100 años de historia del Arma Submarina Española
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100 años de historia del Arma Submarina Española

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El Arma Submarina nace por Real Decreto de S.M el Rey Alfonso XIII de 17 de febrero de 1915 firmado a propuesta del entonces Ministro de Marina, almirante Augusto Miranda y Godoy, de ahí el nombre de Ley Miranda. Desde entonces, y hasta nuestros días, ha estado formada por profesionales, buques y dependencias estructurados bajo un mando único, dentro de una moderna organización, que le permite cumplir las diversas misiones que le son asignadas.

Según explica a Infodefensa.com el capitán de navío Juan Pablo Estrada, subdirector del Instituto de Historia y Cultura Naval, Ad Utrumque Paratus, “Siempre preparados”, fue el lema de aquellos primeros submarinistas de hace un siglo, lo sigue siendo hoy y es voluntad de todos los submarinistas que lo siga siendo en el futuro.

Desde su creación hasta nuestros días el Arma Submarina ha estado formada por un total de 43 submarinos.

La Ley Miranda de 1915

Ladenominada Ley Miranda de 1915contemplaba un total de 28 submarinos: 4 debían comprarse en el extranjero y los otros 24 debían construirse en España. Se confió la creación de la nueva Arma al capitán de corbeta Mateo García de los Reyes.

Tal y como se explica en la mencionada Ley: “Con el fin de dotar a la nación con los elementos necesarios para el mantenimiento de su autonomía y de la integridad de su territorio, se autoriza la organización del servicio en los submarinos, la adquisición de cuatro sumergibles y del material necesario para las enseñanzas y prácticas del personal que ha de dotarlos”.

Conforme a la citada disposición, el primer submarino fue adquirido a Estados Unidos en 1917 y fue bautizado como Isaac Peral. Los otros tres, del tipo “Laurenti” (A-1, A-2 y A-3), fueron comprados a Italia.

En octubre de ese mismo año, 1917, el capitán de corbeta Mateo García de los Reyes, fue nombrado primer Jefe de la Estación de Submarinos –hoy Base de Submarinos–, Director de la Escuela de Submarinos y comandante del submarino A-1 Narciso Monturiol.

El siguiente gran paso en la historia del Arma se dio en 1922, año en que entró en servicio el primer submarino construido en España, el B-1. El resto de la clase B fueron integrándose en la Flotilla, en intervalos de un año, hasta la entrega del B-6 en 1926.

El bautismo de fuego de estos submarinos fue en la Guerra de Marruecos, donde intervinieron con gran éxito suministrando provisiones y evacuando personal del Peñón de Vélez de la Gomera bajo fuego enemigo.

Aparición de la clase C y D

En el periodo de 1927 a 1929 entraron en servicio los seis submarinos de la clase C. “La Flotilla contaba así con 16 sumergibles, cifra nunca alcanzada posteriormente”, indica el capitán de navío Estrada.

Posteriormente, entre los años 1930 y 1931, se dieron de baja el “Isaac Peral” y los tres sumergibles de la clase A. Y solo un año después se firmó un proyecto de construcción de seis submarinos de la clase D, que fue paralizado por el comienzo de la Guerra Civil.

El conflicto español supuso un duro revés para el Arma, ya que fueron hundidos o inutilizados todos los submarinos de las clases B y C, a excepción del C-2 y el C-4, que pudieron ser reparados y puestos de nuevo en servicio. A estos dos sumergibles se sumaron dos submarinos italianos adquiridos por el bando nacional durante la contienda, y que fueron rebautizados como General Mola y General Sanjurjo.

Finalizada la guerra, en agosto de 1939, un ambicioso plan establecía la construcción de nada menos que 50 submarinos, pero el estallido de la II Guerra Mundial y el posterior aislamiento económico hicieron imposible el cumplimiento de dicho programa. Tan solo se pudo completar la construcción de los primeros tres submarinos de la clase D, que entraron en servicio entre 1947 y 1954.

Cabe destacar también la incorporación a la Armada Española en 1943 del submarino alemán U-487, con la denominación de G-7, que incentivó la idea de creación de seis submarinos similares, pero que no pudo sacarse adelante por dificultades en la adquisición de material.

En los años 50 se construyeron 4 submarinos de asalto, 2 tipo “Foca” y 2 tipo “Tiburón”.

De los submarinos de procedencia norteamericana a la Flotilla actual

En 1959 la flotilla daba un paso adelante con la cesión por parte de Estados Unidos del S-31 Almirante García de los Reyes, un submarino de tipo “Balao” que había participado en la Segunda Guerra Mundial y que incorporaba la novedad del snorkel, dispositivo que permitía la carga de baterías con los diésel, navegando en inmersión.

Años después, en 1968, se empezó a construir, en virtud del primer programa naval, el S-61 Delfín, primero de una serie de cuatro modernos submarinos de la clase “Daphne”, de patente francesa.

Para paliar la escasez de unidades hasta que se finalizara la construcción de estos cuatro submarinos, la Armada Españolaadquirió a Estados Unidos, entre 1971 y 1974, otros cuatro submarinos más que habían sido modernizados bajo el programa GUPPY (Greater Underwater Propulsion Plant). Se denominarían S-32 Isaac Peral, S-33 Narciso Monturiol, S-34 Cosme García y S-35.

Simultáneamente a la entrega de estas cuatro unidades, entraron en servicio los cuatro submarinos españolesde la clase Daphne: S-61Delfín, S-62Tonina, S-63Marsopay S-64Narval.

En 1974 se autorizaba el segundo programa naval, que contemplaba la construcción de dos submarinos de la clase “Agosta, cifra que posteriormente se amplió a cuatro. Así, entre 1983 y 1986, entraron en servicio los sumergibles conocidos como S-71 Galerna, S-72 Siroco, S-73Mistral yS-74 Tramontana.

Los submarinos tipo Daphne se fueron dando de baja progresivamente desde 2003 hasta 2006, aunque en 2012 también se tuvo que dar de baja el Siroco por falta de presupuestos para acometer las obras de mantenimiento necesarias para mantener su operatividad.

“Ahora, el Arma Submarina cuenta con un futuro esperanzador, materializado en los nuevos submarinos S-80, una apuesta tecnológica de la industria española, con sistemas inteligentes de seguridad, armas, sensores, comunicación vía satélite y un sistema de propulsión independiente de la atmósfera (AIP), que les permitirán cumplir con los nuevos retos y misiones que se les asignen en el futuro, como su integración con fuerzas de superficie, aéreas y de operaciones especiales, o los múltiples cometidos de inteligencia y vigilancia de zonas de conflicto”, finaliza el subdirector del Instituto de Historia y Cultura Naval.

Fotos: Cortesía del CN Estrada / Armada



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