según el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030, la Armada de México proyecta la construcción de 32 nuevas unidades navales, entre las que se incluyen 12 patrullas costeras para la vigilancia y protección de las costas mexicanas; 12 patrullas interceptoras para operaciones en alta mar; y un buque logístico para operaciones navales humanitarias.
Además, se contempla la construcción de 18 unidades adicionales para 2030, que incluyen siete patrullas oceánicas; dos patrullas costeras; un buque de apoyo logístico; y dos buques logísticos multipropósito.
Estos proyectos reflejan el compromiso de México con el fortalecimiento de su industria naval y la autosuficiencia en la construcción de buques de guerra, asegurando la continuidad operativa y la soberanía marítima a largo plazo.
Colombia, refuerzo de la defensa marítima
La seguridad marítima de Colombia es esencial para la protección de sus vastas zonas costeras en el Caribe y el Pacífico, y para la lucha contra el narcotráfico. Las OPV juegan un papel clave en esta estrategia, permitiendo a la Armada Nacional patrullar sus aguas, asegurar los recursos marinos y responder a amenazas transnacionales.
Colombia ha invertido en nuevas OPV para fortalecer su flota, con Cotecmar liderando la construcción. Estas embarcaciones están diseñadas para operaciones de seguridad, incluyendo el control del narcotráfico, la piratería y la protección de áreas como las Islas de San Andrés. Además, Colombia ha establecido programas de cooperación internacional con países como México y Brasil para mejorar las capacidades conjuntas de vigilancia marítima.
El proyecto POC representa un avance significativo en la capacidad naval de Colombia, el primer OPV diseñado y construido íntegramente en el país por Cotecmar. Este proyecto forma parte de un plan de renovación de la flota que incluye una fragata y un buque de apoyo logístico, con una inversión de aproximadamente 440 millones de dólares.
La construcción del primer buque de esta clase, el PZE-49, comenzó en marzo de 2023 y se espera su botadura en 2025.
Antes de la clase POC, Colombia ya contaba con tres OPV de la clase OPV-80, construidos por Cotecmar bajo licencia de Fassmer (Alemania): ARC 20 de Julio (PZE-46), incorporado en 2012; ARC 7 de agosto (PZE-47), incorporado en 2014; y ARC Victoria (PZE-48), incorporado en 2017.
Estos buques han participado en diversas operaciones, como el ejercicio Unitas LXV en 2024, demostrando su capacidad en misiones de soberanía, rescate y protección de recursos naturales.
La Armada de Colombia sigue modernizando su flota con la construcción de nuevos OPV y la incorporación de tecnologías avanzadas. La clase POC no solo mejora la capacidad operativa, sino que también promueve la industria naval nacional y la independencia tecnológica. En el futuro, Colombia continuará invirtiendo en la modernización de su flota y en la mejora de las capacidades de patrullaje, especialmente frente a actividades ilegales en el mar. Un ejemplo de ello es el proyecto de la Plataforma Estratégica de Superficie (PES), una fragata desarrollada por Cotecmar, que fortalecerá aún más la seguridad marítima en la región.
Perú, ampliación de la flota para el control de zonas marinas
Con una extensa costa en el Pacífico, Perú ha incrementado la demanda de OPV para proteger sus recursos marinos y vigilar sus aguas. En los últimos años, ha impulsado varios programas de adquisición que combinan la compra a fabricantes internacionales con la construcción local. Estas unidades representan una solución estratégica para asegurar el control de su zona económica exclusiva y resguardar los intereses nacionales en el mar.
El Gobierno ha invertido en la modernización de su flota de patrulleras y promueve el desarrollo de capacidades propias en la construcción naval. Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo más amplio por mejorar la infraestructura de defensa y reforzar la presencia marítima. Se prevé que el país continúe ampliando su flota con énfasis en fortalecer las capacidades de patrullaje y en fomentar la cooperación regional para enfrentar desafíos como la pesca ilegal.
