El retorno del ejército bueno
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El retorno del ejército bueno

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La historia del Ejército Mexicano está llena de claroscuros. Así lo reconoció el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y no podría ser de otra forma.

El mismo ejército que afianzó la patria y la libertad; defensor de causas justas; que tiene como antecedente el triunfo de las brigadas, a cargo del general Ignacio Zaragoza, ante el que fuese considerado como el ejército más poderoso del mundo, durante la intervención francesa; el ejército de Lázaro Cárdenas... Es el mismo ejército que en aquel lejano 1968 asesinó a decenas, quizá cientos, de estudiantes; el mismo que encabezó la dolorosísima Guerra contra el Narcotráfico que dejó, tan sólo entre 2006 y 2012, cerca de 60.000 personas muertas.

También es el ejército de Tlatlaya en 2014: ahí militares ejecutaron a por lo menos 15 personas y modificaron la escena para que pareciera un enfrentamiento; y el mismo que, por desgracia, fue mencionado en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa (Guerrero).

El presidente asegura que en el juicio histórico, que es ineludible, el Ejército lleva las de ganar, pues muchos de los “tropiezos” fueron originados por cumplir órdenes de sus comandantes supremos, es decir, los ex presidentes, esos de mala cabeza, ambiciosos o asesinos (ya el tiempo los pondrá en su lugar).

Mientras llega el juicio, al ejército se le agradece, sobre todo, su invaluable ayuda con el plan DNIII. En México, donde las calamidades son cíclicas y parecen estar obligadas.

Es necesario agradecer a la tropa su inquebrantable valentía al enfrentar al crimen organizado, anémona de mil brazos; la siembra de árboles; y la construcción del Aeropuerto de Santa Lucía, con el que se ahorrarán más de 5.000 millones de dólares.

También se agradece la comunicación, aún no es la ideal, pero es más clara y constante. En parte, deriva de la presencia del secretario Luis Cresencio Sandoval en las conferencias de prensa matutinas, que obligan al general a responder cuestionamientos al menos básicos.

El Ejército Mexicano sigue siendo una institución confiable, así lo aseguran diversos estudios de encuestadoras. Uno de ellos, el de la empresa Consulta Mitofsky de 2019 colocó al Ejército como la segunda institución en la que más confianza tienen los ciudadanos, tan sólo por detrás de las universidades.

Desde el inicio de su sexenio, el presidente ha apostado en esta confianza para encomendar al Ejército cada vez más y más responsabilidades. A cambio, les ha ofrecido un lugar preferencial, por ejemplo, con la celebración del Día del Ejército en su 107 aniversario, que de manera histórica se realizaba en algún recinto militar, pero este año cambió y se llevó a cabo en el Zócalo capitalino, la plaza más importante del país.

Con el cambio de sede el presidente pretende, como lo dijo, darle al Ejército el lugar que merece, por ser “pueblo uniformado” y no una corporación elitista, pues “ha conservado su carácter popular, los oficiales de mayor rango no son millonarios, no forman parte de la oligarquía como sucede en otros países”.

En su retorno a ser un ejército bueno y cercano, han apostado por la sensibilización del personal a circunstancias a las que por supuesto no están aislados: violencia, homosexualidad, matrimonio igualitario, corrupción, violación a los Derechos Humanos.

Otra muestra que, aunque pequeña por ahora, es significativa. Es la apertura con un lenguaje fresco que invita a los más jóvenes a conocer las actividades de la milicia e incluso los invita a integrarse a las fuerzas armadas, con la incursión a las redes sociales de la soldado Alexa Bueno.

De verdad son atractivos sus videos, (amé el de las pruebas físicas para ingresar al Sistema Educativo Militar). La vida de Alexa como parte del ejército se parece más a la realidad, al menos lo que se muestra en la red.



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