La nueva ola de once proyectos Pesco (siglas de Cooperación Estructurada Permanente en inglés) lanzada por el Consejo de la Unión Europea incluye dos iniciativas con participación española. Es un número escaso, teniendo en cuenta que en la anterior ola, acordada en mayo de 2023, el país participaba en cinco. Sin embargo, el par de nuevos proyectos en los que está inmersa España se centran en ámbitos de notable interés. Junto al desarrollo de una nueva arma de energía dirigida en colaboración con Italia, la industria española participa en el proyecto de Futura capacidad de reabastecimiento aire-aire (no tripulada), compartido con Alemania, que en este caso actúa de coordinadora.
Este nuevo proyecto (no da continuidad a ninguno anterior, como ocurre en otros casos) “tiene como objetivo investigar el potencial multinacional para mejorar las capacidades existentes de reabastecimiento de combustible aire-aire (AAR)”, explica la información facilitada por la Unión Europea sobre la nueva ola Pesco. Y añade que se estudiarán “posibles proveedores comerciales y cooperaciones, así como en particular el desarrollo y adquisición de nuevos sistemas AAR (no tripulados)”.
Con él se persigue “el desarrollo de una capacidad de reabastecimiento de combustible aire-aire integral y resistente de la Unión Europea alineada con los objetivos de capacidad de la OTAN y que respalde la Política Común de Seguridad y Defensa de la Unión Europea”. Su propósito se concreta en cinco puntos clave.
El primero se centra en abordar la brecha de capacidad existente en el reabastecimiento de combustible aire-aire a través de un enfoque multifacético, incluido el desarrollo de sistemas de reabastecimiento de combustible aéreo no tripulado. Para ello se plantearán soluciones basadas en contratistas y la adquisición y el uso comunes de soluciones disponibles.
Un segundo punto aborda la necesidad de reducir la dependencia de la UE en esta capacidad, de modo que los países miembros sean capaces de acometer operaciones aéreas de entidad.
El tercero se refiere al desarrollo de una capacidad que permita igualmente a los países de la UE “proyectar el poder aéreo en todo el mundo para lograr la soberanía estratégica”.
El cuarto objetivo es “mejorar la cooperación e integración de los recursos de los Estados miembros y lograr una mayor sinergia operativa y rentabilidad”. Y todo ello “sobre la base de marcos existentes”, como la flota multinacional de aviones de transporte y suministro de combustible en vuelo (MMF).
Y el quinto propósito señalado consiste en desarrollar una capacidad que respalde el despliegue rápido y la presencia persistente de la potencia aérea. De este modo se busca posibilitar que la Unión Europea pueda “llevar a cabo misiones tácticas y estratégicas de manera efectiva”.
Ayuda de Estados Unidos
La Agencia Europea de Defensa (EDA), que forma parte de la secretaría de la Pesco, planteó hace más de una década una primera iniciativa para lograr una autonomía de los socios del viejo continente para el reabastecimiento en vuelo. En aquel momento, estos países contaban con en torno a 40 aviones cisterna para el reabastecimiento en el aire de una docena de tipos de aeronaves diferentes, y con dificultades para operar con los permisos necesarios.
Hasta ese momento se iban obteniendo autorizaciones específicas para cada caso, de modo que se pudiese atender una operación de guerra, por ejemplo. En casos de urgencia en los que aumentan las necesidades de suministro en vuelo, como en las campañas militares sobre Libia y Mali de la década anterior, Europa ha acudido a la ayuda de Estados Unidos para contar con una capacidad que no ha alcanzado por sí misma.