BAP Guardiamarina San Martín (PO-201)
Clase Río Pativilca
Adquisiciones Recientes
Chile, líder en la construcción de OPV en la región
Chile se ha consolidado como uno de los principales referentes en la construcción de OPV en América Latina. La Armada ha adoptado un enfoque integral para desarrollar capacidades propias, lo que ha permitido el diseño y producción de embarcaciones locales de última generación. Estas unidades, equipadas con tecnología avanzada en sistemas de armas y comunicaciones, son fundamentales para el control de sus aguas territoriales.
El éxito chileno en este ámbito ha servido de modelo para otros países latinoamericanos que buscan reducir la dependencia de proveedores externos y fortalecer sus industrias locales. Además, Chile había establecido alianzas con naciones como Argentina y Brasil para compartir conocimientos y avanzar conjuntamente en el desarrollo tecnológico naval, reforzando así su posición como potencia regional en defensa marítima, pero en fin cada país se fue por su cuenta
Ante el crecimiento de la demanda de OPV en la región, se espera que Chile mantenga un rol protagónico en su construcción y exportación, consolidando aún más su liderazgo en la industria naval.
La Armada chilena ha logrado avances significativos tanto en la construcción de patrulleros oceánicos como en la planificación de proyectos futuros. En los astilleros de Asmar en Talcahuano, se han construido cuatro unidades de la clase OPV-80: OPV-81 Piloto Pardo; OPV-82 Comandante Policarpo Toro; OPV-83 Marinero Fuentealba; y OPV-84 Cabo Odger.
Estos buques desempeñan funciones clave en la vigilancia de la Zona Económica Exclusiva, la protección de recursos marítimos y las operaciones en la región austral.
En conjunto con Asmar, la Armada ha implementado un Plan Nacional Continuo de Construcción Naval, cuyo objetivo es mantener una producción sostenida de unidades durante las próximas décadas. Este plan contempla la construcción de nuevas fragatas a partir de 2032 para reemplazar las actualmente en servicio y reforzar la capacidad naval del país.
Asimismo, está en marcha el Proyecto Escotillón IV, que prevé la construcción de buques multipropósito y anfibios, modernizando las capacidades de despliegue del Comando Anfibio y Transporte Naval. Estos esfuerzos reflejan el compromiso chileno con la autosuficiencia en defensa y garantizan la operatividad y soberanía marítima en el largo plazo.
Argentina, renovación de la flota de patrulleras
Argentina enfrenta desafíos económicos que limitan su capacidad de inversión en defensa, pero la modernización de su flota de patrulleras oceánicas se mantiene como una prioridad estratégica. La necesidad de proteger los recursos pesqueros y mantener el control sobre la Antártida y las Islas Malvinas impulsa esta renovación.
A pesar de las restricciones presupuestarias, el país ha seguido adelante con su plan de fortalecimiento naval, recurriendo a financiamiento internacional y promoviendo la cooperación con otras naciones. Se prevé que continúe este esfuerzo, con la adquisición de unidades de mayor capacidad y una intensificación de la colaboración internacional en materia de defensa marítima.
Como parte de esta estrategia, Argentina ha incorporado OPV de última generación para reforzar la vigilancia en su Zona Económica Exclusiva (ZEE), combatir la pesca ilegal y afianzar su presencia en el Atlántico Sur y la región antártica.
Entre 2019 y 2022, la Armada Argentina incorporó cuatro OPV construidos por el astillero francés Naval Group, pertenecientes a la clase Gowind: ARA Bouchard (P-51): entregado en diciembre de 2019, basado en el prototipo francés L’Adroit; ARA Piedrabuena (P-52): entregado en abril de 2021, construido desde cero en Francia; ARA Almirante Storni (P-53): entregado en octubre de 2021; ARA Contralmirante Cordero (P-54): entregado en mayo de 2022.
Estas embarcaciones, versátiles y modernas, cuentan con sistemas avanzados de navegación y vigilancia, autonomía de 7.000 millas náuticas y capacidad para operar hasta 21 días en alta mar, incluso en condiciones extremas del Atlántico Sur.
