La venta de las FalklandMalvinas
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La venta de las FalklandMalvinas

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La Guerra de los 73 días, ocurrida en 1982 entre Argentina y el Reino Unido, ha estado proporcionando variables muy interesantes en los últimos años. Estas han configurado cuadros que ni el general Fortunato Leopoldo Galtieri ni la premier Margaret Thatcher pudieron fraguar en su tiempo. Menos conjeturar.

La última es realmente sorprendente y corresponde a la posible venta de Pebble, la tercera isla más grande del archipiélago, la cual tiene 88 kms2 y 6 kms de playa.

Es una iniciativa que, convenientemente, ninguno de los dos países ha querido abordar hasta que no se observen visos reales de materialización. Ni Londres ni Buenos Aires desean añadir fricciones a una relación bilateral que ha venido mejorando ostensiblemente aunque sin perder su complejidad. Como se sabe, es administrada políticamente por un Consejo Ejecutivo y una Asamblea (mandatados acorde a un referéndum en 2009) y económicamente por la Falkland Island Holding Group. También se sabe que es reclamada por Argentina (como Departamento de las Islas del Atlántico sur integrado a la provincia de Tierra del Fuego).

El punto medular es que pese a la complejidad, se venían produciendo coyunturas colaborativas, las cuales podrían irse al tarro de la basura, si prospera la citada venta.

La primera coyuntura colaborativa es la anuencia de Londres y Buenos Aires a autorizar que la aerolínea chileno-brasileña Latam opere una segunda conexión entre el continente y el archipiélago. Esta unirá Sao Paulo, Córdoba y Mount Pleasant, el principal aeropuerto isleño. Hasta ahora, aquella aerolínea operaba sólo el tramo Santiago-Mount Pleasant con escalas en Punta Arenas y Río Gallegos.

Otra coyuntura colaborativa ocurrió en el marco del G20 en Buenos Aires. Allí, Theresa May y el presidente Mauricio Macri tuvieron una histórica reunión bilateral, la primera reunión de trabajo político efectivo desde la infausta guerra. Anteriormente, Cristina Kirchner y Gordon Brown se encontraron marginalmente en Viña del Mar, Chile, en 2009; De La Rúa tuvo una entrevista de 15 minutos con Tony Blair en Davos, Suiza, el 2001 y dos años antes, Menem había viajado a Londres sin tener en la agenda el tema de la soberanía sobre las islas. El encuentro May-Macri permitió tanto la nueva conexión aérea como varios acuerdos en el ámbito económico, hasta ahora impensados, así como la generación de una atmósfera política proclive a los acuerdos y el diálogo.

En ese contexto, ambos gobiernos saben que la eventual venta de Pebble (isla Borbón para los argentinos) vendrá a enturbiar el ambiente. Y es que Pebble/Borbón no es una isla cualquiera; tiene un significado simbólico y cruzado.

En efecto, desde ahí se avisó a Londres que las tropas argentinas estaban arribando de manera masiva en 1982 y construyendo una base aérea (llamada posteriormente base Calderón). Por lo tanto, esa isla fue el punto escogido por el Segundo Batallón de Infantería Naval para su primer ataque. Incluso todavía quedan en ella vestigios de la confrontación, como la pista de aterrizaje y dos monumentos a los caídos de ambos bandos. Frente a sus costas, el fuego argentino logró hundir el HMS Coventry. Todos, puntos interesantes para el creciente número de turistas que llegan hasta allí.

Ahora bien, ¿cómo se llegó a esta situación de venta de una isla?

Pebble fue comprada en 1869 por la familia Harris, cuyos descendientes fueron construyendo con el paso de los años una infraestructura básica, orientada al especial turismo de la observación de aves, pingüinos, lobos marinos, delfines y la vida silvestre en condiciones extremas. También para la producción de lana, ya que posee una buena cantidad de ovejas.

Su venta revitalizará inevitablemente a lo menos tres componentes geopolíticos considerados vitales hacia las próximas décadas.

Uno: los yacimientos petrolíferos, cuyas licencias de exploración y explotación ya están ya divididas (en 19 áreas); dos: la proyección antártica (donde la disputa será entre el Reino Unido, Chile y Argentina, con pretensiones territoriales que se traslapan); y tres: la riqueza ictiológica (con licencias entregadas a 30 y 40 años plazo a españoles, taiwaneses, surcoreanos y otros).

Es fundamental recordar que las cuestiones geopolíticas se divisaron ya durante el conflicto armado con aquel extraño apoyo de la Unión Soviética y de Cuba a la aventura militar iniciada por Galtieri; del todo excéntrica a la lógica de la Guerra Fría imperante en aquellos años. En el conflicto de 1982 cobró elocuencia el axioma del gral. Ramón Cañas Montalva (un temprano especialista chileno en geopolítica), en el sentido que “el arma geográfica sirve siempre para la acción política”.

Ello está presente en la decisión británica después de alcanzar victoria, en orden a privilegiar la creación de un ambiente insular de alta seguridad, con un explícito componente militar. Es una decisión que deja absolutamente de lado la llamada hipótesis Goa 1961 (el frecuentemente errado supuesto que, por razones de época, por entorno geográfico lejano, restricciones financieras u otras consideraciones menores, la potencia central abandona la defensa de un punto marginal determinado, como lo hizo Portugal en la India aquel año).

El axioma de Cañas Montalva se divisa también en la decisión argentina de advertir que ninguna empresa con inversiones en el archipiélago participará -jamás- en la explotación del inmenso yacimiento de shale gas Vaca Muerta o en cualquier negocio conexo.

Finalmente, la venta de Pebble adquirirá protagonismo por una razón adicional; es una familia británica la que resuelve vender. Es decir es un asunto privado e hipotéticamente podría ser adquirida por un nacional argentino.

Sin embargo, surge la duda acerca de cómo reaccionará el gobierno británico.

Un antecedente real (aunque imposible establecer cuán serio fue) corresponde a la oferta hecha por el millonario judío-argentino, Eduardo Elsztajn, hace pocos años, cuando preguntó a Londres acerca del precio en que se vendería el archipiélago entero, generando revuelo. El entonces secretario de Comercio, Vince Cable, dijo que tal eventualidad podría ser “un buen caso de intervención”.

No se trata de un comentario inocuo. Por el contrario, confirma que el archipiélago estuvo, está y seguirá estando bajo criterios necesariamente geopolíticos.



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