Para complementar la capacidad operativa de las OPV, la Armada adquirió cuatro helicópteros Leonardo AW109, destinados a misiones de reconocimiento, vigilancia marítima y búsqueda y rescate (SAR). El contrato, valuado en 67 millones de dólares, incluye entrenamiento, repuestos y simuladores.
En paralelo, la Prefectura Naval ha iniciado la adquisición de tres nuevas OPV de clase Gowind. El proyecto cuenta con financiamiento francés, y dos unidades serán construidas en astilleros argentinos, en reemplazo de los antiguos guardacostas clase Mantilla. Esto reforzará el patrullaje en la ZEE y contribuirá al desarrollo de la industria local.
Estas inversiones permiten a la Armada y a la Prefectura Naval ampliar sus capacidades de control marítimo, fortalecer la soberanía en el Atlántico Sur y promover el desarrollo de la industria naval argentina. A mediano plazo, posicionan al país como un actor relevante en la seguridad marítima regional.
Uruguay, incremento de la capacidad de vigilancia costera
Aunque Uruguay tiene una costa relativamente más pequeña en comparación con otros países de la región, su necesidad de seguridad marítima es asimismo importante, especialmente en el control de la pesca ilegal y en la protección de sus recursos naturales. Las OPV han sido una opción clave para el país, ya que estas embarcaciones proporcionan una plataforma eficiente y económica para patrullar las aguas uruguayas.
A pesar de las críticas de diversos sectores, el contrato con el astillero Cardama sigue plenamente en pie, y se espera que uno de los buques sea entregado en 2026.
Los nuevos patrulleros podrán cubrir diversas misiones fundamentales para la seguridad marítima del país, entre ellas: la vigilancia y protección de las áreas económicas exclusivas (AEE), la lucha contra la pesca ilegal y no declarada, la patrulla de las zonas de interés estratégico, y la colaboración en operaciones de búsqueda y rescate en el mar. Además, podrán apoyar en tareas de protección de recursos naturales, control de tráfico marítimo, y cooperación internacional en temas de seguridad y protección marítima en la región.
En 2022, Uruguay recibió tres patrulleros clase Marine Protector donados por Estados Unidos: Río Arapey, Río de la Plata y Río Yaguarón. Estas unidades reforzaron las capacidades de patrullaje de la Armada uruguaya.
Brasil, potencia naval regional
Brasil es el principal actor en la región en cuanto a capacidad naval, y las OPV son una parte fundamental de su estrategia para mantener el control sobre su vasta costa atlántica. La Marina de Brasil ha estado invirtiendo en la construcción de OPV avanzadas, con el objetivo de fortalecer su presencia en el Atlántico y garantizar la protección de sus recursos marinos. El país ha lanzado varios proyectos de construcción local, en colaboración con fabricantes internacionales, para desarrollar OPV de alta capacidad.
Brasil también ha intentado utilizar sus capacidades de construcción naval para exportar OPV a otros países de América Latina, intentando sin éxito, hasta el momento, de consolidarse como un líder en la industria de defensa naval en la región. Se espera que Brasil continúe con su enfoque de expansión naval, invirtiendo en nuevas tecnologías y en la construcción de más OPV, con el objetivo de mantener su influencia en la región y mejorar su capacidad para enfrentar desafíos en el mar.
Clase Amazonas: esta clase de OPV fue adquirida por la Armada de Brasil a BAE Systems, Reino Unido. Originalmente construidos para la Guardia Costera de Trinidad y Tobago, tres de estos buques fueron incorporados a la flota brasileña: Apa (P121); Araguari (P120); Macau (P122).
Estos OPV tienen un desplazamiento de 2.200 toneladas y están diseñados para misiones de patrullaje en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Brasil, protección de recursos marítimos y operaciones de búsqueda y rescate.
Clase Macaé: construidos localmente en Brasil, estos OPV de 500 toneladas están destinados a operaciones en la región amazónica y otras áreas de interés estratégico. El Miramar (P75) es el quinto de esta clase y su botadura está prevista para 2028. Actualmente, el Mangaratiba (P73) está en un 90 % de avance y se espera que sea botado en el primer semestre de 2026.
Programa Pronapa: este programa busca fortalecer la capacidad de patrullaje oceánico de Brasil mediante la construcción de OPV adicionales. Se contempla la construcción de hasta 11 OPV de 500 toneladas bajo este programa, con el objetivo de mejorar la vigilancia y defensa de la ZEE brasileña.
Nuevas adquisiciones, la Armada de Brasil ha solicitado cotizaciones para la adquisición de vehículos aéreos no tripulados (VANTs) de origen chino, como el DJIMavic 3 y el Matrice M30T Plus, para mejorar las capacidades de vigilancia y reconocimiento de sus OPV
Ecuador y el desafío de Astinave
Ecuador ha mostrado un compromiso creciente con la modernización y expansión de su flota de patrulleras, con un enfoque particular en la vigilancia marítima y la protección de recursos naturales, especialmente en áreas sensibles como las Islas Galápagos.
En diciembre de 2024, Ecuador avanzó en la incorporación de dos patrulleros clase Island, donados por la Guardia Costera de Estados Unidos. Estas embarcaciones, de 33,5 metros de eslora, fueron construidas en los astilleros Bollinger en Luisiana. Se destacarán en operaciones de seguridad marítima, lucha contra el narcotráfico, búsqueda y rescate (SAR), y combate a la pesca ilegal. Están equipadas con motores diésel que les permiten alcanzar velocidades de hasta 30 nudos y tienen un alcance de 3.380 millas náuticas a 8 nudos. La entrega está prevista para 2025 y es parte de un acuerdo de cooperación estratégica, con una inversión total de 93,4 millones de dólares para fortalecer las capacidades de seguridad y defensa en los próximos años.
La Armada de Ecuador, a través de los astilleros Astinave, ha seleccionado el diseño alemán Fassmer MPV70 MKII para la construcción de un nuevo buque multipropósito. Este buque estará equipado con capacidades logísticas y de vigilancia, con el sistema de gestión de combate Orion desarrollado por Astinave y un radar digital coproducido con la empresa italiana Virtualabs. Además, contará con dos lanchas interceptoras y una plataforma de vuelo capaz de soportar helicópteros de hasta 11 toneladas. El buque también tendrá la capacidad de reaprovisionar otras unidades en el mar.
Ecuador también ha adquirido tres lanchas guardacostas a España, fabricadas en los astilleros Murueta. Estas lanchas, con capacidad para 12 oficiales y 60 tripulantes, se integrarán al cuerpo de guardacostas de la Fuerza Naval de Ecuador. Se espera que estas lanchas lleguen al país en enero del próximo año, mejorando la capacidad de patrullaje marítimo en las aguas ecuatorianas.
Tendencias futuras del mercado de OPV en América Latina
El mercado de OPV en América Latina continuará expandiéndose en los próximos diez años, con un aumento en la demanda de estas embarcaciones por parte de los países que buscan fortalecer su seguridad marítima. Se espera que los países de la región sigan invirtiendo en la modernización de sus flotas y en la construcción de OPV de última generación, con un enfoque en la integración de nuevas tecnologías como sistemas autónomos, inteligencia artificial y capacidades de vigilancia avanzadas. A medida que la demanda de estas embarcaciones sigue creciendo, se espera que países como Brasil, México, Colombia, Chile y otros sigan invirtiendo en la modernización de sus flotas, desarrollando capacidades locales y estableciendo alianzas internacionales para enfrentar los desafíos del futuro.
Además, la cooperación internacional jugará un papel clave en el desarrollo del mercado de OPV, con alianzas estratégicas entre países de la región y con proveedores internacionales. La sostenibilidad también será un factor clave, con un enfoque en el diseño de embarcaciones más ecológicas y eficientes en términos de consumo de combustible.
La próxima década entonces será crucial para el desarrollo de la industria naval en la región, con importantes oportunidades de cooperación y avances tecnológicos que marcarán el futuro de las OPV en América Latina.